Discurso de Cristina Fernández en la cumbre del MERCOSUR que incorpora a Venezuela como miembro del bloque

De Wikisource, la biblioteca libre.


Discurso de la Presidenta de la Nación Argentina, Dra. Cristina Fernández de Kirchner en la cumbre del MERCOSUR que incorpora a Venezuela como miembro del bloque. 31 de julio de 2012.


Gracias por tu cálida bienvenida querida Dilma; Pepe y querido amigo, compañero presidente de la República Bolivariana de Venezuela: en primer lugar, bienvenido; bienvenido a este lugar, el MERCOSUR, espacio en el cual durante tantos años quienes venimos trabajando para reconstruir lo que otros quisieron destruir, finalmente se incorpora la hermana República Bolivariana de Venezuela. Fueron años que es cierto que yo dije que no hubiera tenido la paciencia, por humillaciones, por demoras injustificadas, por políticas locales mezquinas que no querían que Venezuela ingresara y también, por qué no decirlo, porque no era conveniente que en definitiva se conformara un espacio en el cual, como recién repetía eso que yo siempre le decía a Chávez: con el ingreso de Venezuela se cierra la ecuación porque es la energía, porque son los alimentos, porque son los minerales y porque es además el conocimiento, el valor agregado, la industrialización que tenemos otros países, el know how que tenemos que compartir para formar y para construir este espacio.

Recién cuando estábamos conversando recordaba mis épocas de senadora, recordaba épocas anteriores donde se había conformado el MERCOSUR, y en mi país muchos decían que en realidad no nos convenía a los argentinos conformar el MERCOSUR, porque Brasil con una economía mucho más grande, con un volumen y una escala muy superior finalmente nos iba a absorber y esto iba a ser malo para la Argentina.

Es más, recordaba que en mi gestión como senadora, durante los años 90, un canciller, por supuesto no era el canciller que hubiera preferido yo, decía que para qué ser amigo de los pobres si uno puede ser amigo de los ricos. Y me acuerdo que ante esa afirmación contesté que los ricos nunca quieren amigos ni socios, quieren empleados o esclavos. Y por eso era necesario mirar hacia la América del Sur, como lo había hecho Bolívar, como lo había hecho Artigas, como lo había hecho San Martín, como lo había hecho Dorrego, ese maravilloso patriota que murió fusilado, el primer fusilado de la Confederación de las Provincias Unidas del Río de la Plata, gobernador popular.

Por eso la incorporación de Venezuela, en momentos muy particulares, no solamente de la región sino también del mundo, de un mundo donde se han derrumbado todos los paradigmas y donde los patrones de acumulación económica que nos mostraban como modelo a seguir se han derrumbado estrepitosamente, y nosotros como argentinos vemos con muchísima similitud, desgraciadamente –no nos alegramos- experiencias que están viviendo países que fueron primeros inversores extranjeros en nuestro país y que hoy atraviesan crisis muy similares a las que tuvimos nosotros en el 2001, que fue una crisis de deuda, una crisis de apropiación de recursos, porque en definitiva si uno lo piensa bien no es deuda, deuda es lo que uno puede tocar, ver, nosotros teníamos deuda y no teníamos infraestructura, no teníamos un montón de cosas, era simplemente una deuda de carácter financiero que se había multiplicado exponencialmente y que hizo explotar el país.

Por eso creo que el ingreso de Venezuela en estos momentos fortalece a la región en su conjunto más allá del MERCOSUR, y yo quiero rendir homenaje a hombres como Lula da Silva, a hombres como Néstor Kirchner, que siempre soñaron con el ingreso de Venezuela y por distintas causas de política interna no se podía llevar a cabo. Yo creo que como decías vos, donde Néstor esté, y también sé que Lula está hoy aquí junto a nosotros, deben estar muy contentos y muy felices, como lo estamos todos los que estamos aquí, yo personalmente y sé que millones de argentinos y millones de americanos del sur están contentos con este ingreso.

No voy a ser muy larga pero quiero finalizar con una frase de Bolívar. Vos siempre lo recordás a Bolívar y decís que Bolívar al final de su vida, una vida de lucha por la libertad de los pueblos, decía “ he arado en el mar, siento que he arado en el mar”. Chávez, tú puedes decir que no has arado en el mar, que has arado en tierra, que has sembrado, que la has regado y que finalmente florecieron mil flores, como debía ser, y por eso hoy Venezuela está aquí junto sus hermanos de la América del Sur. Así que felicitaciones compañero.

Quiero detenerme en algo que afirmó Dilma, que es objetivo y concreto: juntos Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay, Paraguay constituimos la quinta economía mundial, que además realmente si uno lo mira estamos todos unidos por fronteras, no es que estamos unos por allá, otros por acullá. No, nos une la lengua, ya a Dilma la puedo entender perfectamente sin auriculares y a todos los brasileros y también habló de un mundo multipolar, que en definitiva es una crisis del poder. Siempre hemos abogado nosotros por un mundo multipolar y bienvenido sea, pero lo cierto es que este mundo multipolar no viene como una construcción del resto de que circundaban los poderes, sino viene como una suerte de destrucción desde el propio centro del poder que va a tratar de reconstruir esa unipolaridad, o esa bipolaridad, o ese decidir entre uno o dos.

¿Qué quiero decir con esto? Que vamos a tener dentro de nuestras propias sociedades, dentro de nuestros propios países – como siempre ha pasado en estos 200 años de historia – aquellos que lucharon contra Artigas, que lucharon contra Bolívar, que lucharon contra San Martín, que lucharon contra la unidad de la región porque sabían lo que significaba la unidad de la región, con lo cual esto va a exigir por parte de nosotros -como Presidentes y Presidentas - una fortaleza, una gran fortaleza y una gran claridad para – no digo enfrentar, es una palabra fea y no cuaja – pero si por lo menos diluir esas presiones, esas amenazas y forzamientos internos que va a haber para que discutamos, peleemos.

