Página:ECH 2840 14 - Nacional, Partido (Montt-Varista).djvu/1

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
PARTIDO NACIONAL
(Montt-Varista)


Historia.-

En las postrimerías de su primer período presidencial, el Presidente don Manuel Montt continuaba siendo fuertemente apoyado por el grupo o Partido Pelucón, que había asumido plenamente el gobierno desde la Batalla de Lircay.

Sin embargo, ya en esta época empezaron a tomar cuerpo divergencias dentro del poderoso Partido, las que incidían especialmente en materias de caracter religioso. Un grupo, de caracter religioso, quería imprimir al gobierno y al Partido una tendencia clerical; y el otro, de caracter laico, quería una separación total entre los asuntos de gobierno y los religiosos. Esta división se hizo presente en algunos incidentes, tales como el del Instituto Nacional y el de los jesuítas (Véase Partido Conservador).

Las discrepancias llegaron a un punto álgido en la llamada "Cuestión del Sacristán". En Enero de 1856 fué destituido en la Catedral el sacristán Pedro Santelices, que había faltado gravemente al respeto al Presbítero don Francisco Martínez Garfias. El sacristán reclamó ante el Cabildo eclesiástico y los Canónigos integrantes de él lo repusieron en su cargo. Se reclamó de este acuerdo ante el Vicario General don Vicente Tocornal, quien declaró que la medida tomada en contra del sacristán era legítima y que éste debía considerarse definitivamente expulsado. Los canónigos recurrieron entonces al Arzobispo, para que resolviera. El Vicario Aristegui, que gobernaba la Dicocesis, por ausencia del Arzobispo, ordenó a los Canónigos dar cumplimiento a lo acordado, conminándolos con suspensión "a divinis". Dos de los canónigos, don Juán Francisco Meneses y don Pascual Solís de Ovando, no aceptaron esta resolución y apelaron, siempre en trámite eclesiástico. Como la apelación les fué concedida sólo en el efecto devolutivo, o sea, sin suspender los efectos del fallo apelado, interpusieron recurso de fuerza ante la Corte Suprema.

El solo hecho de llevar ante un Tribunal civil un asunto que la autoridad eclesiástica consideraba exclusivamente espiritual, dio mayor gravedad a la situación. El Arzobispo hizo presente esta situación desde