Discurso pronunciado en la Plaza Aérea del Silencio, en Caracas, Venezuela, el 23 de enero de 1959

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<< Autor: Fidel Castro


Este discurso se divide en dos paginas

Hermanos de Venezuela:

Si pudiera con alguna frase expresar la emoción que he experimentado en el día de hoy, lo diría todo afirmando que he sentido una emoción mayor al entrar en Caracas que la que experimenté al entrar en La Habana (APLAUSOS).

De algún modo era, en cierto sentido, natural que el pueblo cubano quisiese dar al Ejército Rebelde las pruebas de cariño que nos dio. Por el pueblo de Cuba habíamos estado luchando durante siete años; de nosotros esperaba el pueblo de Cuba la liberación, de nosotros esperaba el pueblo de Cuba su libertad y, al fin, cuando tras largos años de sacrificio por parte del pueblo y por parte nuestra, que no fuimos más que sus conductores en esa lucha, cuando vimos coronada con la victoria aquella lucha, era lógico que los cubanos abriesen sus brazos para recibirnos. Sin embargo, de Venezuela solo hemos recibido favores (APLAUSOS). De nosotros nada han recibido los venezolanos y, en cambio, nos alentaron durante la lucha con su simpatía y con su cariño; hicieron llegar el bolívar hasta la Sierra Maestra (APLAUSOS), divulgaron por toda la América las trasmisiones de Radio Rebelde, nos abrieron las páginas de sus periódicos y algunas cosas más recibimos de Venezuela (APLAUSOS). Y después de haberlo recibido todo, después de haber estado recibiendo favores de este pueblo en nuestra lucha por la libertad, al llegar a Venezuela nos encontramos con que nos reciben con el mismo cariño con que nos recibieron los cubanos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

No podía haber sido más puro este homenaje, no podía haber sido más noble este gesto, ni podía tampoco, hermanos de Venezuela, haber recibido de este pueblo noble y heroico un favor más grande que el que ha recibido el pueblo de Cuba del pueblo de Venezuela esta noche (APLAUSOS).

¿Por qué vine a Venezuela? Vine a Venezuela, en primer lugar, por un sentimiento de gratitud; en segundo lugar, por un deber elemental de reciprocidad para todas las instituciones que tan generosamente me invitaron a participar de la alegría de Venezuela este día glorioso del 23 de enero (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES), pero también por otra razón: porque el pueblo de Cuba necesita la ayuda del pueblo de Venezuela, porque el pueblo de Cuba, en este minuto difícil, aunque glorioso de su historia, necesita el respaldo moral del pueblo de Venezuela (APLAUSOS). Porque nuestra patria está sufriendo hoy la campaña más criminal, canallesca y cobarde que se ha lanzado contra pueblo alguno, porque los eternos enemigos de los pueblos de América, los eternos enemigos de nuestras libertades, los eternos enemigos de nuestra independencia política y económica, los eternos aliados de las dictaduras, no se resignan tranquilamente a presenciar la formidable y extraordinaria victoria del pueblo de Cuba que, sin más ayuda que la simpatía y la solidaridad de los pueblos hermanos del continente, sin más armas que las que supo arrebatar al enemigo en cada combate, libró durante dos años una guerra cruenta contra un ejército numeroso, bien armado, que contaba con tanques, con cañones, con aviones y con armas de todo tipo, armas modernas, las que se decía que eran invencibles, y nuestro pueblo, que estaba desarmado, que no tenía tanques, ni cañones, ni bombas de 500 libras, ni aviones, que no tenía entrenamiento militar, un pueblo inerme, sin entrenamiento, sin prácticas de guerra, pudo derrocar, en dos años de lucha frontal, a las fuerzas armadas de una dictadura que contaba con 60 000 hombres sobre las armas (APLAUSOS).

Se decía que era imposible una revolución contra el ejército, que las revoluciones podían hacerse con el ejército o sin el ejército, pero nunca contra el ejército, e hicimos una revolución contra el ejército (APLAUSOS).

Se decía que si no había una crisis económica, si no había hambre, no era posible una revolución y, sin embargo, se hizo la Revolución (APLAUSOS).

Todos los complejos rodaron por tierra, todas las mentiras que se habían ideado para mantener sometidos y desalentados a los pueblos rodaron por tierra, las fuerzas armadas de la tiranía fueron destrozadas y desarmadas, los tanques, los cañones y los aviones están hoy en manos de los rebeldes (APLAUSOS). Fue, lo que puede calificarse en toda la extensión de la palabra, una verdadera revolución, una revolución para empezar (APLAUSOS).

