Enrique IV: Segunda parte, Acto V, Escena V

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Enrique IV de William Shakespeare
Segunda parte: Acto V, Escena V



ACTO V ESCENA V

Una plaza cerca de la abadía de Westminster.

(Entran dos grooms y cubren el suelo con esteras)

ler. GROOM.- ¡Más esteras, más esteras!

2° GROOM.- Las trompetas han tocado dos veces.

ler. GROOM.- Serán las dos antes que vuelvan de la coronación. Despachemos, despachemos.

(Los grooms salen)

(Entran Falstaff, Trivial, Pistola, Bardolfo y el Paje)

FALSTAFF.- Colocaos cerca de mí, maese Roberto, Trivial; haré que el rey os distinga. Le guiñaré el ojo así que llegue y observad que cara va a ponerme.

PISTOLA.- Dios bendiga tus pulmones, buen caballero.

FALSTAFF.- Ven aquí, Pistola; colócate detrás de mí

(a Trivial)

¡Oh! si hubiera tenido tiempo de mandar hacer libreas nuevas, habría gastado en ellas las mil libras que me habéis prestado. Pero no importa; esta pobre apariencia conviene más. Le hará comprender mi celo por verle.

TRIVIAL.- Así lo creo.

FALSTAFF.- Hará ver el calor de mi afecto.

TRIVIAL.- Así lo creo.

FALSTAFF.- Mi devoción.

TRIVIAL.- Así lo creo, así lo creo.

FALSTAFF.- Revelará que he estado a caballo todo el día y toda la noche, sin deliberar, sin acordarme de nada, sin tiempo ni paciencia para mudarme.

TRIVIAL.- Es bien cierto.

FALSTAFF.- Y que he venido a colocarme aquí, maculado aun por el viaje, sudando del deseo de verle, no pensando en otra cosa, olvidando todo otro asunto, como si no tuviera otra cosa que hacer en el mundo, sino verle.

PISTOLA.- Es semper idem, porque abs que hoc nihil est. Eso está en regla.

TRIVIAL.- Así es, ciertamente.

PISTOLA.- Mi caballero, voy a inflamar tu noble hígado y hacerte encolerizar. Tu Dorotea, Helena de tus nobles pensamientos, está en un inmundo calabozo, en una infecta prisión, adonde la han arrastrado las más villanas y sucias manos. Levanta de su antro de ébano la vengadora serpiente de la feroz Alectro, porque Dorotea está en el violín. Pistola sólo habla la verdad.

(Aclamación en el interior y toques de trompeta)

FALSTAFF.- Yo la libertaré.

PISTOLA.- He ahí los rugidos del mar y el brillante sollar de las trompetas.

(Entran el Rey con su séquito, en el cual se ve al Justicia Mayor)

FALSTAFF.- ¡Dios salve a tu Gracia, rey Hal! ¡mi real Hal!

PISTOLA.- ¡Los cielos te guarden y te preserven, muy augusto vástago de la fama!

FALSTAFF.- ¡Dios te salve muchacho querido!

REY ENRIQUE V.- Milord Justicia, hablad a ese insensato.

LORD JUSTICIA.- ¿Estáis en vuestro sentido? ¿Sabéis lo que decís?

FALSTAFF.- ¡Mi Rey! ¡Mi Júpiter! ¡Es a ti a quien hablo, mi corazón!

REY ENRIQUE V.- No te conozco, anciano. Ve a tus oraciones. ¡Qué mal sientan los cabellos blancos a un loco y a un bufón! Largo tiempo he soñado con un hombre de esa especie, tan hinchado por la orgía, tan viejo y tan profano. Pero, despierto, he despreciado mi sueño. En adelante, amengua tu cuerpo y aumenta tu virtud; abandona la glotonería; sabe que la tumba se abre para ti tres veces más ancha que para el resto de los hombres. No me contestes con una bufonada. No presumas que soy lo que fui; porque el cielo lo sabe y el mundo se apercibirá, que he despojado en mí el antiguo hombre y que otro tanto hará con aquellos que fueron mis compañeros. Cuando oigas que soy lo que fui, acércateme y serás lo que fuiste, el tutor y el incitador de mis excesos. Hasta entonces, te destierro, bajo pena de muerte, como he hecho con el resto de mis corruptores y te prohíbo permanecer a menos de diez millas de mi persona. En cuanto a medios de subsistencia, yo los proveeré, para que la falta de recursos no te empuje al mal; y si sabemos que os habéis reformado, entonces, de acuerdo con vuestras facultades y méritos, os ocuparemos.

(Al lord Justicia)

Encargaos, milord, de hacer cumplir nuestras órdenes. Adelante.

(Salen el Rey y su séquito)

FALSTAFF.- Maese Trivial, os debo mil libras.

TRIVIAL.- ¡Ay! Si, Sir John, os ruego me permitáis llevármelas a casa.

FALSTAFF.- Dificilmente podrá ser, maese Trivial; no os apesadumbréis por esto; pronto me hará llamar en privado; ya comprenderéis que esto lo hace por la galería. No temáis por vuestro ascenso; aun seré el hombre que os hará grande.

TRIVIAL.- No alcanzo a comprender cómo, a menos que me deis vuestra casaca y me rellenéis de paja. Os ruego, Sir John, devolvedme al menos quinientas de mis mil libras.

FALSTAFF.- Caballero, mantendré mi palabra; lo que habéis oído, no es más que un color.

TRIVIAL. - Temo que moriréis con ese color, Sir John.

FALSTAFF.- No temáis los colores y venios a comer conmigo. Vamos, teniente Pistola; vamos, Bardolfo; seré llamado antes de la noche.

(Vuelven el Príncipe Juan, el lord Justicia Mayor, oficiales etc.)

LORD JUSTICIA.- Vamos, llevad a Sir John Falstaff a la prisión de Fleet-Street y con él a todos sus compañeros.

FALSTAFF.- Milord, milord...

LORD JUSTICIA.- No puedo hablar ahora; en breve os oiré. Llevadles.

PISTOLA.- Si fortuna me tormenta, esperanza me contenta.

(Salen Falstaff, Trivial, Pistola, Bardolfo, el Paje y los oficiales)

PRÍNCIPE JUAN.- Me gusta esa hermosa conducta del rey; entiende que sus compañeros habituales sean dignamente auxiliados; pero todos son desterrados hasta que sus hábitos parezcan al mundo más cuerdos y decorosos.

LORD JUSTICIA.- Así es.

PRÍNCIPE JUAN.- El rey ha convocado su parlamento, milord.

LORD JUSTICIA.- En efecto.

PRÍNCIPE JUAN.- Apostaría que, antes de concluir el año, llevaremos nuestras armas nacionales y nuestro ardor nativo hasta Francia. He oído cantar eso a un pájaro y me ha parecido que su música agradaba al rey. Vamos, ¿venís?

(Salen)