Página:Estudios de lírica contemporánea.djvu/39

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principio sepultar al lenguaje para convertirse en la resurgencia de una palabra más allá de sí misma, el emerger de una palabra más allá del horizonte codi■cado de la lengua: “trilce”: recuerdo de un nombre, transnombre del recuerdo. Balbuceo que no descali■ca del todo en la escritura tr■cica la sentencia lapidaria de Lord Byron cuya poesía es leida por Vallejo en su Tesis sobre el Romanticismo: “What is a poet? What is he worth? What does he do? He is a bubbler" (Qué es un poeta? Qué valor tiene? Qué hace? Balbuce). Por eso nos interesa leer, sobre todo, cómo dramatiza la escritura la lucha- de la palabra en esta nueva percepción del tiempo. Y la cita romántica anterior inscribe su sello peculiar en Trilce: el centro continúa siendo el hombre: cuerpo metonimizado ahora por_otros golpes: las interrnitencias del tiempo dividido. Todo mensaje artístico en tanto sistema de modelización secundario, según la noción lotmaniana, además de comunicación incluye información acerca de la actitud del hablante, el “punto de vista" del texto “como una relación del sistema respecto a su sujeto como la conciencia capaz de generar esa estructura y, por ende, capaz de reconstituirse al percibir el texto" ‘ . Así, todo texto lírico genera la imagen de un sujeto, la imagen del poeta que no necesariamente debe coincidir con la imagen del autor, es decir con su rol social. Este sujeto entonces tiene en Trilce conciencia de su sujeción al tiempo” pero a la vez, intentará desujetarse de él como un absurdo y perplejo padecimiento y también como “límite”, “muro”, “frontera”, “linde" lo cual reduce el mundo a una celda, un cerco. En Trilce se construye un sistema temporal que destruye su orden lógico representado como una clave en un solo verso: “trilce” evoca, nos recuerda, nos balbuce: se derrota al epita■o, la tumba en que se quiere al Los blancos dispuestos entre estas categorías aportan su vacío para materializar el carácter discontinuo del tiempo; pero, también, la escritura desde el texto mismo nos señala la subversión de la linealidad temporal como clave de lectura precisamente dentro y no fuera del texto. De este modo el presente siempre es leído como un tiempo negativo, hostil, como una “seca actualidad” con■gurado -precisamente— enla percepción del sujeto: “He almorzado solo ahora" (T. XXVIII) “Madre, y ahora. Ahora, en cual al-véolo/quedaría. en qué retoflo capilar. [cierta migaja que hoy se me ata al cuello/ y no quiere pasar" (T.XXIII) “Todos los días amanezco a ciegas/ a trabajar para vivir; y tomo el desayunoJ sin probar ni gota de él" (T.LVI). El presente es la zona del no. de la restricción, de la frontera que impone siempre al sujeto su espacio de clausura: presente: celda del espacio, celda del tiempo. Doble clausura que la escritura dramatiza como el espacio del dialogismo frustrado -el teatro de la soledad- y ‘■ccionaliza como el tiempo de una situación anecdótica -el relato de la nostalgia. De la comunicación obliterada se desprende, en principio, un sujeto que adquiere constitución en una continua destitución del diálogo con el otro, con lo otro, consigo mismo. Bs así como el discurso poético se va conformando como un soliloquio de ese sujeto que sin cesa’ se busca en fallidos intentos dialógicos entre la propia voz y las ajenas. Este anhelo de dialogo señala su propia dramaturgia por intentar apropiarse de una voz (recuperar una voz) Hoy Mañana Ayer (LXIV) 42