Aritmética política (DCB)

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Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

ARITMÉTICA-POLÍTICA.


Cualquiera que lea este artículo en el Diccionario, si es hombre de buenas creederas, creerá por sin duda que la Aritmética-política es alguna ciencia mágica, que con farándula y trampantojos tira á hacernos creer lo que no es. Tal y tanto puede persuadir el tono magistral é impertérrito con que el diccionarista falla que «los principios, ó elementos de la Aritmética-política son del todo contrarios a los de la Aritmética vulgar; pues en esta 2 y 2 son 4, y en la política no». Y todo este tremendo fallo, ¿por que? solo por que se lo oyó ù creyó oirselo á un hombre á quien no conoce; pero « está (dice) en Cádiz, y responde con su cabeza de la verdad del axioma» ¡Victoriosa razon! ¡triunfante lógica!

No quisiera hacer juicios temerarios; pero á nuestro buen creyente juzgo que le ha sucedido con la Aritmética-política lo que al otro buen canónigo con la decimal. Yo no lo estraño, aunque no lo disculpo; pero lo siento á fé mia. Siento que un hombre de sus vastos conocimientos, porque oyó un absurdo ú trasoyó una especie suelta, sin encomendarse á Dios ni al diablo, crea luego á cierra-ojos lo que á ojos-vistas es un disparate. ¿Que reserva el autor para los misterios de la fe, en cuya creencia es preciso renunciar a la razon y á los sentidos, cuando por creer tales absurdos de boca de un desconocido, renuncia hasta el sentido comun?

Como el autor de tan disonante paradoja dice el del Diccionario que vive en Cádiz; yo que (confieso mi pecado) me pico un tantito de filósofo, y á ley de tal por apurar una verdad daré vuelta al globo no he parado hasta encontrar al susodicho autor. Y cuando creí hallar un lunático estrafalario me he encontrado con un hombre de buen porte, que en todo seso y con sabrosa plática ha estado razonando conmigo sobre el particular. Asegúrame bajo la fé y palabra de hombre de honor, que nunca tal ha dicho, como supone el señor vocabulista: que solo sí, para ponderar de falaz la política usual de los gabinete hace memoria de haberse valido en una ocasion de cierto hipérbole, como v. gr. que si en política se oia el axioma de 2 y 2 son 4, no se debia creer al golpe. Pero que de la Aritmética-política, que es muy diferente, ni dijo ni a dicho palabra ni media.-¡Que diferencia!

De lo dicho se infiere que las absolutas que el señor diccionarista se deja decir acerca de la Aritmética-política, son de aquellas que su mrd. suele levantar de su cabeza, y luego (sin duda para honra del próximo) se las cuelga por dije al vecino mas cercano.

Pero ¿que podrá haber inducido á este santo señor á confundir así cosas tan distintas, por no decir opuestas? Me parece que lo estoy viendo: nuestro vocabulero es vivo como una cendra, oyó decir política, y 2 y 2; y en fuerza de su vehemente imaginativa silogizó asi. «La política es la política, 2 y 2 es cosa de aritmética: ergo aritmética-política.»

Mas: el autor será tal vez teólogo: pues siendolo, ¿quien quita que por un trocatinte de lo divino, á lo humano, haya pensado que asi como en la aritmética teológica, por altos juicios de Dios, 1 y 2 no son 3, en la aritmética-política 2 y 2 no sean 4? --¡O flaqueza del espíritu humano, y que de chascos das aun al los mas estupendos talentos!

Para evitar, pues, que errores de tal magnitud corran acaso como verdades de fé, á la sombra de la autoridad del sabio y religioso autor del Diccionario razonado, creo de mi obligacion el hacer algunas breves observaciones sobre la Política-politica: porque dejar volar como creederas tamañas pajarotas, seria abrir carrera para creer hasta el Alcorán, y descreer aun las verdades mas infaliblesdel humano saber, las matemáticas.

En la aritmética política todo es tan cierto como 2 y 2 son 4: y 2 y 2 son 4 ogaño, como lo eran antaño, y lo serán eternamente: y si en Cádiz hay alguno que diga lo contrario, y anda suelto, por auto de buen gobierno se le debe luego enjaular.

Los principios de esta aritmética no son, como asegura el diccionarista porque oyó campanas, del todo contrarios sino tan conformes en todo y por todo á los de la aritmética vulgar; como que la aritmética política es la misma mismísima aritmética elemental aplicada á la Política o ciencia del gobierno en todo lo que está sujeto à número, peso y medida. Por esto se llama aritmética, y por aquello política.

Ya se ve que esta ciencia no puede tener objeto mas útil. Pero como al objeto no siempre corresponde el efecto el toque está en calcular sobre datos seguros, y el resultado lo será sin falta alguna: y si la hubiere, nunca estará en la aritmética, sino en el aritmético.

Las aplicaciones de la aritmética a la política son infinitas. al respecto de la infinidad de objetos de gobierno susceptibles de cuenta y razon. La poblacion y la produccion son de los mas importantes. El buen político reune datos acerca del número y clase de habitantes de una nacion, y del capital posible o efectivo de sus producciones; y sobre ellos gira su cálculo de la cantidad de subsistencias que necesita, y los puntos de donde podrá sacarla.

Y como de donde nada hay, no me negará el diccionarista que nada se puede sacar, de donde mucho hay, habrá de concederme que se puede sacar algo. Este algo y aun algos ha descubierto la aritmética-política que se halla donde no hace suma falta; como si dijéramos, en los monasterios, cabildos y otros establecimientos mixtifori. Mas no son estas las únicas verdades amargas para algunos, pero provechosas para todos, que esta ciencia a descubierto; sino que con esta invencion moderna de los censos ó estados de poblacion, ha hecho ver que de 24 millones de habitantes que cuenta el imperio español, los que producen no son tantos como los que consumen: mas claro, todos comen; pero ¿quien trabaja? -Volvamos á nuestra aritmética.

Nunca hemos necesitado mas de todos sus recursos , que en los tiempos estíticos que corren; porque nunca se necesita calcular mas, que cuando se tiene menos. Esto, como es cosa terrena, no sé yo si lo sabe el diccionarista, ni si cree que importa el saberlo; pero lo saben bien los ministros de Hacienda, obligados á arbitrar medios de llevar esta guerra adelante, sin que, falte pan para el soldado, para el jefe que le manda, y el capellan que le comulga.

Ya se deja ver que en medio de las excelencias de esta aritmética, una ciencia que á tantos ajusta la cuenta no podrá gustar á muchos, y menos á los que están enseñados á ajustársela a todos. (V. Aritmética-decimal.) Asi es que estos que son los alcanzados en tales cuentas, como lastimados claman á grito herido. Esto es muy natural; pero no es tan justo que por eso esclamen y declamen que la religion está perdida, y que su perdicion proviene de las ciencias exactas, y de los que las profesan. Ni unos, ni otras pueden ofender ni en lo mas mínimo á la verdadera religion: la luz no ofende á la verdad, pero ofende á los que viven de errores populares. De aqui todo ese clamoreo: porque los destellos que difunde la luz de la razon emanada del. que es luminar eterno de toda verdad y sabiduría, como la luz del sol lastima á las aves nocturnas, asi hieren la vista á ciertos pajarracos que viven entre engañosas sombras, descubriéndoles el nido y la pitanza.