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MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

ses, corazas y otras armas de á caballo» que tuviese, para equipar la caballería que se estaba levantando, á causa de la gran escasez de ellas que en el reino había, y por tener entendido que el duque poseía algunas.

Habiendo fallecido su padre en el año últimamente citado, libre ya del todo su voluntad, y ardiendo en deseo de consagrarse al ejercicio de las armas, halló modo de conseguir que su tío, el almirante de Castilla, le llevase consigo en 1638 á la expedición militar que acaudillaba para arrojar á los franceses de Fuenterrabía.

En la Relación del socorro que hizo el almirante de Castilla á Fuenterrabía, y de la batalla que ganó al ejército del Rey de Francia, gobernado por el Príncipe de Condé [1], encuéntrase, en efecto, á nuestro duque de Alburquerque formando parte del tercio del marqués de Mortara, y combatiendo en el cuerno derecho de las picas en la vanguardia del ejército. Allí «estuvo muy á pique el de Condé de ser preso, porque llegaron los nuestros por aquella parte cuando se acababa de hacer á la mar.» Comenzó, pues, con gloria y bajo los mejores auspicios su arriesgada carrera, hallándose en la reñida batalla de Fuenterrabía, «no en la corte de los generales, sino con una pica en la primera hilera de los escuadrones [2]

Derrotados en aquella campaña completamente los franceses, volvió el duque á Madrid, donde á mediados de Julio del siguiente año de 1639, le ocurrió una de las aventuras que tan frecuentes eran en la corte de

Felipe IV, y de la que, gracias á su valor, salió ileso. Paseábase por el Prado en carroza con el conde de Oropesa á cosa de las diez de la noche,

    cargo hagays entregar á la persona que nombrare el marqués de Castrofuerte, de los mis Consejos de Guerra é Indias, capitán general de la artillería en interin y veedor general de la caballería en España, todas las pistolas, carauinas, arneses, coraças y otras armas de á caballo que tuviéredes, tomando recibo de la persona que el marqués enviare á conducirlas con declaración de la calidad y cantidad de cada género, para que acabada la ocasión se os restituyan en la misma forma con toda prontitud; la qual executareis entregándolas sin dilación alguna, por lo que conviene que no la haya en la disposición de la defensa destos reynos; y estoy cierto de vuestra atención y celo de mi servicio que con vuestra asistencia se ha de reparar el daño que podría resultar si faltasen estas armas, y avisareis de lo que dispusiéredes para tenerlo entendido. De Madrid á 16 de Abril de 1637 años.— Yo el Rey.— Por mandado del Rey nuestro Señor.— Don Fernando Ruiz Coutreras.»
    Entregáronse en virtud de esta carta real más de quinientas piezas de la armería de su excelencia.

  1. Memorial histórico español, publicado por la Real Academia de la Historia,— Tomo XV.
  2. Representación original del duque de Alburquerque al Rey Felipe IV. — Archivo de la casa de Alburquerque.

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