Página:Estudios de lírica contemporánea.djvu/25

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V. 2: una humedad antigua y olvidada v. 4: fantasma v. 5: ... Vamos, anda El segundo grupo, en consonante discontinua, sorda y dura: /k/: vv. 1 y 5: Tócame la mejilla. Es notorio que los dosigrupos distribuyen a su vez, por oposición fónica, dos imagines contiapuestas: caballo/fantasma. Como se verá más adelante, la última oración del poema propone la integración de los dos opuestos por superposición de las dos marcas contrarias entre el nivel fónico y el semántico. Otra recurrencia evidente, en ■n, es la anáfora que abre y cierra el poema, “Tócame la mejilla”, en el primero y quinto verso. Una segunda señal de sujeción a ciertas constantes del género está constituida por el uso notorio del blanco de la página: el cuerpo textual se halla aislado en el centro de un vacío que lo separa del espacio extratextual. En este contexto no es gratuita la única pausa estrófica marcada por el corte tipográ■co entre el cuarto y quinto versos. Es obvio que esto es concomitante con la brevedad del poema, que con■ere mayor peso signi■cativo a cada elemento, concentrando la materia verbal. Una primera lectura constata, además, que el discurso no tiene el carácter sucesivo de la narración o de la argumentación (no hay concatenación de hechos ni de proposiciones analíticas). Es más bien un tipo de discurso apelativo-descriptivo. Su carácter es estático, mostratjvo, expositivo (la cláusula aclaratoria en pretérito -“Es del tiempo en que quise ser caballo / para no ser fantasma”- funciona en todo caso para completar la descripción de una situación actual: el factor narrativo está subordinado funcionalmente al imperativo presente, centro del sentido, para apoyarlo o justi f icarlo causalmente). Además, una de las marcas fundamentales de acatamiento a la norma del género (a la primera red) estádada por el referente del texto, aquello a propósito de lo cual se enuncia, que no es sino un estado del yo: el objeto es el sujeto, se habla de quien habla. El índice de lo cual es la presencia, estratégicamente distribuida, de la primera persona gramatical: “TócaME” en el primer verso, “quise” en el tercer verso (centro corporal del texto), “TocaME” al final (quinto verso). Y esa primera persona abre y cierra el poema en acusativo: el sujeto es el objeto. Ahora bien: la liricidad del poema parece confirmarse si se analiza también qué tipo de experiencia o estado del sujeto se refiere: se trata de un sujeto dividido, escindido, y que busca su reunificación. Búsqueda dada por una salida relacional, textualizada en el gesto apelativo hacia la segunda persona gramatical (y es esa además la primera marca del desdoblamiento: la primera palabra del texto acopla una remisión -el imperativo- con una autorreferencia -me-). V. 3: que quise ser caballo