La entrevista

De Wikisource, la biblioteca libre.

BALIENTE
Allí viene ño Giménez
con su amigo acoyarao,
¡pucha que es abarbarao
como chivo es ese nene!

JULIÁN
Aquí traigo el foragido
conozca usté estos paisanos,
son dos güenos campusanos
de nombres muy conocidos.

LUCIANO SANTOS
La pinta ya les he visto 2005
cuando aqueya rilasión,
y lo que es ño Centurión
le asiguro que no es cristo.

De Baliente, ¿qué diré?
Es moso serio y formal,
y como güen oriental
le tengo muy mucha fe.

Alarguen aquí su mano
porque la quiero apretar,
dende ya pueden contar
con la amistá de Luciano.

Y sepan mis compañeros,
que el gaucho que ustedes ven,
ha solido andar también
mucho tiempo de matrero;
pero nunca jui cuatrero
ni al verme necesitao;
y si del hambre acosao
le he caído al ganao ajeno,
pa los dueños del terreno
siempre el cuero le he dejao.

CENTURIÓN
Amigaso el payador,
yo quiero hacerlo compadre,
siempre de que a usted le cuadre
permitirme tal favor,
suelo privar de cantor
y en esto a naide embidéo,
porque cuando yo puntéo
la guitarra pa templar
saben bajarse a escuchar
hasta las aves del cielo.

Ayuntaos, en güenos fletes,
con facón y garabina,
llevando en la anca una china
sabrosa y de rechupete,
busque usté quien nos sujete
ni se nos ponga poelante,
valor tenemos sobrante
pa arroyar un cuadro entero,
y ha de ser más que lijero
quien nos madrugue o espante.

Semos sin yel pal amor,
su trampa no nos aterra,
si alguna vez nos encierra
saldremos como el mejor;

No hay ejemplo, ni temor
que de firme se nos prienda,
no cabristiamos con riendas.
Y nos sobran los ardiles;
¡juera cosa de muy viles,
dejar que naide nos venda!

JULIÁN
Hermanos, que intusiasmaos
en poco rato los vemos,
y nosotros, pobres, semos
por ustedes despreciaos;
cuatro nos hemos juntao
y de acá se separaron,
y a jurarse comensaron
fidelidá hasta la muerte,
y abandonada a su suerte
a esta yunta la dejaron.

LUCIANO
Nunca crean que dos liales
han audao jamás con tretas,
le juimos a las gambetas
y nos gusta ser legales;
los cuatro semos iguales,
y todos dende este día
prometamos a porfía
vivir en cordial unión,
si creen güena la openión
siempre ha sido esa la mía.

JULIÁN
Si este Luciano es matarse,
en la vida queda atrás,
hecha un voleao y sas tras
hace a cualquiera enriedarse.

LUCIANO
Soy sino verdadero
y sigo mi rastriyada,
siempre verán mis pisadas
que dejan la mesma güeya,
Santos no es de pura peya
ni se sienta en la tirada.

JULIÁN
Los cuatro semos bien crudos
y en chicas no nos paramos,
si en nuestro paso encontramos
a quien pegarle un tirón,
al otro mundo lo echamos
sin darle la bendición.

LUCIANO
Si el hombre se ve acosao
cuando su suerte es tirana,
no debe esperar mañana
sino peliarla dende hoy
que dice el que no es macana
hombre nací, y hombre soy.

Soy oveja con los güenos
con los malos yo soy lión,
no me añuda la razón
el hombre más entendido,
¡sólo tengo corazón
pa yorar mi bien perdido!

CENTURIÓN
¿Don Luciano? ¿Qué nos dice?

LUCIANO
Lo que oyen compañeros,
tuve una mujer que quise
y yoro ese amor primero...

La guerra con sus quebrantos
y mi ausencia de su lao,
le causaron males tantos
que esa estreya se ha apagao.

Mi sola esperanza ha sido
poder hacerla dichosa,
era una hermana amorosa
¡Pobrecita! ¡La he perdido!

Murió como una violeta
que la helada marchitó,
El sol que la sustentaba
de alumbrarla se cansó.

BALIENTE
Hoy nos hemos encontrao
cuatro aparceros riunidos,
y cada uno ha referido
la historia que le ha pasao,
usté tuabía no ha contao
la suya, que ha de ser güena,
echése atrás la melena
y apriétese el tirador,
que el cuento de un payador
será como luna llena.

