Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/107

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parte que habia tomado en el descubrimiento de varias islas, y le confió sus notas y su diario. Aquellas observaciones vinieron en apoyo de su proyecto, y le permitieron examinar los progresos de los portugueses en la costa de Guinea, y el camino que seguian para llegar á ella. Poco después partió con doña Felipa para su árida posesión de Porto Santo, donde permaneció algún espacio y nació su hijo Diego.

En la inmensidad el Océano imájen fiel de lo infinito, y bajo la luz resplandeciente del Sol tropical, el injenio de Colon iba perfeccionando un cálculo sobrehumano, un proyecto mas osado que el heroismo. Cuanto veia y oia no hacia sino afirmarlo y fortalecerlo, parecia que sus costumbres, sus gustos y sus relaciones de vecindad y parentesco estaban de antiguo dispuestas, para servir á su plan.

La hermana segunda de doña Felipa, casada con un distinguido oficial de la armada, que fué gobernador de Porto Santo, tenia también posesiones en la isla, y Colon pudo comunicarse con él, y tomar nota de sus observaciones. Hizo luego viajes á la isla de la Madera y á las Azores, pasó á la costa de Guinea, á la embocadura del rio d'Oro, y visitó la fortaleza de San Jorje de la Mina, aumentando de este modo su esperiencia y la escala de sus comparaciones.

Correa le dijo que habia visto en las playas de Porto Santo, un trozo de madera primorosamente tallado, y que como si viniera del otro lado del mar, trajo el viento de Oeste; en las Azores supo que en la misma dirección llegaban al Fayal pinos descomunales, y de clase desconocida, y al afirmarle que en las orillas de la isla de las Flores se hallaron dos cadáveres, cuyas facciones diferian de las de los insulares, le añadian que dieron en una ocasión con barcos atestados de hombres de raza estraña. Un marino portugués, llamado Martin Vicente, le habló de que á cuatrocientas cincuenta leguas de Europa hacia occidente sacó del agua un palo labrado,