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El canto de las sombras

LOS EUCALIPTOS

Oh! en las tardes del invierno, cuando el viento sopla lúgubre y fatídico, el lamento de los tristes eucaliptos levantados al dintel de los caminos; de los graves que se mecen agobiados, como viejos pensadores lloradores de sus lánguidos destinos.

Oh! los músicos aquellos... Los que llaman y contestan y sollozan y reclaman en la larga invocación de sus conciertos. Los que saben de añoranzas y amarguras, vigilando sepulturas en el mundo de los muertos!

Oh! los buenos eucaliptos, los que oran de recuerdos, apenados. Los eternos paralíticos que moran presagiando sus finales en los cercos abismados. Los que saben de la historia y la agonía de aquel joven que tosía y buscaba la salud bajo sus calmas... la salud que buscó en vano, en el bosque solo y frío, y que un día muy sombrío se marchó, rumbo al descanso de las almas!...

De aquel pobre peregrino que jamás faltó a la cita en el camino con las aves y las flores, Y lloraba.. recordando sus amores; y tosía... ¡Que la tarde cada vez era más fría!

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