Discurso de Eduardo Frei de la Patria Joven

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Discurso de Eduardo Frei Montalva a la Patria Joven

21 de junio de 1964


Pueblo de Chile:

Como en las antiguas gestas del descubrimiento de Chile, hemos tomado posesión de nuestra Patria, en este gran abrazo del norte y del sur. Ustedes, jóvenes que han marchado, son mucho más que un partido, son mucho más que un hecho electoral. Son verdaderamente la Patria Joven que se ha puesto en marcha.

En una hora en que muchos chilenos dudaban en el destino de su propia Patria, en una hora en que muchos creían que nuestra nación había perdido vitalidad, y que no tenía mensaje que enseñar, en una hora en que muchos temblaban y comenzaban a preparar su fuga de Chile, en una hora en que parecía para muchos que este país se desintegraba y en el corazón de tantos y tantos pobres había como una especie de amargura y escepticismo sobre las instituciones, las leyes y los hombres que dirigían su patria, ustedes han traído una respuesta, respuesta que es una afirmación de fe frente a la duda, que es una afirmación de valor frente a la cobardía.

Y esta respuesta no podría darla un hombre. La tenía que dar Chile. Y como todas las cosas grandes, que dejan una honda huella en la historia y que traducen realmente el alma de una nación, comenzó esta marcha tan sencillamente. Me pregunto: ¿eran doce?, ¿o eran veinte los que partieron, cuando surgió esta idea, cuando Germán Becker la echó a andar? Eran tan pocos, que algunos pensaron que éste sería un simple caminar de juventud; apenas tal vez un acto de propaganda, acaso un signo de entusiasmo juvenil. Pero bruscamente, como la luz que atraviesa las tinieblas, el pueblo se comenzó a encontrar en ustedes y empezaron a salir las gentes a los caminos, a las plazas y a las calles. ¡Allá vienen!, decían y salían con banderas, pero sobre todo, con el corazón, a recibirlos a ustedes, muchachos de Chile, que en esta hora respondieron por Chile y transformaron a Chile. ¡Gracias! ¡Gracias!, ustedes han hecho más, yo diría que han integrado la patria. Han integrado su geografía. Ustedes, muchachos del norte, traen la lección del heroísmo. En sus pies hay sal de la pampa y polvo del desierto y en vuestra piel, impregnados, el cobre y el hierro, el salitre y la plata. Es el norte que llega.

Ustedes, muchachos del sur, con sus canciones, han conmovido a las viejas araucarias y a los milenarios alerces, cuyos troncos calcinados parecen al viajero cementerios de héroes antiguos. Traen ustedes en su mirada los lagos, los ríos y los bosques, y en sus manos, los frutos de nuestra tierra.

Ustedes han venido flanqueados por dos compañeros: la cordillera y el mar, que nunca abandonan al chileno. Y ustedes nos traen una lección. La lección de esta tierra, de este territorio chileno que nos ama, que busca y espera nuestro amor como un gran amor, como un gran amigo. ¿Qué nos dice la tierra chilena? ¡Cuídenme, para que yo no me vaya hasta el mar y se queden ustedes sin territorio que cultivar! ¿Qué nos dicen los ríos? ¡Sujétenme, porque cada litro de mi agua es para fecundar su tierra! ¿Qué nos grita el árbol? ¡No me quemen! No me destrocen inútilmente, porque hay muchos años en mi corazón para servirte, para traerte lluvia, para sujetar desiertos, para regular tus ríos. Ustedes traen esta lección a Chile, que muchas veces empequeñecido no se da cuenta de que tiene un territorio que amar, como un amigo querido. Ustedes nos traen un mensaje. Vamos a construir una nueva patria. Ahí está la tierra y el artesano. Ahí está nuestro Chile, en una nueva expresión de solidaridad humana y de justicia social. Ese es el mensaje de ustedes, mensaje que no nace de ningún mandato de afuera, sino que resuena en los pasos de nuestros propios pies, sobre nuestro propio suelo chileno. Por eso ustedes están aquí y han traído no sólo el mensaje de la tierra, la montaña y el mar. Han traído también el clamor de la gente de Chile.

¿Por qué esta multitud nunca igualada en la historia de Chile? ¿Cuántos hay aquí? ¿Trescientos o cuatrocientos mil? ¿Quién puede contarlos? ¿Quién puede desafiar la realidad con la propaganda? ¿Por qué están? Porque ustedes son la respuesta, son el mensaje, son el clamor de Chile. Este movimiento y este hombre que está aquí para hablarles, representan la realización de grandes tareas en el porvenir de la patria. Tareas que significan una revolución en libertad. Una transformación profunda de Chile. Respaldada por la presencia de ustedes nunca como ahora mi voz ha tenido una autoridad, porque es la voz del pueblo de Chile.

Con ustedes vamos a construir el desarrollo económico de Chile.

Vamos a levantar la condición de la agricultura chilena, para que la tierra alimente al pueblo de Chile. Esta será una tarea de la más alta prioridad en mi gobierno.

Vamos a desarrollar la industria. Chile tiene un definido destino industrial por la calidad de sus trabajadores, sus materias primas y por su tradición de nación laboriosa. La patria les debe dar a ustedes trabajo. A vosotros, miles de jóvenes; trabajo en nuevas industrias modernas, en ampliaciones de las que existen, en usinas que elaboren, transformen y exploten nuestra riqueza. Realizaremos este esfuerzo industrial para elaborar los productos alimenticios y darle valor al trabajo del campo.

