Gramática de la Lengua Castellana: 1.03

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Gramática de la Lengua Castellana
Parte I: Del número, propiedad, y oficio de las palabras
Capítulo III: Del nombre​
 de Real Academia Española

EL NOMBRE es una palabra que sirve para nombrar las cosas. Divídese en sustantivo, y adjetivo.


Artículo I: Del sustantivo

NOMBRE SUSTANTIVO es el que significa alguna sustancia corpórea, ó incorpórea, como: hombre, árbol, piedra, entendimiento, ciencia, virtud. Subsiste por si mismo en la oracion, sin necesidad de que se le junte otra palabra que le califique. Quando decimos: salí de mi casa: entré en la Iglesia, los sustantivos casa, Iglesia, subsisten por si mismos en la oracion, sin expresar si la casa es grande, ó la Iglesia es chica.


Artículo II: De la division del sustantivo en nombre comun y propio

EL SUSTANTIVO se divide en comun, y propio. Nombre comun, que tambien llaman apelativo, es el que conviene á muchas cosas; y nombre propio es el que no conviene sino á una. Ciudad es nombre comun á todas las ciudades, pero Toledo es nombre propio, porque no conviene sino á la ciudad llamada así. Villa es nombre comun á todas las villas, pero Madrid es nombre propio de la que hoy es Corte del Rey nuestro Señor. Y á este tenor, rio, reyno, y otros semejantes, son nombres comunes á todos los rios, y reynos; pero Tajo, Guadalquivir, Castilla, Leon, son nombres propios de los rios, y reynos así llamados. Hombre, y muger tambien son nombres comunes, porque el de hombre conviene á todos los hombres, y el de muger á todas las mugeres; pero Fernando, Isabel, son nombres propios. No estorva para esto el que haya muchos pueblos, y muchas personas de un mismo nombre, pues consiste en que unos tienen los nombres propios de otros, y de aquí ha resultado la necesidad de distinguirse los pueblos por alguna denominacion, como: Xerez de la Frontera, Xerez de los Caballeros; y las personas por sobrenombres, ó apellidos.


Artículo III: Del adjetivo

NOMBRE ADJETIVO es el que se junta al sustantivo para denotar su calidad, como: bueno, malo, blanco, negro. El adjetivo no puede estar en la oracion sin sustantivo expreso, ó suplido. Está expreso quando decimos: hombre bueno; y suplido quando decimos: el bueno ama la virtud: ó el azul de este paño es muy subido; porque se suplen los sustantivos hombre, y color. En estos casos se dice que los adjetivos están sustantivados, ó que se usan como sustantivos.

Hay adjetivos de dos terminaciones, la una en o para el sustantivo masculino, y la otra en a para el femenino, como: hombre blanco, muger blanca. La terminacion del masculino sirve tambien para el artículo lo, y para algunos pronombres neutros acabados en o, como se dirá en su lugar.

Otros adjetivos hay de una sola terminacion, como grande, que sirve para todos los sustantivos sean masculinos, ó femeninos expresos, ó suplidos; y para el artículo y pronombres neutros, y así se dice: hombre grande, muger grande, lo grande, esto, eso, ó aquello es grande.

De estos adjetivos de una sola terminacion los mas acaban en e, como: grande, grave, triste, alegre, dulce, suave, insigne, solemne, sublime.

Otros en l, como: paternal, maternal, filial, igual, fiel, vil, varonil, femenil, sutil, fácil, difícil, débil, azul.

Otros en r, como: secular, familiar, particular, mayor, menor, mejor, peor.

Otros en z, como: capaz, tenaz, loquaz, veraz, soez, feroz, atroz, veloz.

Pocos acaban en n, como: ruin, comun; y muy raros en i, como: baladí.

Así los adjetivos de dos terminaciones, como los de una, tienen en ellas las excepciones siguientes.

Los adjetivos bueno, malo, uno, alguno, ninguno, primero, postrero, pierden siempre la última vocal guando se ponen ántes de sustantivo, como: buen señor, mal hombre, un Rey, algun reyno, ningun reynado, al primer sueño, al primer encuentro, el postrer Rey de los Godos, el postrer duelo de España.

El adjetivo Santo pierde la última sílaba quando se pone ántes de los nombres propios de los Santos, como: San Pedro, San Pablo, San Juan. Exceptúanse Santo Tomas, Santo Toribio, y Santo Domingo. Tambien la pierde el adjetivo ciento ántes de sustantivo, como: cien ducados.

