Página:Discurso sobre el origen y los fundamentos.djvu/137

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posición contraria es una verdad del derecho de gentes que la adulación ha tratado de atacar y destruir algunas veces, pero que los buenos príncipes han defendido siempre como una divinidad tutelar de sus estados. ¡Cuán más legítimo es el decir, con el sapientísimo Platón, que la perfecta felicidad de un reino, es que un príncipe sea obedecido de sus súbditos; que el príncipe obedezca la ley, y que la ley sea recta y dirigida en todos tiempos al bien público! No me detendré a indagar si la libertad siendo la más noble de todas las facultades del hombre, no es en efecto degradar su naturaleza, el ponerse al par de las bestias esclavas del instinto; ofender igualmente al autor de su ser, el renunciar sin reserva al más precioso de todos los dones, y el someterse a cometer todos los crímenes que nos prohibe, para complacer a un amo feroz o insensato; y si este arquitecto sublime debe estar más irritado de ver destruir que de ver envilecer su más bella obra. Omitiré si así lo quieren, la autoridad de Barbeyrac, quien declara positivamente según Locke, que ninguno puede vender su libertad hasta el grado de someterse a un poder arbitrario, que