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laba rumbosas ñapas, aunque no compraran nada. Por otra parte, Arriaga era un excelente carácter, simpático á carta cabal y débil hasta la cobardía con la imposición de sus amigos, por los que era capaz de tirarse al río.

También se hallaba alli el catalán Jaime Marcet, con quien Arriaga estaba unido en relación estrecha, asi como Alzaga con los dos desde que hicieron una cabalgata á San Isidro, donde con tanta frecuencia iban niñas y jóve- nes, amazonas y caballeros, en briosos corceles, que cuan- to más briosos más orgullo experimentaban en dominarlos los hábiles jinetes. ¡Qué galopes aquéllos! ¡Qué algazaras! ¡Qué ingenuidad más sencilla!.. «¡Temporas mutantur!..»

El catalán Marcet formaba dualidad, en cuanto á fir- meza de carácter, con el de su amigo Arriaga. De edad mayor que Alzaga y aquél, era de complexión fornida, más bien bajo que alto, y aunque no agradable, atraia por la facilidad de su lenguaje escogido en la alta sociedad á la que logró encumbrarse, primero por sus relaciones con los jóvenes estudiantes que iban á la libreria, de que era dependiente, en busca de textos que él sabía elegirles, y luego por medio de un casamiento ventajoso.

Pabre y sin saberse qué madre lo habia echado al mun- do, aunque éi aseguraba que era hijo de una distinguida familia de Barcelona, llegó á esta tierra de promisión, en calidad de desterrado político, según él, y encontró aco- modo como empleado en la conocida libreria de don Manuel Usandivaras, soltero y rico, cuya sola familia era una hermana, muy apegada á las misas y al confesonario de la iglesia del Colegio, llamada de San Ignacio, con la com- pleta aprobación de su hermano.

Dándoles por el tema y fingiendo una humildad de que estaba muy lejos el ser sincera, y haciendo alarde de su innegable talento para el negocio, captóse las simpatias de ambos al extremo de que, cuando aquél murió, que luego se dijo lo fuera envenenado, lo heredara casándose con su hermana.

Desde entonces, Jaime Marcet, con éste y el otro pre- texto, dejó de acompañarla al templo y abandonó las mi-

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