Vamos a hacer una audaz política minera. Para que refinemos, fundamos, industrialicemos el cobre y el hierro chileno y para que el interés de Chile, representado por el Estado chileno, sea el que diga siempre la palabra directora respecto al comercio y al destino y a las condiciones en que se van a trabajar los productos chilenos en nuestro país. Vamos a conquistar los mercados del mundo, para que no sólo salga de nuestro país el fruto y la tierra brutos, sino que los productos elaborados por el trabajo chileno convertidos en algo noble y de valor. No nos vamos a encerrar. Vamos a salir a luchar con brazos chilenos, con productos chilenos, con imaginación a los mercados del mundo. (...)Yo creo que para realizar esta tarea ustedes tienen que ser como los grandes guardianes. La juventud no sólo es entusiasmo. Para que la juventud pueda significar algo para el país, tiene que tener el corazón limpio y puro. Una alta moral está pidiendo Chile. Está cansado de ver como algunos lucran y se aprovechan. La gente quiere honestidad en la dirección. Por eso mismo, ustedes, jóvenes, mantengan su corazón limpio. Así servirán a su partido. Así servirán a su patria. Tengan ustedes no sólo gritos. Sean portadores de un mensaje. Tengan ideas en la cabeza y no sólo entusiasmo, porque así marcarán siempre el rumbo. Tengan alegría, porque ustedes tienen una gran patria y van a vivir grandes días en los años que se avecinan; una juventud con alta moral, con ideas claras aplastará al caudillo, al cacique, al aprovechador, al eterno barro humano que se quiere pegar al carro del triunfo. Este país sobre todo necesita un mensaje moral. No quiere partidos que sean oficinas de empleos.

Ustedes ven que esta campaña responde a la marcha. Ustedes no traían un solo eslogan que contuviera un insulto. Traían cantos, alegrías, juventud. Yo he visto ahora marchar inmensas columnas, y no he visto un solo afiche contra nadie. Ustedes sólo traían cantos de amistad, de patriotismo, de energía viril. Esa es la lección que le estamos dando a Chile.

Por eso, en esta hora en que nos atacan, en que a veces la piedra aleve o el insulto mentiroso o la calumnia infame pretende morderlos o morderme, ustedes han visto que ni siquiera me he agachado para recoger lo que lanzan. No podría hacerlo, porque sería como contaminar esta inmensa marcha del pueblo de Chile. ¡Para qué detenerse! Ustedes comprenderán. ¿Por qué nos atacan? ¿Será porque vamos a perder? Nos atacan porque nos temen, porque saben que vamos a ganar. Saben que vamos a ganar, y, porque somos fuertes, podemos permitirnos el supremo lujo de los fuertes: permanecer serenos frente al ataque vil.

Yo quiero expresar hoy lo que ayer ya sabía, pero que ahora se convierte en certeza: estamos haciendo una campaña sin causar heridas, porque mañana seré Presidente de todos los chilenos, de los que me apoyan y también de los que me atacan.

Y vamos a hacer un gobierno que no sólo va a garantizar el progreso económico, la justicia y la incorporación del pueblo en forma responsable a la tarea y al beneficio, sino que vamos a hacer esta tarea en libertad y en respeto a los derechos de la persona humana. En libertad religiosa, sindical, política y de expresión. Porque nosotros, durante toda nuestra vida, hemos sido garantía de respeto al derecho y a la libertad. Nadie tiene que temer de nosotros, si quiere incorporarse a esta tarea de libertad y de justicia.

En esta hora en que tantos me apoyan por distintos motivos, hay una sola razón común para apoyarme: realizar la democracia, de veras y no formal; realizar la justicia de veras y no en palabras; realizar el desarrollo económico de veras y no en las estadísticas. Para eso estoy llamando a todos los chilenos, y la respuesta desde la izquierda y la derecha es generosa, porque es sin condiciones a un programa de gobierno del cual sólo es dueño el pueblo de Chile.

Amigos del norte y del sur, ¿cómo pudiera decirles mi emoción? La emoción de los hombres junto a los cuales yo comencé mi vida y que están aquí en esta tribuna y que ustedes ven. ¡Cómo decirles lo que ustedes son para mí! Yo me figuraba anoche o creí oírlo, ¡cómo podría saberlo!, yo veía que un niño venía corriendo y le decía a su padre: -¡Ahí vienen! ¡Ahí vienen! ¡Vienen desde Arica! ¡Cruzan Tarapacá! ¡Van por Concón, por Placilla! ¡Miren cómo montan sobre la Cuesta de Chacabuco! ¡Mire los otros, cómo pasan por Cancha Rayada, por Rancagua y llegan a Maipú! Padre, ¿quiénes son? ¿Son los demócratas cristianos?

-No, son más que eso...

-¿Son los freístas?

-No, hijo, mucho más que eso...

-¿Qué son, padre?

-Hijo, ¿no ves las banderas? Son los mismos, los del año 1810, los de 1879, los de 1891. ¡Son la Patria!

Sí, amigos míos, ustedes son eso. Son la Patria. ¡Son la Patria, gracias a Dios!