¿Y cómo se hizo esa revolución? ¿Cuál fue la conducta del Ejército Rebelde durante la guerra? Cientos de heridos fueron abandonados por el enemigo en el campo de batalla, nuestros médicos los recogieron, los curaron y los devolvieron. Miles de prisioneros fueron capturados en los campos de batalla, jamás se golpeó a un prisionero, jamás se asesinó a un prisionero. Nunca un ejército en el mundo, nunca una revolución en el mundo se llevó a cabo tan ejemplarmente, tan caballerosamente, como se llevó a cabo la Revolución Cubana (APLAUSOS).

Enseñamos a nuestros hombres que torturar a un prisionero era una cobardía, que únicamente los esbirros torturaban. Enseñamos a nuestros compañeros que asesinar prisioneros, asesinar a un combatiente cuando se ha rendido y cuando se le ha ofrecido la vida si se rinde era una cobardía, y no fue asesinado jamás un prisionero (APLAUSOS).

Pero hicimos algo más: le dijimos al pueblo que cuando la tiranía cayera no queríamos una sola casa saqueada, porque esas casas de los funcionarios malversadores y de los enemigos del pueblo, desde el mismo instante en que la Revolución triunfara, pertenecían al pueblo y había que cuidarlas (APLAUSOS).

Le dijimos al pueblo que cuando la tiranía fuese derrocada nadie tomase venganza por sus propias manos, porque las revoluciones eran calumniadas cuando después de la victoria aparecían los cadáveres de los esbirros arrastrados por las calles. ¿Es que esté mal que se arrastre a un esbirro? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") No, no está mal; pero nosotros le dijimos al pueblo: no arrastren a nadie para que los eternos detractores de las revoluciones no tengan pretexto para atacarla, porque ustedes saben que la reacción, la contrarrevolución comienza a desacreditar a la Revolución, basándose en los hechos que ocurren inmediatamente después del triunfo, y uno de los argumentos que usan son los saqueos y los hombres arrastrados por las calles (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

Nosotros le dijimos al pueblo cubano: no arrastren a nadie y no teman absolutamente nada, los crímenes no quedarán impunes; habrá justicia para que no haya venganza, y el pueblo confió en nosotros. Le dijimos que habría justicia y confió en nosotros: no arrastró a nadie, no golpeó siquiera a ninguno de los esbirros que cayeron en sus manos, los entregaron a las autoridades revolucionarias. Tenía fe en que íbamos a hacer justicia, y era indispensable que hubiera justicia, porque sin justicia no puede haber democracia, sin justicia no puede haber paz, sin justicia no puede haber libertad (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

El más terrible daño que se le ha hecho a nuestros pueblos es la impunidad del crimen, es la ausencia de justicia, porque en nuestros pueblos no ha habido justicia nunca (EXCLAMACIONES DE: "¡Arriba Fidel!")

No me corresponde a mí hacer análisis sobre el proceso y sobre la historia de Venezuela, no; pero basta con analizar las cosas de nuestra patria, porque a fin de cuentas lo que ocurre en Cuba es lo mismo que ocurre aquí y lo que ocurre en todos los pueblos de América. Por algo nos sentimos tan identificados, por algo nos duelen las mismas cosas, por algo sentimos las mismas ansias ustedes los venezolanos y nosotros los cubanos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

En nuestra patria nunca hubo justicia. La justicia era para el infeliz, la justicia era para el pobre, la justicia era para el que robaba poco. Jamás un millonario fue a la cárcel, esa es la verdad; jamás un malversador de los fondos públicos fue a la cárcel. Existían y existieron siempre una serie de privilegios onerosos.

Se hablaba de igualdad ante la ley, y era un mito, la ley caía sobre aquel que no tenía padrino, sobre aquel que no tenía dinero, sobre aquel que no tenía privilegio (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). Los malversadores se postulaban para senadores y representantes, contaban con dinero suficiente para sobornar conciencias, porque donde hay hambre, donde no hay trabajo, donde hay miseria, desgraciadamente pueden los politiqueros y los mercaderes de la política hacer buenos negocios, y siempre había algún necesitado de llevar a su hijo a un hospital, o algún necesitado de llevar a sus hijos a alguna escuela, o algún padre de familia con hambre a quien ir a sobornar en ese momento de la necesidad para comprarle el voto (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). Así, el que robaba millones de pesos siempre encontraba postulación en algún partido y salía electo.

