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cualquiera que sea el nivel de desempeño, los que deben tener conciencia —y la tienen en la inmensa mayoría— cuándo es lo que necesita de humano, el humano que enfermo llega y que reclama, a veces, antes que el medicamento, la palabra tibia, de la comprensión de aquellos que deben atenderlo.

De la misma manera que se ha comprendido cabalmente el concepto de una Medicina como la actual, el trabajo en equipo, la interrelación, la complementación de técnicas y conocimientos, es algo especial, esencial y fundamental que se comprenda que ya no cabe el médico solitario y aislado, por muy sapiente que sea.

La Medicina es una disciplina y un arte que cada vez reclama más el trabajo de conjunto, la cooperación, la ayuda, la discusión y la utilización el empleo de verdaderas máquinas que requieren un alto nivel de especialización.

Ya no hay médico, por muy hábil que sea con su bisturí, que no sepa que lo que él hace está en relación con lo que hiciera la enfermera que esteriliza el instrumental, la que lo ayuda en el momento de la intervención o la modesta compañera que atiende en el puesto de auxiliar de servicio al enfermo operado por el gran cirujano. (APLAUSOS).

Esto es una realidad, como es una realidad el hecho de que el pueblo ha elevado, en el conocimiento de sus derechos y también, en el de sus deberes, reclamos de atención médica, preventiva y curativa.

Lógicamente hay que entender que un país en vía de desarrollo como el nuestro, limitado en sus posibilidades, en los recursos humanos con que se cuenta, con las dificultades casi insalvables no pueda atender, por ejemplo, las zonas precordilleranas y aún las vastas zonas rurales del país. Todavía, y lo he constatado hace un mes y 15 días quizás, en la Pampa Salitrera, ahí donde fue el imperio de las riquezas foráneas, ahí hay un médico para 16 mil personas.

SIGUE.-