Oh, sublime verdad...

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Oh, sublime verdad...
de Mihai Eminescu

Oh, sublime verdad - oh, ¡ bujería y paja !
Oh, soberbia poesía - oh, ¡ balbuceo necio !
Historia grandiosa - mentiras y pelea,
Amor divino y dulce - fruto de los sentidos.

Oh, hombre, espejo del mundo,
Con cerebro de niebla y costillas de carnero,
Maestro de tu pensamiento, y de tus sentidos,
Como queda patente cuando una mujer desvela su seno.

Si ella levanta su falda, y puedes ver su muslo,
Tu no sonríes lascivo y con rapacidad,
No eres como un toro, no eres como un perro,
Que húmilmente mueve su cola al lado de su dama.

No eres celoso... - solo los gallos y los verracos
Tienen la costumbre de batirse en duelo.
Tú no tienes pasiones y la lágrima de la mujer
No conmueve tu alma, y no la oscurece.

Eres bueno con tu prójimo, igual que con los animales,
Lo amas tanto que a veces lo estrangulas...
Y admiras el genio - el ruido de una olla -
Y tu lengua de llamas es llena de miserías.

¡ Pensadores del mundo ! oh, apestad al éter
Con sistemas altivos y ponedlo en un cajón.
Un arca con andrajos es el mundo, el cielo -
Es un alfolí de estrellas y comedias.

Curas con la cruz delante, guardadores de misterios,
Vos sois la sal del mundo, vos sois su corazón.
Sólo es malo que pasáis el día comiendo y bebiendo,
La tarde jugando cartas y la noche con mujeres.

Oh, tañed al ritmo de los pensamientos, músicos,
Escultores, elegid bien vuestros modelos,
Dramáticos, haced muecas a la luna,
Pintores, la eternidad os coronará.

Tú, tiempo, podrías quebrantar la corona,
Y decorar con los trozos la habitación de los gusanos.
Oh, reyes, subidos en el trono gracias a Dios,
Para pagar bailarinas y tener concubinas.

Oh, diplomáticos, de habla cortesana y seca,
Que usan su ingenio sólo para mentiras,
Me gusta el discreto axioma :
Los pueblos existen para estar engañados.