LUCIANO
Cuando la paz se firmó
jui pa mi pago rumbiando,
llegué a mi rancho cantando
pero el canto se acabó;
porque triste vide yo
que todo lo que dejé
¡ya nada quedaba en pie
sino una triste tapera!
¡Es la guerra cosa fiera,
sólo su rastro se ve!

De mi haciendita y manada
un corral y una quintita
sólo vi una que otra pita
por allí desparramada;
ansí es la suerte malvada
del que lo azotó el destino.
¡Y el que nació con mal sino
de la vida en los imbiones,
cardos y tribulaciones
sólo hallará en su camino!

Tan luego que feneció
la que me sirvió de guía:
y güérfana la prenda mía
desamparada se vio,
al mundo se abandonó.
Pobre pájaro sin nido,
pronto sabrán lo que ha sido
de tan desdichado lirio,
que en su vivir, un martirio
siempre costante ha tenido.

Yo por ella pregunté,
naide sabía onde estaba,
a mi santo le resaba
con devosión y con fe,
hasta que el fin la encontré
en una sanja tirada,
con las ropas destrozadas
en la última agonía,
¡Puede que a Dios le pedía,
verme en su última boquiada!

De los ojos me corrieron
cual gotas de plomo hirviente
dos lagrimones ardientes
que en su mejiya cayeron,
y los suyos se entreabrieron
mas sólo pudo decir
que dispués que vio morir
a su madre tan querida,
como fiera perseguida
de aquel rancho quiso juir.

Desdichada pelegrina
por el rigor acosada,
ovejita descarriada
ausente de su rebaño
se vio sola y entregada
del mundo a los desengaños.

Para pior calamidá
un vil que la perseguía,
por medio de su falsía
mil promesas le hizo creer,
¡y su honor dende ese día
vino engañada a perder!

Al saber su desventura
jue más grande su desvelo,
levantó la vida al cielo,
se entregó ciega a la suerte
esperando su consuelo
en los brazos de la muerte.

En ese estao la encontré
su cuerpo yeno de abrojos,
y cuasi serraos los ojos
y los pieses descarnaos,
sus güesos ya estaban flojos;
¡cuánto en el mundo ha penao!

Al menos me consolé
de que muriera en mis brazos.
Abrí un hoyo a pocos pasos
donde su cuerpo enterré;
y para una cruz corté
madera de unos orcones,
y resándole oraciones
la puse en su cabecera,
pa cuando a verla bolbiera
poder dar con sus terrones.

Y ayí mesmo arrodiyado
con projunda contrición,
a Dios le pedí perdón
por sus culpas y pecados.

Monté mi flete y salí,
más triste que sepoltura.
Vide una estancia en la altura
de una cuchiúya y me fi;
yegué al tranquito hasta ayí
pedí permiso pa apiarme,
no se negaron en darme,
que dentrase me embitaron,
y tanto me agasajaron
que comencé a consolarme.

Mis pesares les conté
para descargar mi alma,
y así hallar la dulce calma
que nos da valor y fe;
de ahí con ellos merendé;
y jueron tan empeñosos
que más de una vez yorosos
sus tristes ojos se vieron;
¡Tal vez que también sufrieron
contratiempos dolorosos!

Madrugué al siguiente día,
el patrón me yamó a un bajo,
y ofertó darme trabajo
si quedarme ayí quería,
y que a su lao me tendría
pa que ganase mi pan
¡Me quedé, hermano Julián,
tan contento de esa dicha
que por cuasi las desdichas
en la ocasión se me van!

Salimos pronto e tropiar,
y con ganao del rodeo
me mandó a Montevideo
pa que lo juese a entregar,
y aura acabo de yegar
y aquí comienza el rilato,
que lo largo de barato
al rilatador mejor,
pues Luciano el payador
para prociar no habre trato.

Aquel es un gran corral
de hacienda de tuitos pelos,
y decirlo no recelo
que en tan gran merenjenal
si beyaquéa un bagual
y sale haciendo cabriolas,
¡no le atajan ni con bolas
la lengua!.... dicho de paso,
porque es charlar amigaso
sin aflojar la birola.

Por aura dejo los trances
De mi vida pelegrina,
pues sin variar de dotrina
es muy fácil que los canse.

Y dispués preseguiré
el ya comenzado cuento
dende mi cruel nacimiento
hasta la hora en que me ven.