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Quiero señalar que este compromiso será seguramente un estímulo para lo que estimamos debe ser una verdadera revolución deportiva nacional, y el concepto central de esta revolución es el deporte considerado como un derecho social. Si pensamos lo lamentable que es que la juventud busque en el escapismo, en el vicio, salida para su angustia; comprendemos la tremenda responsabilidad que asumen los poderes políticos y, no sólo los poderes públicos, la comunidad, el país y como un factor tan decisivo para paliar esta desviación que, por desgracia alcanza caracteres mundiales, de la juventud un factor básico en la actividad deportiva. Pero, realizada —digo— con un criterio diferente, como un derecho social. En nuestro país hay miles de personas que nunca han podido ni podrán si no cambiamos, saber lo que es la Educación Física y lo que es Deporte.

Tenemos, según cifras proporcionadas por la propia Dirección de Deportes del Estado, 300 mil niños deportistas, lo que representa el 3% de la población. Esto no lo podemos aceptar ¡tres por ciento de la población!

Nuestra meta es bastante ambiciosa, pensamos que deben hacer deportes 4 ó 5 millones y para eso nos hemos reunido aquí.

Sabemos perfectamente bien que la posibilidad de preparar a un país para las prácticas deportivas implica una preocupación que comienza —podría decir— y esto en mi carácter de médico, cuando el futuro ciudadano, inclusive, está en el vientre de su madre. Desde el primer instante en que nace a la vida debe continuar esta preocupación y ello —por cierto— es una obligación, esencialmente, de los poderes públicos.

En un país con deficiencias alimentarias, habitacionales, la falta de atención médica masiva, es más difícil, indiscutiblemente, que en otros países donde la gente puede alcanzar determinados niveles de eficiencia, sobre todo tomando en cuenta que el deporte es una técnica y una ciencia propiamente tal.

SIGUE.-