Página:Cantico de Navidad.djvu/38

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ge, se vió precisado á andar á tientas. La niebla y la escarcha cubrian de tal modo el añoso y sombrío porton de la casa, que semejaba la morada del genio del invierno, residente allí y absorbido en sus tristes meditaciones.

La verdad es que el aldabon no ofrecía nada de especial, sino que era muy grande. La verdad es, repito, que Scrooge lo había visto por la mañana y por la tarde, todos los días, desde que habitaba en aquel edificio, y que en cuanto a eso que llaman imaginacion, poseia tan poca como cualquier otro vecino de la City, inclusos, aunque sea temerario decirlo, sus individuos de ayuntamiento. Es indispensable, además, tener en cuenta que Scrooge no habia pensado, ni una sola vez, en Marley despues del fallecimiento de su socio, ocurrido siete años antes, excepto aquella tarde. Ahora que me diga alguien, si sabe, cómo fué que Scrooge, en el momento de introducir la llave en la cerradura, vió en el aldabon, y esto sin pronunciar ningun conjuro, no un aldabon, sino la figura de Marley.

Sí; indudablemente; la misma figura de Marley.

Y no era una sombra invisible como la de los demás objetos del patio, sino que parecía estar rodeada de un fulgor siniestro, semejante al de un salmon podrido y guardado en un lugar oscuro. Su expresión no