Himno para la noche

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​Himno para la noche
por un joven ausente por su culpa de la casa paterna
 de José Joaquín de Olmedo

Admite, oh Dios, oh Padre,
los votos y las gracias
que mi labio te ofrece
cuando el sol, que es tu imagen, se obscurece.

¡Oh, cuántos beneficios
tu diestra ha derramado
mientras tu hermoso día
por el alto cenit resplandecía!

Con tu luz, recibieron
tus mares y tus cielos
y tu tierra florida
y todo tu universo, acción y vida.

Entre tanto tu noche
creciendo va, y al mundo
le roba con presteza
su grata animación y su belleza.

Mas justo es que otros pueblos,
pues todos son tus hijos,
gocen de iguales bienes
que a sus hermanos por acá previenes.

Haz, pues, tengan reposo
los miembros fatigados,
y a nuestra fantasía
sueños tranquilos solamente envía.

Y pueda, yo, siquiera
ser feliz entre sueños,
viendo, en imagen clara,
mi dulce patria y mi familia cara.

Abrace a mis hermanos
y a mi padre... Y mi madre
mil caricias me diga,
me perdone mi culpa y me bendiga.

Que yo, reconocido,
te cantaré, a la aurora,
cuando muera en oriente
su luz vital y su rosada frente.

Y mezclaré mis voces
al trinar de tus aves,
que saludan al día
con deliciosa y plácida armonía.