Desde el momento en que era senador o representante, era impune, podía matar y no le pasaba nada. Los tribunales tenían que elevar un suplicatorio al Congreso, y jamás el Congreso accedía. No accedía a ningún suplicatorio para ningún miembro de la pandilla (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES); podían robar y no les pasaba nada. Cuando el juez elevaba el suplicatorio, el resultado era que lo negaban. Jamás el Congreso accedió a ningún suplicatorio judicial que fuese contra algún miembro de la pandilla. Si había robado antes de ser senador, pues tampoco lo alcanzaba la ley, porque tampoco accedían a la petición judicial. ¡Ah!, si en cambio la víctima era un miembro del Congreso, si un representante mataba a otro representante, ¡ah!, entonces sí accedían a los suplicatorios porque el interés lesionado, el derecho lesionado era el derecho de un miembro de la pandilla (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

A la cárcel iba a parar el que se robaba una gallina, un caballo. ¡Ah!, el que se robaba millones de pesos pertenecía al mismo club aristocrático que pertenecía el magistrado y allí almorzaban juntos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). La fuerza pública vivía del saqueo. No había policía que fuera a comprar a un establecimiento y quisiera pagar; los oficiales y los sargentos del ejército destacados en las zonas rurales cobraban dos sueldos, un sueldo del Estado y un sueldo mayor de la compañía propietaria de aquellas tierras. En cada central azucarero, la administración del central le pagaba un sueldo aparte al jefe del destacamento militar, que estaba siempre, por tanto, incondicionalmente al servicio de los intereses de la compañía contra los campesinos y los trabajadores (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). Pero, aparte de eso, el principal delincuente era el agente de autoridad. La ley prohibía el juego, y el que protegía el juego era el agente de autoridad; la ley prohibía el tráfico de drogas, o la venta de drogas y estupefacientes, y el agente de autoridad era el que facilitaba el negocio (EXCLAMACIONES).

Les voy a exponer un dato: en el Buró de Investigaciones, el jefe del departamento contra el tráfico de drogas era el encargado de la distribución de la droga en La Habana (RISAS Y EXCLAMACIONES). No había jefe de policía, ni había coronel, ni había general que no se hiciera millonario a costa del juego, del contrabando, de la exigencia.

Esa era la historia de nuestra patria y esa fue la historia de nuestra patria durante 50 años. No había habido en el mundo, por lo menos en los últimos tiempos, un pueblo que hubiese luchado más por su libertad y por su felicidad que el pueblo cubano (APLAUSOS).

Recordarán ustedes la historia de América. ¡Quiénes mejor que los venezolanos pueden conocer la historia de América, si los venezolanos hicieron la historia de América! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES)

Fue en la época en que los ejércitos de Napoleón invadieron a España. Mientras España se debatía en luchas intestinas, todas las colonias se sublevaron. No es que hayan dejado de ser colonias, pero la verdad es que aquella vez se sublevaron contra la metrópoli española. Se levantaron las colonias contra la metrópoli y lucharon heroicamente pero en un territorio inmenso, un puñado de pueblos valerosos, guiados por aquel conductor extraordinario que fue Simón Bolívar, lograron su independencia política en las primeras décadas del siglo pasado (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

Recordarán también que Bolívar no se olvidó de Cuba, recordarán también que entre sus planes estaba aquel que nunca llegó a realizarse —porque no pudo realizarlo, pero que no la dejó en el olvido— de libertar también a la isla de Cuba (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Viva Fidel!"). No pudo El Libertador unir aquella isla al racimo de pueblos que libertara, y nuestra isla permaneció casi un siglo más bajo el yugo de la opresión y de la colonización.

Sola se quedó nuestra patria, los gobiernos de América la olvidaron, y sola tuvo que luchar contra España durante 30 años, sola tuvo que librar la batalla que todos los demás pueblos de América habían librado juntos. Y cuando después de 30 años de lucha, nuestro pueblo, nuestros ejércitos libertadores habían ya vencido virtualmente al ejército español, entonces Estados Unidos interviene en Cuba, dijeron que para liberarla, porque —según declararon— la República de Cuba, de hecho y de derecho, debía ser libre e independiente, y lo que pasó fue que cuando llegó la hora de entregarles a los cubanos la isla por la cual habían estado luchando durante 30 años, resultó que los mambises ni siquiera pudieron entrar en Santiago de Cuba; se quedaron allí dos años ocupándola militarmente y, al final, el Congreso se apareció con una enmienda impuesta por la fuerza a la Constitución de la república, mediante la cual le daba derecho a intervenir en los asuntos internos de Cuba (ABUCHEOS).

