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STELLA a Lo que correspondía á nuestros destinos es- taba por encima de todo.

Has sufrido con su muerte un gran dolor, muy grande, Luis; pero que es sólo sombra. del que yo he sufrido. No renovemos tor- turas...

Tu conoces, mo por mí, las causas dela pérdida de su patrimonio; y no es la riqueza lo que vamos á buscar nosotros en muestras expediciones. Cuando yo les falte nuestras hijas serán pobres.

Si sólo se tratara de mi fuerte Alejandra, el vacío moral que yo le dejara, me preocupa- ría úvicamente; está bien preparada para arrostrar la vida. Pero la otra, mi pequeña Stella, débil hasta la impotencia, que no podría separársela de su hermana sin que pereciera? ' ¿Quién que no fuera de su propia sangre aceptaría cobijarla? Su padre ha podido hacerla pasar temporadas casi tan largas como su vida en climas templados, hu- yendo de Cristianía que la mata. Y después”

Después, Alejandra encontrará mis instruc- ciones y esta carta, destinada á aquel que le hemos enseñado á querer y á respetar, á su tío Luis, al segundo padre de su madre, y la hará llegar á su destino. Y sin vacilar, sin detenerse á pensar más sino en que yo lo quise, irá hacia tí con su hermanita en bra- zos. La conozco; así lo hará. Ah! si cono- ceré el espíritu puro, el alma sin doblez de wi hija, esa hermosa flor del consuelo!