Página:Cantico de Navidad.djvu/40

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riores, y los toneles que el almacenista de vinos guardaba en sus bodegas, produjeron un sonido particular como tomando parte en aquel concierto de ecos. Scrooge no era hombre á quien asustaran los ecos. Cerró sólidamente la puerta, cruzó el vestíbulo, y subió la escalera cuidando al paso de apretar bien la vela.

Hablais algunas veces de las anchurosas escaleras de los edificios antiguos, en las cuales cabe perfectamente una carroza arrastrada por seis caballos, pero os aseguro que la de Scrooge era mayor, porque habia capacidad en ella para contener un carruaje fúnebre subiéndolo cruzado con las portezuelas mirando á los tramos de escalera y la lanza tocando al muro: empresa fácil pues quedaba espacio para más. Sin duda se le figuró por eso á Scrooge, que veía andar delante de él en la oscuridad un cortejo fúnebre. Con una media docena de farolas de gas no hubiera habido suficiente para iluminar el vestíbulo: ya podeis figuraros la claridad qua habria con la vela de Scrooge.

El continuaba su ascension sin cuidarse de nada ya. La oscuridad es muy barata y por eso Scrooge la queria mucho; pero antes de cerrar la pesada puerta de su habitacion, reconoció los aposentos de ésta, para ver si todo se hallaba en orden: acaso adoptó tal precaucion, acordándose ligeramente