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Introducción

jorarla; en ese esfuerzo una estrecha solidaridad liga los miembros de una sociedad, liga también las generaciones, las pasadas y la presente en beneficio de las futuras.

Es esto, a nuestro modo de ver, lo más original del pensamiento de Raquel Camaña. No encaró la cuestión de la educación sexual como lo hubieran hecho un médico o un sociólogo, sino como una educadora que supo, no sólo reconocer la importancia de la cuestión, sino que intentó abarcarla en toda su amplitud y con esa amplitud pretendió resolverla. Su concepción de un programa de educación integral, aparécenos como un gran edificio del cual sólo tenemos el esquelet). Faltó a su autora tiempo para terminar la construcción y corregir, con la insubstituíble enseñanza que la vida diaria trae, los excesos o las insuficiencias. Queda como una proyección idealista inspirada por una muy viva comprensión de la acción de la educación y por un profundo y puro sentimiento humanitario.

Fué así Raquel Camaña una idealista en el más noble concepto del término; en el camino que ella había emprendido llena de fe, de energía, fué bruscamente interrupida como un astro creciente brutalmente eclipsado; de su pensamiento no nos quedan sino los fragmentos escritos al azar de su acción de propagandista, porque lo fué con todo el ardor de los convencidos. Al través de ellos surge la unidad de un pensamiento director, el que expusimos al comenzar estas líneas: la educación como medio consciente de progreso humano, regida por un ideal de perfeccionamiento basado en el conocimiento de la vida, en una ética sexual formada desde los bancos de la escuela primaria hasta el aula universitaria.

Falta en la obra de Raquel Camaña el trabajo de síntesis, producto de la maduración de las ideas; tenemos de ellas algo así como el esbozo, pero éste es