México, como era y como es

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​México, como era y como es​ (1847) de Brantz Mayer
traducción de Wikisource





PIRÁMIDE DE PAPANTLA.


MÉXICO,


COMO ERA Y COMO ES:


POR


BRANTZ MAYER,

SECRETARIO DE LA DELEGACIÓN DE ESTADOS UNIDOS A ESE PAÍS EN 1841 Y 1842.


TERCERA EDICION,


REVISADA Y CORREGIDA, CON LA PORCIÓN HISTORICA
HECHA HASTA EL TIEMPO PRESENTE.





PHILADELPHIA:

G. B. ZIEBER & COMPANY.
. . . . . . .

1847.


Agregado, de acuerdo con el Acta del Congreso, en el año 1847, por
G. B. Z I E B E R Y C O M P A Ñ Í A,
en la oficina de la Corte de Distrito de los Estados Unidos, en y
para el Distrito este de Pennsylvania.

AL

HONORABLE POWHATAN ELLIS,

EX

ENVIADO EXTRAORDINARIO Y MINISTRO PLENIPOTENCIARIO A MÉXICO,

ESTE VOLUMEN ESTA RESPETUOSAMENTE INSCRITO

POR SU SINCERO AMIGO,

BRANTZ MAYER.


PREFACIO A LA TERCERA EDICIÓN.

El público fue lo suficientemente amable como para adquirir las dos primeras ediciones de este libro en unos pocos meses después de su publicación. En consecuencia, la obra estuvo fuera de impresión durante más de un año, y yo no habría aventurado dar una tercera edición, si las relaciones entre México y la Unión no hubiera indicado que un nuevo interés se ha despertado a la condición y destino de esa distraída República.

Desde el año 1843, varias revueltas contra el Gobierno actual han tenido lugar en México y las relaciones diplomáticas entre nosotros han sido de creciente importancia, no sólo a causa de la disputa de Texas, pero como consecuencia de una creciente ansiedad sobre lo que es probable que sea en adelante nuestra frontera sur y a lo largo de que paralelo de latitud estará al oeste hacia el Pacífico.

Estas consideraciones me han inducido a revisar una obra, que hace tres años, preparé para la prensa en el breve espacio de treinta días; y, — mientras pido perdón por ese acto de indiscreción y estoy agradecido por el favor con el que, sin embargo, fue recibida— francamente debo declarar que no he encontrado ninguna causa para modificar la declaración de ningún hecho u opinión. Mi objetivo era presentar un panorama imparcial de México, y espero se me permita declarar sin vanidad, que tengo la satisfacción de saber los mexicanos cuya buena estima es digna de todo respeto, que mi punto de vista de su país y su carácter se recibieron como el más justo y favorable que se ha publicado.

Estos sentimientos amables con los que salí de México en el invierno de 1842 se mantiene sin modificación hacia sus verdaderos patriotas y hacia el país magnífico que tanto se ha convulsionado y desgarrado por las luchas, la ambición y la avaricia de las fracciones contendientes. Con tolerancia religiosa, Educación General y toda la Tranquilidad Interna, ¡Lo que no podría México convertirse en pocos años bajo la mano de un gobierno fuerte y virtuoso! Durante mi residencia allí y mis viajes a lo largo de la República, a menudo he reconocido finos talentos, buenas cualidades personales, y vastos recursos naturales, pero todos, generalmente son descuidado o se les niega la oportunidad de adelanto. ¡Nunca vi un arado moderno en una granja mexicana, un rastrillo en la mano de un marido, una carretilla al alcance de un obrero, un carro con las cosas del trabajo o una Biblia en una casa mexicana! Esa extraña raza de hombres antiguos en las que sangre de los Celta-Gálicos, Celtas Ibéricos, Cartaginés, Romano, Vanádico, Visigoda y Moriscos, se cruzó una vez más, en México con los indios e incluso, en algunos casos, con Africana. Es un mosaico de sangres y proporciona un curioso asunto para el estudio de fisiólogos. Es una raza luchando por cosas nuevas, sin embargo lamentando dejar su fijación en el viejo. Especulando busca al futuro; sin embargo, en las supersticiones de la religión y la cruda primitividad del arte y el comercio, escinde al pasado. México es mas un injerto del árabe salvaje en una base India, que del Don español sobre los nobles aztecas. De la fijación de costumbres supersticiosas. México requiere liberarse.

