Página:Discurso sobre el origen y los fundamentos.djvu/199

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sino á aquello que no hubiera dependido mas que de ellos el conocer y notar sin salir de su calle, y que aquellas señales verdaderas que distinguen las naciones, y que se manifiestan á los ojos hechos para ver, se han casi siempre ocultado ó escapado a los suyos. De aquí ha provenido ese ello adagio de moral, tan rebatido por la turba filosófica, que los hombres son por todas partes los mismos, y que teniendo igualmente por todas partes las mismas pasiones y los mismos vicios, es bastante inútil el buscar á caracterizar los pueblos diversos; lo cuales casí, tan buen modo de raciocinar como si se digese, que no se sabria ni odria distinguir ni hacer la diferencia de Pasto con Juan, porque tienen los dos una nariz, una boca y dos ojos.

No se verán renacer jamas aquellos tiempos felices en los que los pueblos no se metían en filosofar, pero en los cuales los Platones, los Tales y los Pitágoras, penetrados de un deseo ardiente de saber, emprendian largos viages con la mira sola de instruirse, é iban lejos de su patria á sacudir el yugo de las preocupaciones nacionales, á aprender á conocer á los hombres por medio de sus conformidades y de sus diferencias, y á adquirir aquellos conocimientos universales que no son de ningun modo los de un siglo, ó de un pais esclusivamente, sino que siendo de todos tiempos y de todos los lugares, son, por decirlo así, la ciencia comun de los sabios?

Se admira la magnificencia de algunos curiosos que hacen ó han hecho hacer con grandes