Historia XVII:Guerra de Polonia

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El rey de Polonia, Segismundo, había sido rey de Suecia (véase Suecia) y no renunciaba a su título; Polonia estaba siempre en guerra con Suecia. Pero Francia, que necesitaba del rey de Suecia contra el emperador de Alemania, había logrado hacer dos treguas entre Polonia y Suecia, y la guerra estaba detenida desde 1630.

La reina de Suecia, Cristina, mujer de espíritu raro, acababa de abdicar, y había hecho reconocer rey de Suecia a su primo, un príncipe alemán, Carlos X Gustavo (1654). El rey de Polonia, Juan Casimiro, hijo de Segismundo, reclamó. No podía soportar, dijo, que el descendiente de una rama colateral de la familia fuera rey de Suecia. Cristina respondió que «su primo probaría su derecho al trono presentando 30.000 testigos».

Carlos X Gustavo era un hombre grueso, de mediana apariencia, aire sencillo, sobrio, muy trabajador, que dormía poco. Se reveló pronto como gran guerrero. Entró en Polonia con un pequeño ejército. Todos los enemigos de Polonia, los rusos, los cosacos, el Elector de Brandeburgo duque de Prusia, invadieron a la vez el país. Los ejércitos polacos capitularon sin combatir.

El ejército ruso ocupó todo el principado de Lituania, pero el de Suecia llegó antes que él a Varsovia y ocupó todo el reino de Polonia. Los nobles polacos se presentaron a prestar juramento a Carlos X, a condición de que les dejaría su religión y sus privilegios, y de que se comprometería a no dar cargos más que a los polacos (1655).

Pero los nobles polacos católicos no soportaron largo tiempo tener que obedecer a un sueco luterano. El pueblo padecía el pillaje de los soldados. Los polacos se sublevaron en el Sur, y manifestaron que se armaban «por su religión, su nación y su libertad». Juan Casimiro tuvo pronto a su servicio un gran ejército de caballeros polacos. Al mismo tiempo, los rusos invadieron las provincias suecas del Báltico.

Carlos X, aventurado con un pequeño ejército en medio de un país hostil, hizo entonces la campaña que consagró su reputación de gran capitán. Con 18.000 hombres atacó delante de Varsovia a un ejército enorme de jinetes polacos y tártaros, y los dispersó (julio de 1656). Los habitantes de los territorios del Báltico rechazaron el ataque del ejército ruso.

El rey de Dinamarca, viendo a los suecos ocupados lejos, creyó el momento favorable para atacar a Suecia. Pero Carlos X, con su rapidez ordinaria y acompañado de 6.000 hombres, salió de Polonia y en tres semanas, habiendo perdido parte de sus caballos, llegó a Dinamarca y ocupó toda la Jutlandia.

Llegado el invierno, Carlos aprovechó la ocasión para pasar el estrecho por encima del hielo e invadió las islas. El deshielo comenzó cuando estaba todavía encima del estrecho. Escribía: «Era terrible caminar de noche sobre este mar helado, en el que había una vara de agua por encima del hielo y el temor a cada instante de ver el mar abrirse».

El rey de Dinamarca, sorprendido, no pudo defenderse y aceptó las condiciones que Carlos X le impuso. Cedió a Suecia las provincias del Sur, la Escania y la Blekingia, que hasta entonces habían sido de Dinamarca. Suecia adquirió así su territorio actual, que se extiende al Sur hasta el Báltico (1658).

Carlos X estuvo a punto de conquistar toda Dinamarca. Desembarcó de nuevo en las islas y puso sitio a Copenhague, pero esta vez la ciudad se defendió. Holanda, el Elector de Brandeburgo, Inglaterra, Francia intervinieron y obligaron a Carlos X a renunciar a la conquista de Dinamarca (1659). Murió en plena guerra (1660), dejando un hijo de cuatro años, que fué el rey Carlos XI.

Suecia hizo la paz con todos sus vecinos, Dinamarca, Polonia y Rusia. La paz de Oliva, cerca de Dantzig, concertada con Polonia (1660), reconoció a Suecia la provincia de Livonia, que Gustavo-Adolfo había conquistado. Suecia poseyó entonces la mayor parte de las costas del Báltico.