Canto guerrero (Althaus)

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​Canto guerrero
(Escrito al recibirse en Lima la noticia de la toma de las islas de Chincha)​
 de Clemente Althaus


¿Y es verdad? ¿Y es verdad? ¿No nos engaña
de alada Fama la cundiente voz?
¿Pudo la flota de la aleve España
consumar atentado tan atroz?
La acción... nombre merece de española;
sólo España de tanto fue capaz,
y es digno a la verdad de España sola
traer la guerra, simulando paz.
Esa nación que de la tierra entera
era la mofa y el escarnio ayer,
sin solo un rayo de su luz primera,
ni sombra ya de su fatal poder;
hoy que despierta, de su sueño apenas,
y de su larga y honda postración,
¡Loca, intenta poner nuevas cadenas
a los que libres para siempre son!
¡Un instante ligero de bonanza
la engríe y desvanece, y ya se ve,
de América señora en esperanza,
hollar su cuello con soberbio pie!
¿Mas no recuerda ya el orgullo iberio
los campos de Ayacucho y de Junin?
¿No sabe acaso que su odiado imperio
en ellos tuvo para siempre fin?
Pues, si pudo ponerlos en olvido,
habrá de probar pronto su altivez
que, si los hemos una vez vencido,
los venceremos por segunda vez.
Que antes el mar se secará, y primero
dejará de verter su luz el sol,
que doblemos la frente al extranjero,
que de nuevo el Perú sea español.
Doble hoy la afrenta y el baldón seria
y doble el yugo de lo que antes fue:
primero que ser sierva, patria mía,
sangrienta tumba de tus hijos sé.
Y Chile y Venezuela, toda América
jure, de Patagonia a Panamá,
que antes que vuelva a la coyunda ibérica,
de sus hijos también tumba será.
Al más cobarde volverá arrojado
del patriotismo el sacrosanto ardor,
y de cada peruano hará un soldado,
de la patria indomable defensor.
Y los magnates y el plebeyo, el blanco
y al que la noche de ébano la tez
tiñe, y el amarillo hijo de Manco
volarán a lograr la marcial prez.
Y a, porfía también el sexo hermoso
muestras dará de esfuerzo y de valor:
y tú, peruana esposa, al caro esposo
le dirás: «vuelve muerto o vencedor».
Y tú a la lid sangrienta, oh madre fuerte,
todos tus dulces hijos enviarás,
y, si a todos les cabe honrosa muerte,
sólo lamentarás no tener más.
Y tú, doncella, al joven que te adora:
«Ofrezco, dile, a, tu amorosa fe
que tu sangrienta mano vencedora
ufana con mi diestra premiaré».
¡Jamás, jamás, oh patria idolatrada,
tanto sintió mi corazón cual hoy
ver que no puedo en tu provecho nada,
y que el postrero de tus hijos soy!
¡Pero no, que esgrimir al menos puedo
las armas que mi diestra nunca usó,
y, volando al combate con denuedo,
morir también en tu defensa yo!
Oh en Junin y Ayacucho vencedores,
que a, tan gloriosa edad sobrevivís,
¿Sufriréis que tan duros opresores
dominen otra vez vuestro país?
¿Y podréis consentir que vano sea
tanto esfuerzo sublime, tanto afán?
¿Tanta sangre vertida en la pelea,
tan heroico, valor, vanos serán?
Esos los mismos son que vuestra espada
ahuyentó en la batalla veces cien;
hiérvaos la sangre por la edad helada,
y ciñan nuevos lauros vuestra sien.
¡Ah! sí, volemos al combate todos,
juntos volemos como un solo ser:
¡Guerra, guerra sin fin! mueran los godos
que a, la tierra del quieren volver!
¿Y hablar osáis, piratas, de justicia,
de derecho y razón? rubor tened:
vuestra razón es ávida codicia,
y de oro ardiente o insaciable sed.
Todo, todo a la tierra patentiza
que nietos sois y digna sucesión
de la hambrienta canalla advenediza
que conquistó esta mísera región:
De esos que son espanto de la historia,
en quienes el valor codicia fue,
y fue codicia el ansia de la gloria
y el decantado celo por la fe.
Si ardéis en ansias de guerrera fama,
y queréis fuerza y brios desplegar,
una alta empresa en vuestro suelo os llama:
recobrad el peñón de Gibraltar.
Sí, que ese puerto que en hispana orilla
ostenta al mundo pabellón inglés,
de España los blasones amancilla,
y oprobio y mengua de sus hijos es.
¡Ésa la hazaña, la alta gloria es ésa
que otro noble valor pudo tentar;
mas de vosotros es más digna empresa.
indefensos tesoros usurpar!
¡Ah! no esperéis que quede sin castigo
ofensa tan vandálica y feroz:
ya con la vista vuestra armada sigo
que, vencida y deshecha, huye veloz.
Marina del Perú, la lid te espera
mas noble y santa que aceptó el deber:
¡dichosa tú, pues eres la primera
que vas la dulce patria a defender!
Y tú que a nuestros pueblos hoy presides,
y de la patria riges el timón,
tú que triunfaste en las gloriosas lides
por las que es libre el mundo de Colón,
no así el combate vengador retardes:
mira que te contempla el porvenir,
y que, tras tanto ultraje, es de cobardes
la sangrienta venganza diferir.
A combatir, a triunfar nos lleva:
empiece ya el cañón a retumbar;
es tiempo, es tiempo que a torrentes beba
hispana sangre nuestro airado mar.


16 de Abril de 1864.


Esta poesía forma parte del libro Obras poéticas (1872)