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TILDE PÉREZ PIERONI

¡Por siempre no has muerto, zorzal elocuente: aun brilla tu acento con fulgor de estrella, luminoso y fuerte, dominando al fuerte,

cual nuevo Mesías con sus frases bellas!

Tu espíritu excelso nos guía a la cumbre; nos legaste libros de ejemplar nobleza.

¡Tu nombre querido, tu nombre de hermano se esculpe en el bronce de genial grandeza!

¡Qué estela brillante dejó tu recuerdo! ¡Qué llanto tremante tu eterna partida! ¡Qué dolor acerbo tu postrer suspiro

con el fiel recuerdo de tu madrecita!...

Y antes de que injusta, la Muerte terrible te diera el veneno de su beso helado: ¡Cómo veneraste los rayos solares

que entraban piadosos a besar tus manos!... Fuiste siempre justo, corazón de oro;

cual Sarmiento diste todas tus riquezas

por calmar el llanto del desamparado.

Tus ideas nobles, de hidalguía y grandeza, ofreciste al pueblo, que acogió tu verbo llamándote genio de inmortal potencia.

Hermanos:

¡En silencio lloremos su pérdida injusta! ¡Veneremos sinceros su acción de tribuno! ¡Enzalcemos su ardiente cantar de poeta

que ciñera a su frente laureles de triunfo!...

Hermanos:

Silencio y respeto ante el santo sepulcro, en que halla el amigo su descanso eterno, e inclinemos todos las cabezas tristes

murmurando: ¡Hermanos, silencio que ha muerto!

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