El resultado fue que todos los delatores, todos los confidentes que habían estado asesinando a cubanos durante la guerra, todos los esbirros, todos los asesinos, todos los que les robaron la tierra a los cubanos mientras estaban peleando, se quedaron con la tierra y se quedaron allí tan campantes en la isla sin que les pasara absolutamente nada, porque el poder extranjero los protegió. No hubo justicia, no hubo justicia, ¡no hubo justicia! Y así empezamos mal los primeros años de nuestra semirrepública, o mejor dicho, nada de república, de nuestra caricatura de república; porque cuando un país se reserva el derecho de intervenir en otro, ya ese país no se puede llamar independiente, porque la independencia no admite término medio, o se es independiente o no se es independiente (APLAUSOS).

¿Podía progresar nuestra patria bajo aquel régimen? (EXCLAMACIONES DE: ",No!") No. Los gobiernos robaban, había crímenes, había injusticias y el pueblo tenía que soportar, porque si protestaba, si luchaba contra aquello, entonces decían: "Vas a perder tu soberanía; mira, van a intervenir." Entonces el pueblo tenía que soportar resignadamente todos los horrores, todos los abusos y todas las injusticias de los gobernantes y de los intereses explotadores en nuestra patria.

Así transcurrieron tres décadas. Aquello, naturalmente, derivó hacia la primera tiranía que padeció nuestro pueblo en la república: la tiranía de Machado. Lucha nuestro pueblo bravamente contra aquella tiranía, la derrota mediante el esfuerzo de las masas, el sacrificio de los estudiantes, de los obreros, de la juventud, y cuando el tirano se va, decide fugarse, pasó algo parecido a lo que quisieron que pasara esta vez, pero que no pasó. El general Herrera, entonces jefe del ejército, se queda de jefe del ejército y designan a un presidente de estos, descoloridos, cuyo único objeto es darle algún matiz de libertad al pueblo, tranquilizarlo y esperar la oportunidad de que se apacigüe; porque los pueblos cuando se embravecen, la reacción, los enemigos de sus libertades lo que hacen es que los apaciguan un poco, les conceden algunas libertades y esperan la oportunidad en que se duerman otra vez para imponerles de nuevo la fuerza (EXCLAMACIONES). Por eso lo pueblos no deben dormirse nunca, y ahora menos que nunca ningún pueblo de América debe dormirse (EXCLAMACIONES DE: "¡No!").

A los 20 días los soldados y las clases del ejército se sublevan contra aquella oficialidad y derrocan al gobierno que siguió a la caída de Machado. Bien, los sargentos se hicieron coroneles, hubo un momento en que parecieron adoptar una postura revolucionaria —eso suele pasar—, aunque corto tiempo; se sumaron al movimiento distintos elementos civiles, revolucionarios, hubo un gobierno revolucionario durante tres meses, que fue el gobierno de Guiteras, o mejor dicho, el gobierno donde la figura más destacada fue la de Antonio Guiteras, que comenzó por adoptar una serie de medidas revolucionarias contra los monopolios que explotaban los servicios eléctricos, y el resultado fue que Jefferson Caffery, embajador de Estados Unidos, comenzó a hacerle la corte al sargento Batista, que ya era coronel, y a los tres meses el sargento Batista, siguiendo las orientaciones del embajador norteamericano, desaloja del poder al gobierno revolucionario, e instaura una dictadura que duró 11 años en el poder.

Esta es la verdad que nosotros no nos vamos a ocultar para decirla ni aquí ni en ninguna parte (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). Al pan pan y al vino vino.

Viene la guerra mundial, un estado de opinión en el mundo entero contra la dictadura, porque a los infelices pueblos los volvieron a engatusar una vez más y les hablaron mucho de Hitler, de Mussolini, etcétera, etcétera, etcétera, les dijeron que era la guerra contra la tiranía, les dijeron que era la guerra por los derechos del pueblo, que los derechos humanos serían respetados, que existiría la Carta de las Naciones Unidas donde esos derechos estarían consagrados, etcétera, etcétera, etcétera y, efectivamente, en Cuba, en Venezuela, en Perú, en Guatemala y en distintos países, las dictaduras se replegaron ante el empuje de la opinión pública mundial, que estaba bajo los efectos del engaño, y sucedieron una serie de regímenes constitucionales con permiso de su "majestad", los ejércitos (EXCLAMACIONES).

