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¡MINISTA ARGENTINA


que subsiste sente para los essas en que a 6l deseen arogorse, Pero aún subsisticndo óste, si la mujer, después de casada y al llegar a su mayorazgo desea cambiarlo por el de ln separación de bienes. puede hacerlo con una sola declaración ante el jefe del Registro Civil.

Sin embargo, aún acogida por voluntad expresa al actual ró- £'men de bienes, la mujer no puede renuneiar a administrar por sí sola las rentes ganadas con su trabajo y a depender única- mente de su voluntad para trabajar en oficio o empleo

También establece el proyecto que euando la mnjer trabaje conjuntamente con el esposo, deberá ser considerada su soria y repartir con ella las ganancias.

Claro está que estas disposiciones tienen su contrapeso. pres la mujer, al adquirir privilegios, debe contribuir por igual a su- Fragar los gastos de la familia.

Este proyecto habilita a la mujer para servir de festiga con la amplitud concedida al hombre y ejercer la tutela en los ea- sos que la actual legislación se lo prohibe.

Contiene otras muchas disposiciones que no es posible deta- llar en este breve artículo, pero que eonenrren al fin expuesto: libertarla de sus incapacidades, protegerla contra la mala eodi- cia, aliviarla de su inferioridad legal.

Y trata además el proyecto, un punto especial: el de la mu- jer que es madre sin el apoyo de la ley.

Sabido es que esta mujer, madre de un ser humano, que ha de servir a la sociedad en igual forma aue los llamados hijos legí- timos, no tiene protección alguna de la ley, ni picdad del con- cepto público, ni la tolerancia social.

La mujer en estas condiciones, si quiere educar al niño. man- tenerlo a su lado, ha de usar de subterfugios, recurrir a falseda- des, envilecerse de cobardía.

Si tiene dinero, si el padre del niño es un hombre de concien- cia, todo se remedia, siquiera económicamente.

Pero si es pobre y ha tropezado con un vulgar cazador, llega fácilmente al suicidio, al infanticidio, o se arrastra sirviendo en las casas donde la recogen por caridad, basta que cl hospital la auxilia en su ma] trance,

Para el hombre cómplice en la vida de un ser, no hay sanción ni legal ni roral. Hay más: ni siquiera está obligado econó- micamente a nada.




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