La gringa: 40

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Escena II[editar]

HORACIO y DON NICOLA.


HORACIO.- (Saliendo.) ¿Qué decía ése?...

DON NICOLA.- Figurate qué zoncería... Ofrece treinta y cinco... Se ha pensado que nosotros nos chupamos el dedo chico de la mano...

HORACIO.- Si me lo larga a mí, pronto lo arreglo.

DON NICOLA.- ¡Oh!... Yo también lo mandé bien arreglado.

HORACIO.- ¿Y la trilladora empezó?...

DON NICOLA.- La máquina ha llegado ya... Pero no puede comenzar todavía porque falta el encargado... que dice que se quedó con el birloche en la chacra de Baranda... Se espera que venga...

HORACIO.- ¿Me ataron el tílburi?

DON NICOLA.- ¡Sí, creo que sí!... Pero no te vayas a ir, que tengo que decirte una cosa... Vos sabés muy bien que el constructor se andaba enamorando de Victoria... La muchacha ya es grande y tiene que casarse... Anoche el mozo me habló de la cosa... y yo le contesté que iba a pensar el negocio...

HORACIO.- ¿Sabe usted si Victoria le lleva el apunte?...

DON NICOLA.- ¡Qué voy a saber yo!... Me he fijado... sí... y me parece que la muchacha le dispara... Nunca andan juntos...

HORACIO.- ¡Si es así, ni qué hablar!... Ese asunto no lo resuelve nadie mejor que ella... Consúltela usted.

DON NICOLA.- ¡Ah... no!... a mí me da... me da vergüenza hablar de esas cosas con la hija...

HORACIO.- ¡Vergüenza! ¡Qué rica cosa!... Entonces se lo preguntaré luego o mañana...

DON NICOLA.- ¡Qué esperanza!... El otro me ha demandado la contestación para hoy, antes de irse al Rosario... El constructor es buena persona, ¿eh?

HORACIO.- Se lo preguntaré en seguida... Pero le advierto que esas cosas no deben tratarse así... como un arrendamiento o como una venta...

DON NICOLA.- No digo eso... mas si a la muchacha le gusta... no hay para qué andar con tanto firulete ...

HORACIO.- ¿Dónde estará Victoria?...