El adjetivo grande unas veces pierde la última sílaba ántes de sustantivo, y otras no la pierde. Dícese: un gran caballo: un gran caballero; y tambien se dice: un grande hombre.

El adjetivo tercero unas veces pierde la última vocal ántes de sustantivo, y otras no, pues se dice: al tercer dia, y al tercero dia.

Para que tengan lugar estas excepciones, no es preciso que precedan inmediatamente los adjetivos á los sustantivos, pues suele interponerse otro adjetivo, y así se dice: un hombre, y un buen hombre.

Dividido ya el nombre en sustantivo y adjetivo: el sustantivo en comun y propio; y declaradas las terminaciones del adjetivo, y sus excepciones, conviene tratar del género, número, y declinacion de los nombres, ántes que de otras especies, y diferencias de sustantivos, y adjetivos.


Artículo IV: Del género de los nombres

Nuestra lengua solo conoce dos géneros en los nombres, el uno masculino, y el otro femenino. El primero conviene á los hombres, y animales machos; y el segundo á las mugeres, y animales hembras. Estos son los primitivos, y verdaderos nombres de género masculino, y femenino, porque su significacion distingue los dos sexôs. Exceptúanse algunos que convienen á hombre, y muger, como: vírgen, mártir, testigo, pues se dice: el vírgen, y la vírgen: el mártir, y la mártir: el testigo, y la testigo. Entre los nombres de animales hay algunos que por su significacion son comunes á macho y hembra, pero por el uso son masculinos ó femeninos. Son, por exemplo, masculinos por el uso, raton, milano, cuervo, aunque comunes por significacion á macho, y hembra; y son por el uso femeninos, águila, grulla, perdiz, aunque comunes por significacion á hembra, y macho. A estos nombres llaman los Griegos, y Latinos, epicenos; pero entre nosotros son de aquel género que señalan los artículos, y adjetivos con que se juntan. Quando se dice: el raton chico, la perdiz mediana, no se puede dudar que raton es masculino, y perdiz femenino, porque así lo denotan los artículos, y adjetivos: ni se ganaria nada en llamar epicenos á estos nombres, no consiguiéndose con ello distinguir los machos de las hembras. Si queremos distinguirlos tenemos otro medio fácil, usado, y verdadero, diciendo: milano hembra, ó perdiz macho.

Los demas nombres que no significan macho, ni hembra, se han ido agregando por el uso al uno, ó al otro género, y no se encuentra otra razon que esta, para que roble sea masculino, y encina femenino.

Hay sin embargo algunos de estos nombres en que el uso no ha llegado á fixarse, como son: arte, mar, puente, órden, pues unos los hacen de un género, y otros de otro, y por eso suelen llamarlos ambiguos; pero tampoco pueden constituir diferente género, porque siempre son, ó masculinos, ó femeninos segun los artículos, y adjetivos que reciben. Mar, y puente se usan mas como masculinos, pues se dice: el mar oceano, el mar mediterraneo, el magnífico puente. Arte, y órden suelen ser de diferente género, segun su diferente significacion. Arte, por exemplo, es masculino quando significa la industria y habilidad del hombre, y así se dice: el arte venció á la naturaleza; y es femenino quando se usa en plural, para significar ciertas facultades, como: estudió las artes, cursó las artes, las artes liberales, las nobles artes; y también es femenino quando se dice que alguno se valió de malas artes para conseguir alguna cosa. Órden es masculino quando significa gobierno, método, ó colocacion, y así se dice: restableció el buen órden: el buen órden pide que se trate ántes de lo fácil, que de lo difícil; y es femenino quando significa precepto, ó mandato, pues se dice: ha salido una órden del Rey contra los vagabundos: órden muy justa, y santa. Tambien es femenino quando significa alguna profesion, ó instituto, porque aunque se dice: el órden de Santiago, el órden de Santo Domingo, es para evitar la concurrencia de dos vocales, y nunca se dice en plural: los órdenes militares, ni los órdenes religiosos, sino: las órdenes militares, y las órdenes religiosas.

Comoquiera, pues, que se encuentre esta ambigüedad en algunos nombres, nunca los saca de la clase de masculinos, ó femeninos, y así nuestra lengua no conoce sino estos dos géneros.

Solamente se halla una especie de género neutro en el artículo lo, y en algunos pronombres de número singular acabados en o: como ello, esto, eso, aquello, porque quando decimos: lo bueno es apetecible: eso es malo: aquello es peor; no aplicamos estos adjetivos á cosa que tenga género cierto, y determinado.