¿En Cuba qué pasó? Pues es bien sencillo, porque estoy hablando de lo que pasó en Cuba, yo no tengo que hablar de lo que pasó en otros lugares, que fue más o menos lo mismo (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva Fidel!"). En Cuba se dan unas elecciones más o menos honradas, gana la oposición —como pasa siempre que una dictadura va a unas elecciones—, sube un gobierno constitucional que fue una defraudación; pero, bueno, fue una defraudación porque la politiquería nunca puede hacer una revolución, la revolución es como la estamos haciendo ahora (APLAUSOS). Pero raras veces los pueblos pueden esperar nada de los politiqueros. Y el pueblo de Cuba creyó en el año 1944 que había cesado la etapa de la tiranía, que vendría un gobierno revolucionario, confundieron la política con la Revolución, y aquello fue una decepción.

Pero lo que pasó fue —lo peor de todo— que en los cuarteles se quedaron los amigos de Batista; aquellos soldados y aquellos oficiales que se cuadraban ante Batista, se quedaron en los cuarteles con las armas en las manos, y al cabo de ocho años un día volvió Batista, le permitieron que regresara —porque esos son los errores de los tontos de capirote que a veces dirigen a los Estados— cuatro años después de haber estado en el exilio, vino con sus millones robados, organizó un partidito de bolsillo y al amparo de la ley y de la Constitución se dedicó a conspirar. Un día se presentó en los cuarteles ante los mismos soldados y oficiales, que había dejado años atrás, soldados y oficiales que estaban echando de menos los privilegios y las prebendas que recibían en la época de Batista, llegó Batista y los soldados se le cuadraron. ¡Adiós Constitución, adiós república, adiós ilusión, adiós todo aquel día! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

Estoy tratando de saber si un campanero mío trae el documento que escribí yo a los seis días después del 10 de marzo. Valdría la pena podérselo leer al pueblo de Venezuela (EXCLAMACIONES DE: "¡Que viva Fidel Castro!").

Son errores que, naturalmente, los pueblos los tienen que pagar muy caros. Esos errores le costaron a nuestra patria 20 000 cubanos muertos, porque yo quiero decirles que en los campos de batalla no murieron más de 500 cubanos, en cambio, más de 19 000 cubanos murieron asesinados por la tiranía, por esos "angelitos" que ahora dicen que nosotros estamos ejecutando (EXCLAMACIONES DE: "¡Que los fusilen, Fidel, toditos!").

Naturalmente que todo gobierno que llegue al poder por la fuerza tiene que gobernar mediante el terror, no es como actualmente ocurre en Cuba, donde ha llegado al poder la Revolución con el respaldo de más del 90% del pueblo, y no hacen falta ni policías en las calles (APLAUSOS). No hay que emplear la menor fuerza coercitiva, porque el primer interesado en que haya paz, haya orden y se hagan las cosas bien es el pueblo; pero cuando el pueblo está en contra de un gobierno que toma el poder a traición y por la fuerza, inmediatamente se inicia la era del terror: no se pueden permitir reuniones, no se pueden permitir actos públicos, tribunas independientes, no se puede permitir libertad de prensa, no se puede permitir nada. Empieza el robo y no se puede permitir que llamen ladrón al que está robando; torturan y no se le puede permitir que le digan torturador al que esté torturando; empieza el nepotismo, empieza el privilegio, empieza la malversación, empieza el negocio turbio, empieza la explotación en todos los órdenes y hay que acallar el pueblo y ahogar en sangre la protesta (EXCLAMACIONES).

A los venezolanos no tengo que hablarles de eso, por supuesto; saben de sobra, porque somos los venezolanos y los cubanos hermanos gemelos en la desgracia y en el dolor (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva Fidel!").

Se inició la era del terror en Cuba en el año 1952, a 80 días de unas elecciones generales, como se inició la era del terror en Venezuela en el año 1948 —fue más o menos unos meses después de las elecciones generales—, cuando más confiado estaba el pueblo de Venezuela, cuando más ilusionado estaba el pueblo de Venezuela con sus libertades y con las perspectivas de un formidable porvenir, a las que tenía derecho este pueblo por la extraordinaria riqueza de su suelo, porque es uno de los Estados más ricos del mundo que, de haberse invertido esa riqueza en bien del pueblo, no se sabe lo que sería Venezuela hoy, el estándar de vida más alto del mundo (EXCLAMACIONES DE: "¡Esos son los yankis, Fidel!"). Vino el miserable traidor de Pérez Jiménez y compañía (ABUCHEOS), y los venezolanos tuvieron que soportar 10 años; que, naturalmente, 10 años bajo la tiranía son 10 siglos bajo el terror, la policía de Seguridad, la tortura y todo género de acto de abuso, de persecución y de barbarie. Diez años y nadie se compadeció del pueblo de Venezuela, el bárbaro de Estrada asesinaba y torturaba, pero ningún congresista se paró allí en Estados Unidos a protestar contra eso (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva Fidel Castro! ¡Viva Cuba!).

