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La muerte por sumersión puede tener lugar de dos maneras:

1º Lo más frecuente es que sea á consecuencia de la sofocación, porque, en vez de aire, los pulmones han aspirado agua; en este caso, el ahogado, generalmente ha luchado largo tiempo contra la muerte, presenta el aspecto de un asfixiado: cara abogotada, de un azul púrpura, labios violáceos, ojos inyectados; se encuentra mucha agua en el estómago y un líquido espumoso en la boca, en la tráque-arteria, los bronquios y en los pulmones.

2º Otras veces la muerte sobreviene rápidamente por un síncope; es decir, que las pulsaciones del corazón y los movimientos respiratorios cesan porque la glótis (la entrada de la laringe) se cierra espasmódicamente, de suerte que el agua no puede penetrar en gran cantidad á los pulmones. La cara del semi-ahogado está entonces pálida, flácida y la boca no tiene más que un poco ó nada de líquido espumoso y parece verdaderamente muerto. En este último caso, más que en el primero, hay probabilidad de salvar la vida.

La vida no está necesariamente apagada aún después de una permanencia de horas bajo el agua; todo ahogado deberá ser considerado, como herido de muerte aparente. En efecto, se logra, á veces, hacer volver á la vida, después de maniobras continuadas con persistencia, durante muchas horas. Con los ahogados se deben hacer estas maniobras, con calma, prudencia, paciencia, y energía continuadas, y para llegar á tener éxito seguiremos las reglas siguientes:

1º Desde el principio, se llamará en seguida á un médico, se mandan buscar mantas y ropa seca.

2º Se comenzará en seguida las tentativas enérgicas para hacer volver á la vida. Estas tentativas se harán, si es posible, al aire libre, á menos que el tiempo no esté muy malo, es decir, que no haga mucho frío ó que no llueva muy fuerte.

3º La primera y la más urgente indicación es la de restablecer la respiración. No se puede buscar el restablecer la circulación de la sangre y el calor normal del cuerpo, sino después de haber llenado