Enrique IV: Segunda parte, Prólogo

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PRÓLOGO

WARKWORTH- Delante del Castillo de Northumberland.

(Entra el Rumor, con un traje sembrado de lenguas pintadas)

EL RUMOR.- Tended los oídos; porque, ¿cuál de vosotros querría cerrar el paso al sonido, cuando habla el ruidoso Rumor? Yo, desde el Oriente hasta el Ocaso entristecido, haciendo del viento mi caballo de posta, divulgo sin cesar los actos comenzados en este globo de tierra. De mis lenguas brotan constantemente imposturas, que traduzco en todos los idiomas y que llenan de falsas relaciones los oídos de los hombres. Hablo de paz, mientras la encubierta hostilidad, bajo la sonrisa de la seguridad, desgarra al mundo. Y ¿quién sino el Rumor, quién sino yo, reúne las gentes azoradas y prepara la defensa, mientras el año, preñado de alguna nueva catástrofe, parece llevar en su seno una guerra cruel y tiránica? ¡Y no hay tal cosa! El Rumor es una flauta que soplan las sospechas, los celos, las conjeturas, instrumento tan sencillo y tan fácil, que el rudo monstruo de innumerables cabezas, la discordante y ondeante multitud, puede tocarlo. Pero ¿qué necesidad tengo de anatomizar así mi cuerpo bien conocido entre mis familiares? ¿Porqué está aquí el Rumor? Corro delante de la victoria del rey Enrique, quien, en un sangriento campo cerca de Shrewsbury, ha deshecho al joven Hotspur y sus tropas, apagando la llama de la audaz rebelión, en la sangre misma de los rebeldes. Pero, ¿qué hago, al principiar diciendo la verdad? Mi oficio es divulgar a lo lejos que Harry Monmouth cayó bajo el furor de la espada del noble Hotspur y que el rey, ante la cólera de Douglas, inclinó la sagrada cabeza hasta la muerte. Esto he esparcido a través de las aldeas entre el real campo de Shrewsbury, hasta esta yerma fortaleza carcomida, donde el padre de Hotspur, el viejo Northumberland, se finge enfermo; los correos llegan jadeantes y ninguno entre ellos trae otras noticias que las que de mí han sabido. De las lenguas del Rumor, traen los halagüeños consuelos de la mentira, peores que el verdadero mal.

(Sale)