Para conocer el género de los nombres no necesitamos recurrir á su significacion, ni á su terminacion, como en la lengua latina que carece de artículos. Las reglas que se estableciesen para conocer el género por la significacion, ó por la terminacion de los nombres, serian en el castellano largas, embarazosas, y llenas de excepciones, como lo son en el latin.

Nosotros tenemos en los artículos, y adjetivos un medio fácil y seguro para distinguir los géneros de los nombres. Una vez sabido que los artículos el, y la sirven, el primero para los nombres masculinos, y el segundo para los femeninos, pocas veces se podrá dudar del género de los nombres, porque diciendo: el papel, la carta; aquellos artículos el, y la, declaran que papel es masculino, y carta femenino.

Solo puede quedar duda quando para evitar la concurrencia de vocales damos artículo masculino á los nombres femeninos que empiezan con vocal, como: el agua, el alma. En estos casos en que el artículo no puede servir de regla para conocer el género del nombre, se recurre á los adjetivos buscando alguno que tenga dos terminaciones, como: claro, clara, santo, santa. Sábese ya por el uso de la lengua que no se puede decir el agua claro, ni el alma santo, sino, el agua clara, y el alma santa: luego agua, y alma son de género femenino, porque admiten adjetivos acabados en a que todos son femeninos.

Puede todavia quedar duda quando el adjetivo es de una sola terminacion, y no se sabe fingir de pronto otro adjetivo de dos terminaciones: v. g. oye uno decir, ó vé escrito: el agua dulce, y quiere saber de que género es este nombre agua. El artículo no le basta para salir de la duda, porque como agua empieza por vocal, puede haber recibido artículo masculino en lugar de femenino por elegancia, y uso de nuestra lengua para evitar la concurrencia de vocales. El adjetivo dulce tampoco le puede enseñar el género, porque no acabando en o, ni en a, sabe ya que dulce es adjetivo de una sola terminacion que conviene al nombre masculino, y al femenino. No le ocurre prontamente para salir de la duda otro adjetivo, ó adjetivos de dos terminaciones, como: claro, clara: turbio, turbia. Que recurso entónces? Mudar el artículo, y el nombre de singular en plural. Verá que no se puede decir los aguas, sino las aguas, y esto le enseñará que agua es femenino.

Es tan cierta, y sin excepcion esta última regla, que solo con ella se pueden saber los géneros de todos los nombres de nuestra lengua que admiten artículos, y tienen plural, y valerse solamente para los demas, ó de los artículos en singular, (en los nombres que los admiten) ó de los adjetivos.


Artículo V: Del número de los nombres

LOS NÚMEROS DE LOS NOMBRES son dos. El que significa uno es del número singular, como: hombre, muger, y el que significa de dos en adelante, por muchos que sean, es del número plural, como: hombres, mugeres.

Los nombres acaban en el singular de varias maneras; pero en el plural todos acaban en s. Los que en el singular acaban en vocal no aguda, forman el plural añadiendo una s, como: carta, cartas, libro, libros. Los acabados en vocal aguda, forman el plural añadiendo es, como: alvalá, alvalaes: borceguí, borceguíes: alhelí, alhelies. Maravedí tiene tres plurales maravedies, maravedis, y maravedises. El segundo es el mas usado. Los nombres que en singular acaban en consonante, forman el plural en es, como: verdad, verdades: real, reales: pan, panes: amor, amores: mes, meses: relox, reloxes: cruz, cruces.

La mayor parte de los nombres tienen número singular, y plural, porque hay uno, y muchos hombres: una, y muchas mugeres: uno, y muchos árboles, etc. pero hay algunos que tienen singular, y no plural, y otros que tienen plural, y no singular. Debieran no tener plural los nombres que significan alguna cosa única, como: Mundo, Sol, Luna, y los demas planetas: los nombres de los quatro elementos, y otros semejantes; pero el uso quiere muchas veces lo contrario, pues se dice: El Rey es Emperador de dos mundos. Los soles son picantes. No todas las lunas son buenas para cortes de madera. Reynan ayres nortes. Viene de remotas tierras. De los hierros el mejor es el de Vizcaya.

Tampoco debiera tener plural el nombre adjetivo uno, pues parece que repugna á su significacion; pero sin embargo se dice: unos bueyes, unas vacas: los quatro unos por ciento.

