ROSA GARCÍA COSTA
LAS PARVAS
En el estío ardiente, sobre la gran llanura. Las parvas diseminan sus montones de oro: Fiesta resplandeciente de la espiga madura.
Y a veces, en las noches, un crepitar sonoro, —Un rumor casi igual
Al que hace la langosta devorando el maizal,— Y chispas, humo, llamas: un incendio casual En las parvas de oro.
Pero eso no sorprende, desde luego,
Porque vistas de día, bajo el rayo de fuego Del ardor tropical,
Llenas así, sagrario de la espiga amarilla, Promesa de la fiesta de la trilla,
Es cosa de ver:
Relucientes al sol como si fueran de oro Parece que dicen a coro:
“¡Queremos arder!...”
FIAT
Los algodones blancos de la Nada No traspasan la lumbre del Sol.
Eras azul llamarada. Ya no.
Ya no sientes ni pena ni gloria.
Ya eres planta, eres piedra, eres nube; Ya eres humo que sube.
Ya no tienes memoria.