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diendo á sus talentos de marino, lo agrego á las últimas espediciones de descubrimientos. En recompensa de sus servicios lo hizo nombrar gobernador de Porto Santo, autorizándolo para colonizar la isla, y concediéndole á perpetuidad grandes posesiones. Pero como carecia de capital, quedó en embrion su ensayo, y principalmente la plantacion, que tropezó con un obstáculo tan grave como ridículo, pues algunos conejos importados de Portugal se multiplicaron de suerte tan prodijiosa, que no bastaban á sus banquetes nocturnos las legumbres que se sembraban, ni era suficiente á destruirlos la guerra á muerte que les tenian declarada los desesperados labradores. Así es que Porto Santo no fué para Perestrello sino un manantial de desazones y desembolsos, que dieron en tierra con él y con su caudal, dejando al morir, pobre á su viuda, y á sus tres hijas sin mas dote casi que la hermosura y la virtud.

Esta falta de haberes no impidió á Colon ofrecer su mano á doña Felipa; pero como quiera que entre su primer visita y el casamiento medió un intervalo bastante largo, tal vez para dar tiempo á la viuda de conocer á quien iba á entregar á su hija, prueba de nuevo esta circunstancia que, á pesar del oficio de su padre, era Cristóbal de bueno y antiguo oríjen; y no tan solo se verificó este matrimonio con beneplácito de la familia de la novia, sino que el yerno fué á vivir en la misma casa de la suegra. No es posible unirse con mas intimidad, ni abonar mejor á aquel estranjero de posición tan ambigua. ¿Es creible siquiera que así se adoptara al hijo de un cardador, si antes no hubiese hecho pruebas de nobleza?

Sin embargo de que el caudal de doña Felipa no podia bastar á su manutención, y de que para ayudarse proseguía Colon trabajando en sus planos y sus manuscritos, el lugar que había ocupado su suegro, y las relaciones que le proporcionó su honroso enlace, le facilitaron el acceso á los mas elevados personajes, como