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Hay naturalezas tan superiores, que pare- cen haber nacido sin el pecado original del amor propio. Propónense la realización de un alto propósito, y para conseguirlo em- plean su vida. En el éxito encuentran satis- facciones purísimas, que están por arriba de la vanidad; en el fracaso, no se sienten depri- midos por habersido vencidos por algo que no son los hombres.
Así razonan esos hombres de razón, y es éste el secreto de su serenidad casi impasible,
Gustavo triunfaba una vez más; sentía un
»0júbilo, pero reposado como su pensa- miento, que no veía en ello hechos maravillo- sos, sino una expedición feliz entre las que había realizado, y seguiría realizando durante su existencia,
Mas, al enfrentar 4 una casa de altos de la calle Florida, todo lo que había de violento en sunaturaleza se levantó. Sus ojos se agran- daron y una oleada de sangre lo enrojeció; sus labios empalidecieron, reprimió el impul- so que lo arrojaba del carruaje, una expresión de ansiedad, que interrogaba, descompuso su fisonomía, y sas manos crispadas por la fuer- te conmoción, involuntariamente se extendie- ro; en ellas cayó una flor,
Pasaron. . «siguieron. . .volvió él ásu tran» quilidad; pero ese instante y esa flor, habían decidido su destino.
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