Pero, para efectuar esta entrega debe tener PAZ impuesta por una mano firme. Desde 1823, no menos de diecisiete revoluciones han logrado su rechazo del yugo español. ¿Puede decirse que tal nación es competente para gobernarse a sí misma? ¿Alguna vez se ha gobernado? No, lo ha hecho, pacíficamente, ¿ni siquiera por un solo año? ¿Una mal llamada democracia puede tener una opinión pública eficaz? Con reglas cambiantes como los vientos, qué política permanente puede un gobierno perseguir. ¿De hecho, en todas sus vicisitudes, en lo que México ha exhibido el menor síntoma de constancia, salvo en su profunda hostilidad, continua hacia nuestra Unión?

Si esto fuera aversión meramente abstracta, no gustar sin esencia,— una especie de odio hereditario como entre Francia e Inglaterra, o entre los genoveses, los tuscanos y los napolitanos—lo podríamos ignorar y confiar al tiempo en hacernos mejores amigos; pero esta animosidad está creciendo en un agente de malestar activo, incansable, enérgico, hasta que no veamos que ninguna posible terminación a nuestras dificultades sino la interposición autoritaria que convenza a México que esta Unión tiene la intención mantener su lugar como cabeza de los gobiernos americanos y está decidida a poner fin para siempre a la idea de interferencia europea en los asuntos de nuestro continente. Esta es una política que debe adoptarse y, si se lleva a cabo con éxito, sin duda concluiría en una firme alianza entre las dos repúblicas y la formación de un tratado, ofensivo y defensivo, que garantizaría nuestra amistad perpetua.

Con respecto a la paz interna de México, tengo gran duda en hablar con alguna certeza respecto a la manera como se podría hacer. La noción, sacada a colación en periódicos europeos y americanos, que México está dispuesto a establecer una monarquía y recibir un vástago real de alguna casa europea para enaltecer su trono gracia es sólo uno de las miles de suposiciones ridículas que son peligrosamente hechas por paragrafistas atropellados. Nada puede ser más impopular en México con todas las clases que la sugerencia de la monarquía, salvo quizás una sugerencia para ocupar el trono con un príncipe francés o español. Nadie se atrevería a una eminencia tan peligrosa. La Iglesia y los militares se opondría el esquema como hostil a su poder actual: — el pueblo se opondría a esto como incompatible con el espíritu de su revolución. El trono pronto estaría tallado en un bloque. Despotismo en México debe ser enmascarado , ya que es allí donde existe en este siglo.

Me podrán decir que seguramente se trata de un muy mal estado de las cosas y que la humanidad debe llorar sobre las desgracias de la raza, pero que el pueblo de los Estados Unidos no tiene más derecho a interferir en el asunto que tienen que resolver las diferencias internas en la familia de un vecino que vive infelizmente con su esposa. Pido permiso, sin embargo, a disentir de esta opinión. México no es simplemente un vecino social cuyos derechos están protegidos y cuyos delitos son castigados por las leyes municipales, pero es una de las grandes familias de las naciones de este continente, tratando de liberarse de la tutela bajo el cual gimió durante tres siglos, mientras que el yugo español le colgaba alrededor del cuello. Esta vinculado por lazos internacionales, aceptados en tratados internacionales, afectado por contratos internacionales y, sobre todo, cargada de deudas a los extranjeros, no sólo de préstamos regulares, pero forzada por personas en atropellos, injusticias, lesiones personales y enorme injusticia. Todo el mundo extranjero, es por lo tanto, directamente interesado en este entorno distraído independientemente de la preocupación que todos los hombres cristianos deben sentir en el progreso de las naciones;—pero, de todas las partes de la cristiandad, ninguno tiene una apuesta tan profunda como los Estados Unidos.

Si, como en Francia, desde la revolución temerosa de 98, cada estallido popular había sido solo una débil oscilación del gran péndulo democrático, llevándolo más y mas cerca a reposo y tranquilidad, debemos desear a estas personas "bendición de Dios" y saludarles efusivamente en su camino hacia la grandeza republicana. Pero, en lugar de enfoques a paz y felicidad, el péndulo de las revoluciones mexicanas ha oscilado, con cada vibración, más y más allá del centro de gravedad; así que, en lugar de comportarse como un vertiginosa caída por encima de la Verdad y el Derecho, ahora se convierte en una vasta arma, cuyos giros terroríficos amenazan con arruinar todo dentro del ámbito de su tremendo torbellino.

