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EL CONTRATO

la autoridad soberana es simple y una, y no se puede dividir sin destruirla. En segundo lugar: una Ciudad no ménos que una Nacion no puede ser legítimamente vasalla de otra, por que la esencia del cuerpo político está en el concurso de la obediencia y libertad, y estas palabras vasallo y soberano son corelaciones idénticas, cuya idea se reune baxo la sola palabra Ciudadano.

Respondo ademas que es siempre un mal unir muchas Ciudades en una sola, y que queriendo hacer esta union, no se pueden evitar los inconvenientes naturales. No es preciso objetar el abuso de los grandes Estados á quien no los quiere sino pequeños. ¿Pero como se ha de dar á los pequeños Estados harta fuerza para resistir á los grandes? Como antiguamente las Ciudades Griegas resistiéron á un gran Rey, y como mas recientemente la Holanda y la Suiza han resistido á la Casa de Austria.

Áunque no se puede reducir el Estado á unos justos límites, queda todavía un recurso, y es el de no tener Capital, y hacer residir alternativamente el Gobierno en cada Ciudad, y juntar á veces en ella los Estados del pais. Poblad igualmente el territorio, extended por todo él los mismos derechos, llevad por todas