Manual de Biografía: Alejandro Olivan

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OLIVAN (EXCMO. SR. D. ALEJANDRO),

INDIVIDUO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.


Nuestra época, fecunda en hombres especiales de todos los géneros, ha producido al que es objeto de estos apuntes. Pocas son las ciencias en cuyo campo no haya hecho alguna excusión el Sr. Olivan y obtenido, sino un triunfo, un punto de partida al menos para ampliar, extender ó presentar bajo una nueva fase sus conocimientos, cultivando especialmente las ciencias exactas en que ha adquirido mayor popularidad. El Sr. Olivan nació en Aso de Sobremonte (Aragon), en los últimos años del pasado siglo, y comenzó sus estudios en Jaca, continuándolos después en el colegio de Soreze en Francia. Con motivo de la guerra de la Independencia abrazó la carrera militar y fué alférez de artillería, destinado al museo y trasladado al archivo del ministerio, destinos todos en que llenó su cometido de una manera satisfactoria.

Creada una cátedra de física y química en el Real palacio de Madrid, fué elegido Olivan para asistir á ella representando el cuerpo de artillería, aficionándose por entonces á la literatura, y publicando á poco algunos escritos que fueron la base de su reputación. Al advenimiento del sistema constitucional escribió varios artículos en los periódicos de la época en sentido liberal, y fué archivero general del ministerio de la Guerra. Con la entrada de los Franceses en España y caída de aquel sistema coincidió la marcha del Sr. Olivan á Paris, donde publicó un folleto atacando los abusos del absolutismo. A su regreso á España fué preso por la policía y trasladado á la cárcel de Zaragoza, en que se le detuvo por algunos meses, poniéndosele en libertad en 1825. Entonces se dedicó casi exclusivamente al estudio de los idiomas orientales, llegando á poseer el griego con tal perfección, que escribía composiciones muy celebradas de los nacionales y extranjeros.

En 1828 emprendió un viaje á la Habana, pasando por Francia é Inglaterra. El consulado de aquella ciudad le dió la comisión de estudiar los diferentes métodos de fabricar y refinar el azúcar en Europa y las Antillas. Tomóla á su cargo y para llenarla recorrió la isla de Jamaica, Inglaterra, Francia, Bélgica y Holanda, donde examinó las principales fábricas de azúcar, haciendo en ellas investigaciones, las que le dieron por resultado las dos memorias que presentó á su regreso á la Habana.

Volvió á España en 1834, donde desde luego tuvo la mejor acogida, obteniendo dos destinos diferentes en dos distintos ramos. Uno de ellos fué el de secretario de una comisión establecida con objeto de mejorar la enseñanza. La política volvió á llamar en esta ocasión toda su atención: muy en breve tomó una parte muy activa en la redacción del periódico la Abeja, donde al par que sus conocimientos en la difícil ciencia de gobernar probó los no menos notables de que en la literatura se hallaba adornado. Pero nombrado en 1835 secretario de la sección de Indias del Consejo Real, cesó en sus tareas periodísticas, dedicándose al ejercicio de su destino y á la vida parlamentaria por ser diputado por Huesca en aquella legislatura. Fué nombrado subsecretario del ministerio de la Gobernación del reino, en cuyo puesto prestó algunos servicios hasta que hubo de abandonarle con motivo de los acontecimientos de la Granja y emigrar á Paris.

En esta ciudad, y en la Habana, permaneció hasta que nombrado por su provincia para representarla en las Cortes de 1839, regresó á España tomando asiento en el Congreso. Invitado á poco de su llegada á Madrid á ingresar en el ministerio, lo rehusó desde luego, y solo cuando después subió al poder el Conde de Ofalia, volvió á aceptar el destino de subsecretario del ministerio de la Gobernación. En breve tuvo que dejar este puesto, pasando á continuar sus servicios á la Dirección general de Estudios.