Pudiera darse razon de este uso diciendo, por exemplo, que el plural mundos se usa despues del descubrimiento de la América, llamada por su gran extension, nuevo mundo. Que el plural soles no está allí por el planeta, sino por sus efectos. Que el de lunas está por lunaciones. Que tierras no está por el elemento, sino por algunas regiones, ó partes de la tierra, y á este tenor todos los demas; pero esto pediria una continuada explicacion, y al fin vendríamos á parar en que se halla plural á estos nombres.

No pudiéndose establecer regla general, bastará advertir, que algunos nombres, ó no tienen plural, ó le tienen rara vez, como son los siguientes.

De los nombres de las quatro partes del Mundo, Europa, Asia, Africa, y América, los tres primeros nunca tienen plural. El quarto suele tenerle, pues decimos: las dos Américas, para denotar las dos partes setentrional, y meridional de la América.

Muchos nombres de reynos como: Francia, Inglaterra, Cerdeña, Polonia, Suecia, tampoco tienen plural. España solo le tiene quando en los dictados del Rey nuestro Señor se dice: Rey de las Españas, aludiendo á que en tiempo de los Romanos estuvo dividida en citerior, y ulterior. La misma division tuvo Sicilia, pues lo que hoy es reyno de Nápoles se llamaba Sicilia citerior, y la Isla de Sicilia, ulterior: de donde viene que el Rey nuestro Señor se intitula: Rey de las dos Sicilias.

Lo propio que de los reynos se puede decir de las provincias, rios, montes, pues aunque comunmente carecen de plural, algunas veces suelen tenerle, como quando se dice: las Andalucías para denotar la alta, y baxa en que se divide Andalucía.

Los nombres de pueblos no tienen plural en la significación, pero muchos le tienen en la terminacion, como:

Dos Barrios.
Dos Hermanas.
Tres Casas.
Cien Pozuelos.
Las Navas.
Las Brozas.
Los Hoyos.
Los Balbases.
Casas Buenas.
Menas Albas.
Palacios Rubios.

Y otros muchos. También suelen comprehenderse baxo de un plural dos pueblos cercanos de un mismo nombre, como: los Velez: los Carabancheles.

Los nombres de algunas artes, ciencias, y profesiones tampoco tienen plural, como: Arquitectura, Astronomía, Agricultura. Otros le tienen, pues se dice: la Matemática, y las Matemáticas.

Los nombres propios de personas no tienen plural, aunque familiarmente suele decirse: los Pedros, las Marias, para denotar el conjunto de los que tienen estos nombres.

Los nombres adjetivos de algunos mares que se usan como sustantivos, tampoco tienen plural, como: el Oceano, el Mediterraneo, el Adriático, el Báltico.

Tampoco tienen plural algunos nombres colectivos, como: la Infantería, la Caballería, la Artillería, el Catolicismo, el Christianismo; y otros semejantes, que hallarán los curiosos. Estos basten por exemplo.

Al contrario de los nombres referidos que no tienen plural, hay otros que tienen plural, y no singular, como son:

Albricias.
Alforjas.
Angarillas.
Bofes.
Exequias.
Livianos.
Parias.
Parrillas.
Puches.
Rehenes.
Tenazas.
Tixeras.
Trébedes.
Víveres.

No es esto tan general y sin excepcion, que alguna vez no se usen algunos de estos nombres en singular diciendo: echó la tixera: previno la alforja: hacer tenaza; pero pueden reputarse como nombres plurales, porque rara vez se usan en singular.

La regla mas segura para distinguir los nombres que carecen de número singular, ó plural, es valerse de los artículos. Todo nombre que no admite sino el artículo el, ó la no tiene plural. Todo nombre que no admite sino el artículo los, ó las no tiene singular. Los nombres que admiten unos y otros artículos, tienen singular, y plural.


Artículo VI: De la declinacion de los nombres

DECLINACION en la Gramática latina es la variacion de un mismo nombre en diferentes casos, ó terminaciones con distinta significacion.

Por exemplo, el nombre Dominus, que significa señor, se declina, ó varía en latin por las seis terminaciones, ó casos siguientes.

EN SINGULAR.
Dominus (el señor).
Domini (del señor).
Domino (para el señor).
Dominum (al señor).
Domine (señor).
à Domino (por el señor).
EN PLURAL.
Domini (los señores).
Dominorum (de los señores).
Dominis (para los señores).
Dominos (á los señores).
Domini (señores).
á Dominis (por los señores).

