Inquisición/2 (DFV)

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Inquisición - Sección II

Como todo el mundo sabe, la inquisición es una invención admirable y en un todo cristiana, para hacer al papa y a los frailes mas poderosos, y para hacer hipócrita a todo un reino.

Por lo común se cree que santo Domingo es el primero a quien debemos esta santa institución. En efecto todavía tenemos una patente dada por este gran santo, concebida en estos propios términos: "Yo Fray Domingo, reconcilio con la Iglesia al nombrado Roger, portador de las presentes, con la condición de que se hará azotar por un sacerdote tres domingos consecutivos, desde la entrada de la ciudad hasta la puerta de la Iglesia, que comerá de viernes toda su vida, que ayunará tres cuaresmas al año, que jamás beberá vino, que llevará el sanbenito con dos cruces, que rezará el breviario todos los días, diez padres nuestros cada día, y veinte a la media noche, que guardará en adelante la continencia, y que se presentará todos los meses al cura ,de su parroquia, &c.; todo esto bajo pena de ser tratado como hereje, perjuro, e impenitente."

Aunque santo Domingo es el verdadero fundador de la inquisición, sin embargo, Luis de Páramo, ese respetable escritor y de las antorchas mas brillantes del Santo oficio, de que hemos hablado en la sección antecedente, dice que Dios fue el primer institutor del Santo oficio, y que ejerció el poder de los frailes predicadores contra Adán en persona. Primeramente fue Adán citado al tribunal; “¿Adán, ubi es?” Y en efecto, añade, la falta de citación hubiera hecho nulo el proceso de Adán.

Los vestidos de piel que Dios hizo a Adán y a Eva, fueron el modelo del sanbenito que el Santo oficio hace llevar a los herejes. Es verdad que por este argumento se prueba que Dios fue el primer sastre; pero no es menos evidente que también fue el primer inquisidor.

Adán fue privado de todos los bienes raíces que poseía en el paraíso terrenal, y de aquí viene que el Santo oficio confisca los bienes de los que condena.

Luis de Páramo observa que los habitantes de Sodoma fueron quemados como herejes, porque la sodomía es una herejía formal. De aquí pasa a la historia de los Judíos, y en todas partes encuentra el Santo oficio.

Jesucristo fue el primer inquisidor de la nueva ley, los papas han sido inquisidores de derecho divino, y en fin comunicaron su poder a santo Domingo, como hemos visto.

En seguida hace la enumeración de todos los que ha hecho morir la inquisición, y encuentra mucho más de cien mil.

Su libro fue impreso en Madrid en el año de 1589 con la aprobación de los doctores, los elogios del obispo y la aprobación del rey. En la actualidad no concebimos unos horrores tan extravagantes y tan abominables; pero entonces nada parecía más natural y más edificante. Todos los hombres se parecen a Luis de Páramo, cuando son fanáticos.

Este Páramo era un hombre sencillo, exacto en las fechas, que no omitía ningún hecho interesante, y que calculaba con escrúpulo el número de víctimas humanas que el Santo oficio había inmolado en todos los países.

Al fin, es bastante conocido el modo de enjuiciar de este tribunal, tan opuesto a la falsa equidad y a la razón ciega de todos los demás tribunales del universo. Un hombre es preso por una simple acusación de las personas mas infames; un hijo puede denunciar a su padre y una mujer a su marido; jamás se carea un acusado con sus acusadores; los bienes son confiscados en provecho de los jueces; o por lo menos así se ha conducido la inquisición hasta nuestros días; en lo que hay alguna cosa de divino, porque es incomprensible que los hombres hayan sufrido este yugo con paciencia.

En fin toda la Europa bendice al conde de Aranda porque ha cortado las uñas y limado los dientes al monstruo; pero este respira todavía.