Electra: 06

De Wikisource, la biblioteca libre.
Electra de Benito Pérez Galdós


Escena V[editar]

CUESTA; PANTOJA, enteramente vestido de negro. Entra en escena meditabundo, abstraído.


CUESTA.- Amigo Pantoja, Dios la guarde. ¿Vamos bien?


PANTOJA.- (Suspira.) Viviendo, amigo, que es como decir: esperando.


CUESTA.- Esperando mejor vida...


PANTOJA.- Padeciendo en ésta todo lo que el Señor disponga para hacernos dignos de la otra.


CUESTA.- ¿Y de salud?


PANTOJA.- Mal y bien. Mal, porque me afligen desazones y achaques; bien, porque me agrada el dolor, y el sufrimiento me regocija. (Inquieto y como dominado de una idea fija, mira hacia el jardín.)


CUESTA.- Ascético estáis.


PANTOJA.- ¡Pero esa loquilla...! Véala usted correteando con los chicos del portero, con los niños de Máximo y con otros de la vecindad. Cuando la dejan explayarse en las travesuras infantiles, está Electra en sus glorias.


CUESTA.- ¡Adorable muñeca! Quiera Dios hacer de ella una mujer de mérito.


PANTOJA.- De la muñeca graciosa, de la niña voluble, podrá salir un ángel más fácilmente que saldría de la mujer.


CUESTA.- No le entiendo a usted, amigo Pantoja.


PANTOJA.- Me entiendo yo... Mire, mire cómo juegan. (Alarmado.) ¡Jesús me valga! ¿A quién veo allí? ¿Es el Marqués de Ronda?


CUESTA.- El mismo.


PANTOJA.- Ese corrompido corruptor, Tenorio de la generación pasada, no se decido a jubilarse Por no dar un disgusto a Satanás...


CUESTA.- Para que pueda decirse una vez más que no hay paraíso sin serpiente.


PANTOJA.- ¡Oh, no! ¡Serpiente ya teníamos! (Nervioso y displicente, se pasea por la escena.)


CUESTA.- Otra cosa: ¿no se ha enterado usted de la millonada que los traigo?


PANTOJA.- (Sin prestar gran atención al asunto, fijándose en otra idea que no manifiesta.) Sí, ya sé... ya... Hemos ganado una enormidad...


CUESTA.- Evarista completará su magna obra de piedad...


PANTOJA.- (Maquinalmente.) Sí.


CUESTA.- Y usted dedicará mayores recursos a San José de la Penitencia.


PANTOJA.- Sí... (Repitiendo una idea fija.) Serpiente ya teníamos. (Alto.) ¿Qué me decía usted, amigo Cuesta?


CUESTA.- Que...


PANTOJA.- Perdone usted... ¿Es cierto que el vecino de enfrente, nuestro maravilloso sabio, inventor y casi taumaturgo, piensa mudar de residencia?


CUESTA.- ¿Quién? ¿Máximo? Creo que sí. Parece que en Bilbao y en Barcelona acogen con entusiasmo sus admirables estudios para nuevas aplicaciones de la electricidad; y le ofrecen cuantos capitales necesite para plantear estas novedades.


PANTOJA.- (Meditabundo.) ¡Oh!... Capital, dentro de mis medios, yo se lo daría, con tal que...