Página:Cancionero Manuelita Rosas.djvu/18

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a sus hermanos: y entre tanto, ella ha sufrido también, ella ha sido obligada a desterrar del corazón los más puros y santos sentimientos de la naturaleza; la tiranía la ha colocado en condición tan desgraciada que la última sirvienta no la querría para sí. Y se lo debe a su padre, al hombre que con la vida debió darle todos los bienes que la embellecen; al que ella idolatra, aún conociendo sus vicios, al que todos maldicen y ella bendice día a día, al que sintiendo ladrar en sus entrañas esa fiera sedienta de sangre, no le era permitido nacer entre los hombres, sino en las tinieblas de los bosques o en las soledades de la pampa.

¡Regocijaos mujeres de mi patria que habéis sufrido los sinsabores del destierro! Ved como la mano de Dios no ha dejado sin castigo tanto crimen, tanta injusticia; vosotras ganais el pan con el sudor de vuestro rostro, pero tenéis libre el corazón, la voluntad, y la esperanza de un porvenir feliz. Manuela se muere de miseria, de aquella miseria que vosotras no conocéis, porque está en la esterilidad de su vida, en la aridez helada de sus afectos, y en el vacío inmenso que la rodea.

Febrero 2 de 1850.


Julio de 1852.

Nunca tal vez se creyó Rosas mas seguro en el poder que en los momentos en que nosotros escribíamos el artículo que precede; en todo el continente de la República no aparecía oposición capaz de torcer el rumbo de su sistema, y vehementes indicios de la aprobación del tratado Le Prédour, afianzaban su poder. Entonces, como hoy, no pudimos ver en la hija