Y yo creo que – y ahí viene otra parte del discurso de Dilma, en el cual quiero asentarme – que tenemos uno de los métodos para poder tener esa fortaleza: vincular a nuestros sectores privados. Si nosotros solamente limitamos la vinculación a lo que es el sector público porque pensamos igual, porque tenemos una idea de Estado Nacional, pero no incorporamos por lo menos a grandes sectores privados a esta idea de un Estado Nacional y Americano del Sur Grande va a haber chirridos. A ver, no seamos ingenuos, nadie puede ver – por lo menos desde los grandes centros de poder – con mucha alegría que quienes concentran las mayores reservas energéticas, gasíferas y petrolíferas del mundo; quienes tenemos el mayor reservorio de agua dulce y poder de alimentación del mundo con nuestra producción agrícola y ganadera, y fundamentalmente agricultura cada vez más tecnificada, donde también tenemos conocimiento, ciencia y tecnología muy desarrollada en materia nuclear, en materia de radares, en fin yo no creo – como dije al principio – en las teorías conspirativas, pero si creo en las luchas de poder. Esto no es una cuestión de conspiraciones, ni de malos y buenos, es una cuestión de disputa de poder. Y tenemos que ser lo suficiente claros, inteligentes y no ingenuos para saber que van a tratar de meter – lo que nosotros decimos en la Argentina y también en otras partes – palos en la rueda para que esto no prospere, para que Juan se pelee con Pedro, para que Diego se pelee con Andrés, para que tal empresario brasilero chille contra un argentino, para que un argentino se pelee con un brasilero, o un uruguayo con un venezolano, o viceversa, con lo cual creo que tenemos que estar preparados sinceramente política y en esa voluntad políticamente para enfrentar estás dificultades. ¿Cómo se enfrentan estás dificultades? Con algo que dijo Dilma: vinculando a los sectores privados; con otra cosa que también señalamos en nuestra conversación interna: con un desarrollo de infraestructura que precisamente articule con los sectores privados y con los sectores públicos obras necesarias para esta integración en serio.

Yo quería señalar esto porque en realidad, hoy, el gran problema que está atravesando la globalización - aunque parezca una paradoja - es precisamente la dilución del poder de los grandes centros; cuando el poder se diluye, cuando ya no hay un solo centro de poder, pese a que nosotros criticamos mucho cuando hay un solo centro de poder, lo cierto es que todo tiende a complicarse porque comienza precisamente una lucha por ocupar los espacios. Nunca hay – y mentira que haya vacíos de poder – siempre el vacío lo ocupa alguien.

Y nosotros, hoy, que no tenemos veleidades, digamos, de dirigir el mundo ni mucho menos, pero si tenemos la decisión de incluir a millones de compatriotas podemos ser un mal ejemplo para aquellos que están expulsando a compatriotas. Y lo digo desde la condición de Argentina que ha sido particularmente castigada, no porque no pagamos la deuda, porque otros no pagan la deuda, pero como aceptan las recetas que le dictan de los grandes centros no hay problema. El gran problema de porqué quieren castigar a la Argentina y porqué hoy la Argentina tiene un riesgo país más alto que España, que Grecia, pese a que pagamos puntualmente nuestras deudas, es porque somos el mal ejemplo, no seguimos ninguna de las políticas que nos dijeron, no tuvimos acceso al mercado de capitales y sin embargo – por ejemplo – este viernes vamos a terminar de pagar el "corralito" que empezó en el año 2001, y que es lo que está pasando hoy en Grecia, en España, que la crisis de la deuda y del PBI, la relación entre la deuda y el PBI. Entonces, está claro que si nosotros logramos construir esta quinta economía del mundo, si lo hacemos fuera de las recetas que no significa el ajuste, el dejar gente sin beneficios, el dejar que nos exploten nuestros recursos libremente y como quieran desde afuera obviamente vamos a ser un mal ejemplo para el mundo. Y los malos ejemplos se castigan; le pasó históricamente –en el siglo pasado – a cada uno de nuestros gobiernos populares, le pasó aquí a Getulio Vargas; le pasó en la Argentina a Juan Domingo Perón.

Por eso estemos atentos y vigilantes – dijera el General Perón. El problema es cuando se van los atentos se quedan solamente los vigilantes, decía después Perón. ¿Qué quiero decir con esto? Que estemos atentos y sepamos construir las herramientas y los instrumentos que precisamente sean el antídoto contra estás cosas y expliquémosle a nuestras sociedades –a través de nuestros discursos, a través de nuestra práctica y prédica constante – no tengamos concesiones con aquellos que ven como algo malo que nos unamos en la América del Sur y que muchas veces es propagado por los grandes medios de comunicación; no hagamos concesiones en el sentido de no seguir batallando en esta lucha, que no es solamente económica y política, es profundamente cultural.

Porque siempre que nos derrotaron política y económicamente era porque antes nos habían vencido culturalmente y la gran batalla que tenemos que dar es una batalla cultural, que no es de los cultos ni de los que hablan bien, sino de modificar las premisas y los paradigmas que a través de medios de comunicación, a través de modas, a través de diez mil cosas le han metido fundamentalmente a nuestras clases medidas y a las clases más pudientes acerca de las "inconveniencias" de juntarnos entre los países de la América del Sur; contra esas cosas tenemos que luchar, tengámoslo claro, no es para alarmar a nadie, es simplemente para estar preparados. Y cuando uno está preparado es más difícil ser sorprendido.

Gracias, compañeros y compañeras.