Diputado en la legislatura de 1840, al discutirse en esta la ley de ayuntamientos, de cuya comisión era presidente, se distinguió el señor Olivan manifestando dotes de orador y de hombre de Estado en una ocasión en que tuvo que luchar contra todo un partido que eligió la citada ley como bandera de su causa. Empero el triunfo que obtuvo entonces en el seno de la asamblea, le fué disputado en las calles por todo un partido, y al triunfar la revolución fué desterrado por la Junta de setiembre, que le marcó la ruta que debía seguir en su marcha. Fué por otro camino del señalado y á esto debió solamente su vida.

Poco tiempo permaneció en Madrid, pues calmadas las pasiones después del triunfo, Olivan se trasladó á Paris, donde volvió á dedicarse á las tareas literarias. Con la vuelta de los moderados al poder comenzó también á ocuparse de nuevo en la política, siendo elegido diputado por la provincia de Huesca. Tomó alguna parte en los debates y fué individuo de las comisiones del arreglo de la deuda pública y del planteamiento del sistema tributario, cuyas discusiones le produjeron repetidos triunfos. Aprobada en esta legislatura la ley por la que se concedía al gobierno autorización para organizar los ayuntamientos, consejos provinciales y el Supremo con el título de Real, Olivan fué nombrado miembro de este último, en el que desde luego comenzó á prestar diferentes servicios. No obstante estos aun se dedicaba en sus horas de descanso al cultivo de la literatura, que siempre ha mirado con particular predilección, y de esto dió inequívocas pruebas en un artículo sobre el idioma castellano quo publicó en 1846 en la Revista de Madrid y le proporcionó el honor de ser nombrado miembro de la Academia española.

En 1847, cuando el ministro Sotomayor se puso al frente de los destinos de la monarquía, Olivan tomó á su cargo la cartera de Marina, en cuyo ramo prestó importantes servicios al país, aunque por desgracia por breve periodo. La caída de aquel gabinete fué generalmente sentida, y muy honrosa para sus individuos. Diputado en las legislaturas sucesivas, se distinguió por la defensa que hizo en la de 1848 y 49 de los dictámenes de las comisiones de que era miembro, en particular de las de presupuestos de 1850, ley do contabilidad, reforma de aranceles de pesos y medidas y ferro-carril de Langreo. Los dictámenes de las comisiones sostenidos en todos estos casos por el Sr. Olivan obtuvieron los votos del Congreso.

Abrióse por entonces un público certamen acerca de un Manual de agricultura, en el que seria premiado el autor que presentase un tratado mejor y mas completo de la materia. Diferentes fueron las personas entendidas que consagraron sus vigilias á este asunto, presentando sus trabajos al tribunal nombrado al efecto. Súpose poco después que los jueces habían adjudicado el premio al Sr. Olivan, y toda la prensa y el público se apresuraron á examinar una producción que se les anunciaba bajo tan buenos auspicios. después de una atenta y detenida lectura, y transcurrido cierto tiempo, la opinión unánime se ha pronunciado en favor de los jueces que tan acertadamente colocaron en primer lugar el Manual de este autor.

El gobierno añadió entonces otra recompensa á la del tribunal, y fué nombrarle individuo del Real Consejo de agricultura, industria y comercio. Antes de esta fecha pertenecía al de Instrucción pública, á cuyo alto cuerpo fué también destinado en la última reorganización del mismo. De la plaza de consejero Real que desempeñaba hizo dimisión por creerla incompatible con el destino de presidente de la Sociedad general de minas de España que en la actualidad dirige, y en el que deben esperarse excelentes resultados para esta industria de sus conocimientos prácticos, actividad y experiencia.

El Sr. Olivan por sus escritos y carrera ha llegado á ser una notabilidad de nuestro país, siendo en él superior al hombro político el de la ciencia. Su instrucción y activa laboriosidad le han valido repetidas consideraciones y varias condecoraciones que debemos citar para que salga completo nuestro trabajo. Posee las grandes cruces de Carlos III y de Isabel la Católica. Es individuo de la Academia.... [1]


Referencias[editar]

  1. Faltan las imágenes de la hojas siguientes que completan este trabajo.