Durante 10 años las cárceles se llenaban con centenares y millares de presos políticos, sin juicio de ninguna clase, allí morían, y no se organizaba ninguna campaña de prensa contra aquello; las agencias internacionales no organizaban esas campañas en todos los lugares del mundo para protestar, porque si lo hubieran hecho se habría caído la dictadura de Pérez Jiménez, no habría durado ni dos años (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Viva Fidel!"). Todo lo contrario, Pérez Jiménez obtuvo su reconocimiento, relaciones amistosas, armas, afecto, cariño, condecoraciones y aplausos de todas clases, naturalmente porque era el que convenía a esos intereses que organizan esas campañas; y el pueblo de Venezuela solo, absolutamente solo, sin que nadie lo ayudara, tuvo que soportar aquellos 10 años de horrible opresión y de vergonzosa y criminal tiranía, lo que tuvo que soportar hasta que un día pasó lo que pasa cuando los pueblos se cansan y se indignan, y hacen lo que hizo el pueblo de Venezuela. Cuando nadie en el mundo creía que Pérez Jiménez iba a ser derrocado, cuando nadie en el mundo lo creía porque en Venezuela había mucho dinero y se construían muchas obras y parecía consolidado aquel régimen, cuando menos se lo imaginaban, la ira del pueblo, la dignidad del pueblo, el valor del pueblo derroca la tiranía de Pérez Jiménez (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

Aquella digna actitud del pueblo provocó la reacción favorable y ganó la simpatía de los círculos más progresistas, lo que produjo un aliento extraordinario en el pueblo de Cuba: desde aquel día no se empezó a hablar más que de huelga general y de huelga general y que había que tumbar a Batista también, igual que habían hecho los venezolanos (APLAUSOS).

No tuvimos tan buena fortuna como los venezolanos, no organizamos la huelga tan bien como la organizaron los venezolanos y fracasamos. Fueron aquellos días muy críticos, en la Sierra Maestra no contábamos más que con 300 fusiles, y después de aquel 9 de abril —que todos recordarán con tristeza, porque fue una derrota de la Revolución—las fuerzas armadas de la dictadura prepararon la más poderosa ofensiva que habían organizado en ningún momento antes; ante el fracaso de la huelga se llenaron de aliento y se lanzaron contra nosotros en la Sierra Maestra. Una vez más, en manos de un puñado de hombres, quedó la victoria o la derrota de la Revolución, pero los rebeldes, que nos habíamos visto en situaciones más difíciles que aquella, nos atrincheramos en la Sierra Maestra y después de 75 días, en vez de 300 fusiles, teníamos 805 fusiles, incluyendo bazucas, morteros, ametralladoras de todas clases, hasta un tanque que le habíamos quitado al enemigo (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Viva Fidel!, ¡Viva el ejército popular!").

La ofensiva sirvió solo para armar al Ejército Rebelde que inmediatamente desató su contraataque, su contraofensiva, que terminó como ustedes saben; pero que no fue, sin embargo, tan fácil, porque no dejaron de ponernos algunas piedras grandes en el camino.

Nosotros habíamos mantenido la tesis siempre de que no aceptábamos golpe de Estado. Porque el problema de los pueblos no podía estar siendo resuelto por los golpes militares, porque eso reducía a los pueblos a la impotencia, los reducía a un cero a la izquierda en el proceso de su propia historia, y nosotros dijimos: "Los militares pusieron la dictadura, pero la dictadura la va a quitar el pueblo, no los militares (APLAUSOS). Si los militares desean luchar contra la dictadura, que se unan al Ejército Rebelde. ¡Golpe de Estado no!" Lo advertimos bien claramente, porque ya sabemos la historia de los golpes de Estado: se da el golpe de Estado, se restablecen una serie de libertades, se apacigua al pueblo, se le quita al toro de la plaza el capote rojo y cuando el pueblo está apaciguado, tranquilo, hasta un poco decepcionado, porque creen que le van a resolver además todos los problemas, sin darse cuenta de que no se pueden resolver los problemas si no es en una verdadera revolución, cuando empieza a desanimarse, es el momento en que precisamente esperan los eternos enemigos de las libertades de los pueblos para lanzarse de nuevo sobre el poder público y establecer la dictadura por otra temporada (EXCLAMACIONES DE: "¡Esa es la verdad!").