Nuestra lengua no admite esta variedad de casos, ó terminaciones en los nombres, y solo conoce diferencia entre el singular, y el plural de ellos, segun queda visto en el exemplo que precede, y está explicado en el artículo V. de este capítulo, donde se dice como se forman los plurales.

Para expresar el diferente oficio que cada caso tiene en latin nos servimos de preposiciones, como tambien queda indicado en el mismo exemplo precedente.


Artículo VII: De varias diferencias, ó especies de nombres

Habiendo tratado hasta aquí de lo mas principal que debe saberse en quanto á los nombres sustantivos, y adjetivos, tendrán lugar en este artículo sus diferencias, ó especies.

Nombres primitivos.

Los nombres que no nacen de otros de nuestra lengua se llaman primitivos, como: tierra, monte, palacio. Aunque estos nombres vienen de la latina, y otros vengan de otras, se llaman entre nosotros primitivos, pues de lo contrario quedarian muy pocos en el castellano.

Derivados.

Los que nacen de nombres primitivos se llaman derivados, como: de tierra, terreno, terrestre, terrenal, terruño. De monte, montesino, montero, montería, montaraz. De palacio, palaciego; y así los demas.

En los nombres derivados se comprehenden los gentílicos, ó nacionales, patronímicos, aumentativos, y diminutivos.

Gentílicos, ó nacionales son los que denotan de qué gente, nacion, ó patria es cada uno, como: de España, Español: de Castilla, Castellano: de Leon, Leonés: de Aragon, Aragonés: de Andalucía, Andaluz: de Toledo, Toledano: de Sevilla, Sevillano: de Estremadura, Estremeño: de Madrid, Madrileño.

Patronímicos son los nombres que en lo antiguo significaban filiacion, como: Alvarez que valia hijo, ó hija de Alvaro: Sanchez, de Sancho: Fernandez, de Fernando.

Formábanse del nombre propio del padre mudando la o final en ez. De Mendo, Ordoño, Nuño, salían Mendez, Ordoñez, Nuñez. Exceptúase Munio, ó Muño, de que se formó Muñiz, y Muñoz. Los nombres propios acabados en yo mudaban esta sílaba en ez, y salian: de Pelayo, Pelaez: de Payo, Paez. Los acabados en otra qualquiera vocal adquirian al fin una z, y salian: de Dia (que es Diago y Diego) Diaz: de Lope, Lopez: de Enrique, Enriquez: de Roi, ó Rui (que es Rodrigo) Ruiz. A los nombres propios acabados en qualquiera consonante se les añadia ez, y salian: de Lain, Láinez: de Antolin, Antolinez: de Martin, Martinez.

De algunos nombres propios, como de Alfonso, y Manuel no se acostumbraba sacar patronímicos, y ellos mismos solian servir de tales. Así se vé que varios hijos de Don Alfonso el IX de Leon usáron por patronímico el nombre de su padre, como fueron, entre otros, Don Martin, Doña Urraca, Doña Sancha Alfonso; y Don Juan Manuel hijo del Infante Don Manuel, y nieto de San Fernando usó tambien del nombre de su padre en lugar de patronímico. Garcia se halla usado como nombre propio, y como patronímico, aunque tambien se encuentra Garces y Garcíes, que parecen derivados suyos.

Hasta el reynado de Don Alonso el XI, ó poco ántes, solo los hijos usaban de patronímicos derivados de los nombres propios de sus padres, y no pasaban á los nietos. Despues se fueron haciendo perpetuos, y hereditarios en las familias; y hoy se llaman apellidos patronímicos, pero son verdaderos nombres adjetivos, derivados de nombres propios primitivos de personas.

Nombres aumentativos son los que aumentan la significacion del primitivo de donde se derivan, como: de hombre, hombron, hombrazo, hombronazo, hombrachon. De muger, mugerona, mugeraza, mugeronaza. De grande, grandon, grandote, grandazo, grandonazo.

Algunas veces se usan por elogio, como hombron, que se suele decir por hombre de gran sabiduría. Otras denotan desproporcion y desprecio, como: mozon, caballazo. Otras significan solamente gran corpulencia ó tamaño, como: moceton, mocetonazo, torazo, perrazo.

Los acabados en azo suelen significar dos cosas diferentes, como: zapatazo, zapato grande, y golpe dado con zapato.

Diminutivos son los nombres que disminuyen la significacion de los primitivos de que se derivan, como: de hombre, hombrecito, hombrecico, hombrecillo, hombrezuelo. De muger, mugercita, mugercica, mugercilla, mugerzuela. De chico, chiquito, chiquillo, chicuelo, chiquituelo, chicote. De chica, chiquita, chiquilla, chicuela, chiquituela, chicota.