Sin embargo, hay otro punto de vista del asunto, que debería tener peso en el examen de los asuntos mexicanos.

Una carta reciente de Yucatán, recibida en Nueva Orleans, de México, dice:

"El pueblo de Yucatán está en expectativa diaria de declarar la independencia de esa provincia. Ofensas por parte del Congreso mexicano hacia Yucatán han dictado este paso. Dos asambleas, compuestas de los personajes más destacados, ya se han reunido para discutir la medida de separación, y mucho se dice de solicitar asistencia, de ser necesario, al gabinete de Washington." Hace casi cuatro años, tuve ocasión, en una entrevista privada con un estadista distinguido en el poder, de indicar la probable interrupción de la dizque República, de lo que esto parece ser un síntoma premonitorio. La gente de las provincias de México ya no consentirá ser presa de los jefes de centrales, que hacen un París de la ciudad de México, y controlan la nación cuando tienen la llave de la capital. Distraídos, insatisfechos, divididos, fragmentados, cada uno, tal vez, establecerá para sí mismo— Zacatecas, Durango, Coahuila, California y el resto, yendo separados descontentos y establecerse en pequeños principados. Cada una de ellas, en el curso de pocos años, se convertirá en pequeños Méxicos. El veneno concentrado de toda la República será difuminado en un debilitado virus entre los dichos miembros. Cada cabeza cortada de la hidra original brotará en una imitación de serpiente, y aunque el ruido del cascabel de la serpiente puede no ser tan peligroso como el colmillo del monstruo, todavía la tarea final del águila, en el control de la camada peligrosa, será infinitamente multiplicada.

Pido permiso en escribir así de asuntos Mexicanos entendiendo claramente que no son para estimular la conquista de ese país o tratar de promover guerra y el espíritu de saqueo que ansiosamente buscaría en el dominio justo de la República invadida. Tal idea no es seriamente mío por un instante; pero es hora de que México debe despertar a un sentimiento de su propia posición, y es aún más importante definir claramente su futura política en relación con los asuntos de este continente y Europa.

Se ha afirmado recientemente por un escritor estadounidense que ha sido diezmada la provincia del Río de la Plata durante la administración del célebre Rosas, y el alegato es forzado por un extracto de las "Tablas de Sangre," del que el siguiente resumen se da por Don José Rivera Indarte.

Envenenado,
4
Gargantas cortadas,
3,765
Fusislado,
1393
Asesinado,
722
Muerto en batalla,
14,920
Muerto en pleitos, castigos Militares, &c., &c.,
1,600

22,404

"Durante las espantosas masacres de octubre de 1840 y abril de 1842, los jefes de ciudadanos bien conocidos desfilaron por las calles en carros, acompañados por música indecente y seguidos por los gritos de ¿quien comprará melocotones? ¿Quien comprará naranjas? Los cuerpos de otras víctimas fueron expuestos, desnudos, en el mercado público, las cabezas cortadas adornadas con cintas azul—etiquetados, '¡Carne con cuero!' Uno de los adornos de la sala de dibujo de Rosas, que ha sido vista una y otra vez por extranjeros de visita en su casa, es un envase de vidrio conteniendo las orejas saladas del Coronel Borda, que fueron enviadas a la hija de Rosas."[1]

Estos y atentados similares se dicen ser la causa de la reciente intervención de Inglaterra y Francia. La interferencia se dijo ser una de humanidad misericordiosa, y confiamos en que la continua sucesión de turbas y revoluciones con las que México ha sido azotado durante los últimos veinte años no le reducirá a la influencia de algún tirano como Rosas que le inundarán con sangre nativa y nos obligarán a no ser espectadores indiferentes de sus fallas.

En tal coyuntura el curso de este país será perfectamente claro. Verdadera habilidad política busca constantemente el avance de la humanidad—a la erradicación de toda brutalidad de nuestra raza—a la afirmación de la omnipotencia de la paz y la razón de Gobierno moderno. Si es la voluntad de Dios que una civilización cristiana y refinamiento proliferen en este mundo, yo saludaré el día como bendito para el pueblo mexicano cuando se establecerán perfecta paz y alianza perfecta entre nosotros como naciones independientes. Pero si el decreto divino es que nosotros interferiremos en la política mexicana, y que las diversas sangres de la raza mexicana finalmente se mezclan con la poderosa corriente de la anglosajona, que parece estar destinada a llenar cada vena y arteria de este poderoso continente, entonces, seguramente, nuestros vecinos distraídos, en general, asegurará para su país, progreso y gloria.

