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CAPÍTULO VII
Nociones sobre el cuidado de enfermos

Si una enfermedad ó cualquier accidente sobreviniera á una persona ligada á nosotros, no nos sentiríamos satisfechos con haberle prestado con todo arte el auxilio del primer momento; sino, que trataríamos de impedir que le sobreviniera mayor daño hasta la llegada del médico, y desde este momento tendríamos una ocupación benéfica, aplicando la higiene y cumpliendo con inteligencia y habilidad las prescripciones del médico.

Las mujeres, cuya habilidad para cuidar enfermos data desde tiempo inmemorable y han sido con toda justicia alabadas por su habilidad y mano suave; su devoto sacrificio y el olvido de sí mismas, y es público y notorio que el cuidado de los enfermos ha sido siempre ocupación de las mujeres, y con derecho han recibido las bendiciones de todos.

El saber un poco del cuidado de un enfermo no es ser enfermera; porque esto requiere largos años de estudio diario y trabajo fuerte; así, sólo se desea hacer á todas prácticas en el cuidado de los enfermos de su propia familia, al lado de la cama de sus hijos, esposo ó hermanos enfermos; el saber un poco de higiene o economía doméstica y poder cumplir las prescripciones del médico correctamente en todos sus detalles, que parecen sin importancia; pero, que para el enfermo la tienen en sumo grado.

Muchas señoras conocen perfectamente desde hace tiempo muchos de estos deberes, que pertenecen á las obligaciones y costumbres de toda buena ama de casa; sin embargo, deben prevenirse contra la superstición, la tradición de nuestros antepasados y el curanderismo; rutinas que luchan contra la verdaderaa ciencia de la salud.