Elementos de economía política: 79

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Capítulo XX : De la contribución.[editar]

    • I. Definición de la ciencia económica.
    • II. De los efectos y de la naturaleza de la contribución. -Contribución proporcional y contribución progresiva.
    • III. De la base de la contribución. -Contribución directa e indirecta.
    • IV. Administración y contratas. -Contribución única.

§. IV. : Administración y contratas. -Contribución única.[editar]

La administración se compone de empleados públicos que recaudan los impuestos a costa y por cuenta del Estado que manda.
Las contratas se hacen por empresas particulares, que dan al Estado una suma fija y recaudan la contribución, con arreglo a las leyes, pero teniendo siempre alguna ganancia; este es el sistema antiguo [1]. La rapacidad de los contratistas ha llegado a ser proverbial, y el odio que inspiraban fue uno de los cargos de la revolución (en Francia) contra el antiguo orden de cosas. En general, las cuestiones relativas a los sistemas tributarios se rozan todas más o menos con la insurrección; y por eso este punto debe ocupar constantemente a los gobernantes.
543. Desde que ya lo hizo Vauban [2], muchos han demostrado la conveniencia de una contribución única que evitase tantas discusiones, tantos actos arbitrarios, tantas dilapidaciones, tantos gastos. La cuestión se ha pasado al estado de axioma; pero falta aún discurrir los medios de establecer una contribución única que esté en relación con la renta de cada particular, evitando por parte del poder una inquisición odiosa e ineficaz, u obteniendo del contribuyente una declaración franca y leal. La base normal de la contribución no podrá intentarse hasta que los interesados no puedan negar la legitimidad de los análisis económicos que indiquen sobre qué puntos debe gravitar el tributo, y cuando los datos estadísticos hayan alcanzado una perfección que escasamente sospechamos; muy lejos estamos, pues, aún de la utopía de Vauban. Por ahora, los más hábiles hacendistas consideran preferibles, a falta de otra cosa mejor, las contribuciones establecidas hace mucho tiempo, y que los contribuyentes están acostumbrados a pagar; para ellos las mejores son todavía las contribuciones indirectas, que los mismos contribuyentes (gabbatti, chasqueados) pagan sin advertirlo.
544. Como observación general relativa a este capítulo, diremos que los economistas no han desentrañado todavía bastante la índole de la contribución ni las numerosas cuestiones anejas a esta parte del consumo de las riquezas, o más bien, que todavía no se han debatido suficientemente las doctrinas de los economistas que en ellas se han ocupado [3].
545. En el estado de ignorancia general de estas materias, en que por desgracia nos hallamos, bueno será que recordemos las siguientes proposiciones:
La contribución nunca debe ser contraria a la moral pública.
Debe recaudarse en el momento en que el contribuyente se halla más en estado de pagarla.
No es lícito, como decía Necker, establecer una contribución o hacer un empréstito antes de haber apurado los recursos que el orden y la economía pueden producir.

  1. En Francia; para nosotros, por desgracia, es todavía moderno. Recientes están, entre otras, las famosas contratas de los señores Riera y Salamanca.
  2. Proyecto de un diezmo real, contenido en los Economistas hacendistas, tomo I de la Colec. de los princip. económ.
  3. Véanse, además de los libros de Adan Smith y de J. B. Say, los Principios de Economía política y de la contribución, de Ricardo, y el Curso de Economía política, de Flórez Estrada, parte IV, cap. V.