Los acabados en ito, y en ico se usan por lo comun para mostrar cariño, y aun alguna vez los en illo; pero los en elo siempre denotan desprecio, como: mozuelo, mozuela, muchachuelo, muchachuela.

Así los aumentativos como los diminutivos se forman igualmente de sustantivos que de adjetivos, y para ello tiene nuestra lengua tanta libertad, y facilidad, que seria en vano querer dar exemplo de todas las formas, y ha parecido bastante apuntar las mas usadas.

Colectivos.

Llámanse nombres colectivos los que significan muchedumbre, porque baxo de un solo nombre se recogen, ó comprehenden muchas personas, ó cosas, como: exército, que significa muchos soldados: rebaño, muchas ovejas: arboleda, muchos árboles. A esta semejanza son nombres colectivos tropa, multitud, infinidad, poblacion, junta, senado, plebe, gente, gentío, plantel, plantío, viña, olivar, y otros muchos.

Verbales.

Nombres verbales son los que nacen de verbos, como: de andar, andador, andadura, andadero, andariego: de correr, corredor, correduría, corrimiento: de hacer, hacedor, hacedero, hacimiento, hechura; y otros semejantes. Algunos de los acabados en or son dudosos, porque no se sabe si el nombre viene del verbo, ó el verbo del nombre, como: amor, olor, dolor, sabor, que pueden venir de amar, oler, doler, saber, ó al contrario: aunque bien pueden reputarse por iguales en el orígen.

Compuestos.

Llámanse nombres compuestos los que se componen de palabras castellanas enteras, ó con alguna mutacion, como de dos sustantivos catricofre: de dos adjetivos, verdinegro: de sustantivo, y adjetivo, boquifruncido, boquituerto, cabizbaxo, cañilavado, cuellicorto, cuellilargo, perniquebrado, rostrituerto: de verbo, y nombre, portacartas, portapaz: de verbo y adverbio pujavante: de preposicion y nombre traspie: de dos verbos y conjuncion, vayven.

Estos, y otros semejantes son verdaderos nombres compuestos en nuestra lengua, porque constan de palabras castellanas, aunque algo desfiguradas en la composicion. Otros que llaman compuestos, como: adhesion, exâltacion, reduccion, conduccion, persuasion, influencia, no lo son respecto de nosotros, sino respecto de los latinos de quienes los tomamos.

Positivos, comparativos, y superlativos.

Los nombres adjetivos que solo denotan alguna calidad sin hacer comparacion con otros, se llaman positivos, como: bueno, malo, grande, chico. Los que hacen comparacion con estos se llaman comparativos, como: mejor, peor, mayor, menor, superior, inferior. Y los que sin hacer comparacion denotan calidad en grado superior, se llaman superlativos, como: bonísimo, malísimo, altísimo, baxísimo.

Numerales.

Los nombres de número que sirven para contar, se llaman numerales, y se dividen en absolutos, ó cardinales: en ordinales: en colectivos; y en partitivos. Los cardinales, y ordinales son adjetivos: los colectivos, y partitivos son sustantivos.

Absolutos, ó cardinales son los que sirven absoluta, y sencillamente para denotar el número, como: uno, una, dos, tres, quatro, cinco, seis siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, diez y seis, diez y siete, diez y ocho, diez y nueve, veinte, treinta, quarenta, cinqüenta, sesenta, setenta, ochenta, noventa, ciento, mil. Llámanse cardinales del nombre latino cardo inis que significa quicio, porque son como entrada, y principio de los demas nombres numerales. Ordinales son los nombres de números que denotan el órden, ó colocacion de unas cosas respecto de otras, como: primero, primera, segundo, tercero, quarto, quinto, sexto, sétimo, octavo, nono, décimo, undécimo, duodécimo, décimo tercio, etc. Algunos de estos nombres ordinales acaban tambien en eno, como: noveno, deceno, onceno, doceno, catorceno.

Colectivos son los que significan una cantidad determinada de cosas, como: docena, centenar, millar, millon. En la Poesía son de esta clase los nombres quarteta, quintilla, décima, y los tercetos, y quartetos de los sonetos.

Partitivos son los nombres que significan partes de un entero, como: mitad, tercio, quinto, diezmo, tercia, quarta como: la mitad, el tercio, ó el quinto de los bienes: el diezmo de la cosecha: una tercia, ó una quarta de paño.