Dijimos: "Golpe de Estado no, porque si hay golpe de Estado seguimos la Revolución; seguimos peleando si hay golpe de Estado, así que o se rinden o se pasan!", y se lo dijimos cuando no teníamos más que unos cientos de combatientes.

Continuó desarrollándose la lucha en Cuba y llega un momento en que el régimen estaba totalmente derrotado, en Oriente había 12 000 soldados copados por nuestras fuerzas; la provincia de Las Villas estaba tomada, la fuerza de Camagüey copada entre nuestras fuerzas de Oriente y de Las Villas (APLAUSOS). En esas condiciones se acerca un general y nos dice que nosotros habíamos ganado la guerra, que no quería más sangre, y propuso un movimiento de acuerdo con el Ejército Rebelde para entregarles todo el poder a los rebeldes. Aceptamos, el día 31 de diciembre tenía que llevarse a cabo el movimiento, pero el general no cumplió su palabra; antes de empezar nos traicionó, traiciona lo acordado con nosotros, se subleva en Columbia, da un golpe de Estado, se erige jefe del ejército y nombra a un presidente títere. Pero como dijimos nosotros: aquella mañana había dado un salto mortal en el vacío. Les dimos instrucciones a todas las columnas de continuar el ataque, de proseguir las operaciones militares y le dimos al pueblo la consigna de lanzarse a la huelga general revolucionaria.

El resultado fue que el mismo día se cayeron dos gobiernos, el primero de enero se cayó Batista y el gobierno que pusieron allí después de Batista (RISAS Y APLAUSOS). Y la huelga general no cesó hasta que todas las fortalezas militares estuvieron en manos del Ejército Rebelde. No había problemas, se acabaron para siempre las conspiraciones. El ejército quedó totalmente desarmado en Cuba, todas las armas pasaron a manos del Ejército Rebelde. En aquella revolución que se había producido en aquella forma, que inmediatamente después del triunfo establece un orden perfecto, porque era un orden en colaboración con el pueblo, se dio el caso insólito de que nadie fuese arrastrado —eso no se había dado nunca en ninguna revolución—, se dio el caso insólito de que una capital de más de un millón de habitantes, como La Habana, quedase sin policía y existiese allí un orden perfecto, absoluto; porque en La Habana —quiero que lo sepan— los que cuidan el orden son los boy-scout (APLAUSOS).

Los que auguraban que el triunfo de la Revolución era la anarquía, que el triunfo de la Revolución era un torrente de sangre, que era el desorden y el caos, se quedaron asombrados ante aquel formidable acontecer revolucionario; pero, además, se dieron cuenta de que aquella Revolución era invulnerable, porque aquella Revolución era una revolución consolidada, puesto que todas las armas estaban en manos de los revolucionarios; además, se daban cuenta de que los hombres que habían hecho aquella Revolución no estaban dispuestos a transigir con los intereses creados y que estaban dispuestos a hacer una verdadera revolución en su patria.

¿Cuál fue el resultado? El resultado fue que antes de los tres días se lanzase contra nuestro pueblo una campaña internacional de difamación. Los monopolios que controlan las agencias internacionales de cables, comenzaron a lanzar hacia todo el mundo la noticia de que nosotros estábamos realizando ejecuciones en masa de partidarios de Batista sin previo juicio. No decían que estaban siendo sometidos a juicios los criminales de guerra que habían asesinado y torturado a 20 000 compatriotas. No, decían que eran los partidarios de Batista y que estaban siendo ejecutados en masa sin previo juicio, y comenzaron a divulgar por todo el mundo aquella noticia para enajenarle a la Revolución Cubana la simpatía de los pueblos.

Los pueblos de América estaban acostumbrados a esos excesos, no era raro para los pueblos de América ver encumbrarse a los déspotas que asesinan en masa y ejecutan sin juicio a indefensos ciudadanos, por eso la mentira podía prender, por eso empezaron a decirles a los pueblos de América que el poder había sido tomado por una nueva camarilla de criminales, que un nuevo déspota estaba en el poder y que estaban allí realizando ejecuciones en masa. Les ocultaban a los pueblos la gran verdad de aquella Revolución ejemplar, no les dijeron a los pueblos el respeto que había tenido el Ejército Rebelde para los prisioneros de guerra; no les dijeron a los pueblos los cientos de vidas que salvaron en los propios soldados enemigos heridos los médicos del Ejército Rebelde, lo que puede atestiguar la Cruz Roja Internacional (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Viva Fidel! ¡Viva Cuba libre!").

