Juliano/3 (DFV)

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Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

Juliano - Sección III

Aunque ya hemos hablado de Juliano en el artículo Apóstata; aunque a ejemplo de todos los sabios hemos deplorado la horrible desgracia que tuvo de no ser cristiano; y aunque hemos hecho justicia a todas sus virtudes; sin embargo nos vemos obligados a decir todavía dos palabras sobre él.

A esto nos mueve una impostura tan absurda como atroz, que hemos leído por casualidad en uno de esos diccionarillos que inundan la Francia en nuestros días, y que por desgracia son muy fáciles de hacer. Este diccionario teológico es de un ex-jesuita llamado Paulian; el que repite la fábula, tan desacreditada, de que el emperador Juliano arrojó su sangre contra el cielo cuando fue herido de muerte combatiendo contra los Persas, y que exclamó: Has vencido, Galileo: fábula que se destruye por sí misma, pues que Juliano fue vencedor en el combate, y pues que Jesucristo no era ciertamente el dios de los Persas.

Sin embargo Paulian tiene la osadía de afirmar que el hecho es incontestable. ¿Y sobre qué testimonio lo afirma? Porque lo refiere Teodoreto, ese autor de tantas y de tan insignes mentiras; y aun con todo lo refiere como un rumor vago, y se sirve de la expresión se dice [1]. Este cuento es digno de los calumniadores que escribieron que Juliano había sacrificado una mujer a la luna, y que después de su muerte se encontró entre sus muebles un gran cofre lleno de cabezas.

Esta no es la única mentira, ni la única calumnia de que se ha hecho culpable el ex jesuita Paulian. Si estos desdichados supieran el mal que hacen a nuestra santa religión, tratando de apoyarla en la impostura y en las groseras injurias que vomitan contra los hombres más respetables; serían menos atrevidos y menos furiosos: pero no es su fin el sostener la religión, sino el ganar dinero con sus libelos; y como desesperan de ser leídos por las gentes del mundo, compilan, compilan y compilan farrago teológico, con la esperanza de que sus opúsculos harán fortuna en los seminarios.

Se pide perdón muy sinceramente al lector sensato de haber hablado de un ex jesuita llamado Paulian, de otro ex jesuita llamado Nonotte y de otra ex jesuita llamado Patouillet; pero después de haber aplastado las serpientes, ¿no será también permitido matar las pulgas?


  1. Teodoret. Cap. XXV.