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ROSA GARCÍA COSTA 247

PANTEISMO

Una vez, yo recuerdo que, tendida en la grama, Bajo la luz espléndida de un lento atardecer, Sentí como apagarse de mi vida la llama

Y en un instante mismo pude ser y no ser.

Bajo los grandes cielos de una seda tan pura, Cuyo celeste diáfano parecía brillar,

En el hondo silencio de la inmensa llanura Me sentía pequeña como un barco en el mar.

Y de mi pequeñez se elevó mi alma sola Lo mismo que una ráfaga, lo mismo que una ola. —Inefabilidad de leyenda o de mito...—

—Era como un nirvana misterioso y profundo. — Y cerrando los ojos a la vida y al mundo, Supe que yo era un punto de azul infinito.

NO

Aquel nácar divino de las nubes del cielo, Pinceles de la tierra no lo pueden copiar.

Con las pobres palabras que hablamos en el suelo, El sueño de los sueños no se puede expresar.

Vagas ondas nos traen la gran reminiscencia: Un latido secreto, un latido de amor.

“Y quedamos múdos ante aquella presencia, Porque nuestras palabras no dirán lo mejor.

¡Y lo habremos sentido, nosotros, tan pequeños, Y sin haberlo dicho tendremos que morir! Porque lo más hermoso de los hermosos sueños, Con palabras humanas no se llega a decir.