 Baltimore, 1846.

CONTENIDO.


PAGINA.
CARTA I.
Viaje de salida, 1
CARTA II.
Veracruz, 3
CARTA III.
Viaje a Jalapa, y los ladrones en el camino, 9
CARTA IV.
Jalapa y Perote, 15
CARTA V.
Puebla, 23
CARTA VI.
Pirámide de Cholula, 26
CARTA VII.
Último día del viaje a México, 33
CARTA VIII.
La Ciudad de México, 38
CARTA IX.
La Ciudad de México, 48
CARTA X.
La Ciudad de México, 54
CARTA XI.
Una Corrida de Toros, 59
CARTA XII.
Virgen de Guadalupe, y Festival, 63
CARTA XIII.
Ceremonias de la Corte —General Santa Anna—Cena Diplomática, 70
CARTA XIV.
San Agustín de las Cuevas, y la fiesta de San Agustín— Apuestas y Peleas de Gallos, 76
CARTA XV.
Revolución— Figuras de Cera—Museo— Antigüedades, 81
CARTA XVI.
Museo y Antigüedades, 90
CARTA XVII.
Teoyaomiqui— Mitología Mexicana, 109
CARTA XVIII.
Curas—Templos—Sacrificios, 115
CARTA XIX.
Calendario Mexicano, 126
CARTA XX.
Ciudad de México como era en la conquista, 131
CARTA XXI.
Asesinatos—Tacuba—Festival de los Remedios, 140
CARTA XXII.
Carnaval—Cuaresma—Semana Santa, 149
CARTA XXIII.
Barrio de México—Chapultepec—Tacubaya, y el asesinato del Sr. Egerton—San Angel—Desierto, 156
DIARIO.
De un viaje en la Tierra-Caliente, siendo un registro de la visita Cuernavaca, las Ruinas de Xochicalco, Grutas de Cacahuamilpa, Cuautla de Amilpas, y Haciendas Mexicanas, 161
CARTA XXIV.
Ascenso al pico del Volcán Popocatépetl, 208
DIARIO.
De un viaje a Texcoco—las Pirámides de Teotihuacán—el Cerro de Tezcosingo, etc., etc., y relato de Antigüedades americanas, 217
CARTA XXV.
¿De dónde provenían las poblaciones antiguas? ¿Quien construyó las ciudades antiguas? ¿Quien adoraba a los ídolos? 254
CARTA XXVI.
Ciudad de México—Instituciones Publicas—Prisiones, y estadísticas de Prisiones—Academia—Colecciones Privadas, 265
CARTA XXVII.
Desague—Carretas—Mulas—Tropas—Musica—Opera—Recrutas—Teatros—Ladrones Mexicanos—El Juez y el Guajolote, 282
CARTA XXVIII.
Carácter Mexicano, 292
CARTA XXIX.
Territorio, Población y departamentos—Relación de Castas y Educación—Escuelas y Colegios— Periódicos, 299
CARTA XXX.
Comercio y Manufactura de México, 305
CARTA XXXI.
Ingresos y recursos de México—Ejército—Marina—Productos de Minas—Cantidad Total de Monedas—la Iglesia—En riqueza e influencia, 317
CARTA XXXII.
Historia Política 328
CARTA XXXIII.
Prospectos Políticos de México, 350
Conclusión, 355
APÉNDICE NO. I.
Una carta complementaria de las Islas Sándwich, las Californias y la política exterior de Estados Unidos, en lo que respecta a las usurpaciones de Inglaterra, 357
APÉNDICE NO. II.
Cartas de H. R. Colcraft, Esq., en Antigüedades americanas, 379
APÉNDICE NO. III.
Carta de Horacio Hale, Esq., en el Origen de las Tribus Mexicanas, 382
APÉNDICE NO. IV.
Observaciones Meteorológicas en la Ciudad de México, 384
APÉNDICE NO. V.
Precios de Provisiones, etc., etc. 385


  1. "Buenos Aires y la Republica de la Banda Oriental," por Sra. S. P. Jenkins—en la Revista Americana, vol.3d, pp.161,163.