Literatos (DFV)

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Diccionario Filosófico - Tomo VII de Voltaire
Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

Literatos

ESTA voz corresponde precisamente a la de Gramáticos. Entre los Griegos y los Romanos se entendía por gramático, no solamente un hombre versado en la gramática propiamente dicha, que es la base de todos nuestros conocimientos; sino un hombre que no era extranjero en la geometría, en la filosofía, en la historia general y particular, y principalmente que hacía su estudio de la poesía y de la elocuencia; que es lo que son nuestros literatos del día. Este nombre no se da al que, con pocos conocimientos, cultiva solamente un género. El que no haya leído mas que novelas, no podrá hacer mas que novelas: el que sin mas literatura haya compuesto por casualidad algunas piezas de teatro, o que desprovisto de ciencia haya hecho algunos sermones, no se contará, entre los literatos. En nuestros días tiene este título mas extensión que la palabra gramático tenia entre los Griegos y Latinos. Los Griegos se contentaban con su lenguaje y los Romanos no aprendían mas que el Griego: y en el día un literato añade frecuentemente al estudio del griego y del latín el del italiano, del español, y sobre todo del inglés. La carrera de la historia es cien veces mas inmensa, que lo fue para los antiguos; y la historia natural se ha aumentado en proporción a la de los pueblos. No se exige que un literato profundice todas estas materias; la ciencia universal no está ya a los alcances del hombre: pero los verdaderos literatos se ponen en estado de dirigir sus pasos por estos diferentes terrenos, si no pueden cultivarlos todos.

En el siglo dieciséis y bien entrado el diecisiete se ocupaban mucho los literatos de la crítica gramatical de los autores griegos y latinos; y a sus trabajos debemos los diccionarios, las ediciones correctas y los comentarios de las obras maestras de la antigüedad. En el día es menos necesaria esta critica, y le ha sucedido el espíritu filosófico. Este espíritu filosófico es lo que parece que constituye el carácter de los literatos, y cuando se junta al buen gusto forma un literato completo.

Una de las grandes ventajas de nuestro siglo es este número de hombres instruidos que pasan de las espinas de las matemáticas a las flores de la poesía, que juzgan igualmente bien de un libro de metafísica y de una pieza de teatro. El espíritu del siglo los ha hecho por la mayor parte tan a propósito para el mundo como para el gabinete; en lo que son muy superiores a los de los siglos precedentes. Hasta el tiempo de Balzac y de Noiture estuvieron separados de la sociedad; y después son una parte necesaria de ella. La razón profunda y apurada que has difundido en sus conversaciones, ha contribuido mucho a instruir y a civilizar la nación: su critica no se ha consumido sobre las palabras griegas y latinas; sino que apoyándose en una sana filosofía, ha destruido todas las preocupaciones que infestaban a la sociedad, las predicciones de los astrólogos, la adivinación de los mágicos, los sortilegios de todas especies, los falsos prestigios, las falsas maravillas y los usos supersticiosos. Ellos han desterrado a las escuelas mil disputas pueriles, que otras veces eran peligrosas, y hoy son despreciables; con lo que han hecho un verdadero servicio al estado. Algunas veces nos admira que lo que otras veces trastornaba el mundo, no hace en el día ruido; a los verdaderos literatos debemos este servicio.

Ordinariamente tienen mas independencia en el entendimiento que los demás hombres; y los que han nacido sin fortuna, encuentran en las fundaciones de Luis XIV con que afirmar esta independencia: y ya no se ven como otras veces las dedicatorias que el interés y la bajeza ofrecían a la vanidad.

Hay muchos literatos que no son autores, y probablemente estos son los mas felices: libres del disgusto que lleva consigo la profesión de autor, de las querellas que produce la rivalidad, de los odios de partido y de los falsos juicios, gozan mas de la sociedad; son jueces, y los otros son juzgados.