No dijeron que durante dos años y un mes de guerra no había ocurrido jamás un solo asesinato de prisionero ni un solo caso de tortura o de maltrato a un prisionero de guerra; no dijeron que en nuestra patria había una libertad absoluta en todos los órdenes; no dijeron que había una paz y un orden absoluto; no dijeron ninguna de aquellas cosas positivas de la Revolución Cubana que podían servir de ejemplo y que servirían para enaltecer a los pueblos. No, comenzaron a calumniar a la Revolución. ¿Calumniarla por qué? Porque el pueblo cubano se tomaba el derecho de implantar por primera vez justicia en su propia patria, la justicia que nunca se había implantado (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

Hombres que habían estado asesinando durante siete años, hombres que asesinaron mujeres, hombres que violaron a madres de familias, hombres que asesinaron niños, hombres que llevaron el terror y la tortura a extremos inauditos, hombres que sacaban fotografías de nuestros compatriotas mutilados, de nuestros compatriotas torturados para luego ir a disfrutar sádicamente de aquel espectáculo en sus orgías y bacanales, porque esas fotos que hemos ocupado, esas fotos las tomaron ellos y las hemos ocupado en los despachos de los principales esbirros que en su fuga ni siquiera tuvieron tiempo de llevárselas (EXCLAMACIONES). No era posible que aquellos hombres, que aquellos bárbaros, que aquellos seres infrahumanos quedasen sin castigo. No. ¿Por qué iban a quedar sin castigo hombres que habían asesinado en algunos casos hasta a más de 100 cubanos? ¿Por qué iban a quedar sin castigo los que no tuvieron piedad para sus semejantes, los que no tuvieron compasión para sus semejantes, los que sembraron el luto, la muerte y el dolor por doquier durante siete años? ¿Por qué? ¿Por qué iba a renunciar nuestro pueblo a que se hubiera hecho la justicia? Nada hay más dañino a una sociedad que la impunidad del delito (APLAUSOS). Cuando el crimen permanece impune, la venganza toma el lugar de la justicia; los familiares, los amigos y los compañeros de las víctimas, que no pueden soportar la presencia en las calles de los criminales que les arrancaron la vida, se encargan de hacer la justicia por su propia mano y se siembra la vendetta, la anarquía y el desasosiego en la sociedad.

Nada hay más dañino a los pueblos que la impunidad del crimen, porque, precisamente, la impunidad del crimen fue la causa de que en nuestro pueblo se produjera esa camarilla de asesinos, se produjera ese tipo de hombre bajo, ruin, salvaje, que no tiene la menor sensibilidad por los derechos y por los sentimientos de los demás, que no tiene la menor sensibilidad ante el dolor de los demás. Ese tipo de hombre bajo se gesta solo en aquellas sociedades donde no hay justicia.

¿Qué decían los esbirros? Los esbirros se lo decían a los presos cuando los estaban torturando: "No me va a pasar nada, chico; aquí nunca le ha pasado nada a nadie. Mira a Pedraza, con sus millones, a pesar de la gente que mató cómo está en libertad y cómo disfruta de su riqueza y como no le pasó nada. Mira a fulano cómo no le pasó nada; mira al otro cómo no le pasó nada. " Y eso es lo que decían los criminales (EXCLAMACIONES). Por eso torturaron como nunca se había torturado en Cuba, por eso asesinaron como nunca se había asesinado en Cuba.

No podía por ningún concepto admitirse siquiera la idea de que el crimen permaneciese impune. No hay pueblo en la Tierra más sensible que nuestro pueblo, no hay pueblo en esta Tierra más compasivo que el pueblo cubano, ni más generoso que el pueblo cubano. Para comprender qué es el pueblo cubano, baste decir que allí no puede haber espectáculo de toro porque, sencillamente, el pueblo no quiere y le duele ver que aquellos animales caigan allí muertos en la plaza (APLAUSOS).

Si en la ciudad de La Habana el Ministro de Salubridad diese la orden de aniquilar a todos los perros callejeros, inmediatamente surgirían un sinnúmero de protestas contra aquella orden, porque nuestro pueblo es sensible incluso a que se mate un perro en la calle (APLAUSOS). Sin embargo, cosa insólita, tanto había sufrido nuestro pueblo con los criminales de guerra, tan profundo era su dolor, tan honda su tristeza, tan grandes sus heridas, que el pueblo estaba unánimemente de acuerdo en que se fusilara a los esbirros (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).