Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/139

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Como algunos jueces especulasen con sus derechos, estableció una tarifa. Quiso hacer estensivo á todos sus estados el nuevo sistema administrativo, imponiéndolo tambien á Galicia, que de antiguo estaba sustraida de hecho á la autoridad soberana, y durante una ausencia de su marido, hallándose en Valladolid, despachó para aquel reino al licenciado Garcia Lopez de Chinchilla, en compañia del conde don Fernando de Acuña, para que procediesen á la informacion y castigo de los crímenes, que con audacia escandalosa se cometian allí. Aprehendieron estos comisionados á varios delincuentes de importancia, é hicieron con ellos ejemplar justicia. Sobre todas se cita la ejecucion de dos ilustres y afamados bandidos; el mariscal don Pedro Pardo de Cela, y el caballero don Pedro de Miranda; que, confiados en sus cuantiosas riquezas, imajinaron sin duda, que no se atreverian á poner mano sobre sus personas. Pero fueron cojidos, y estando encarcelados ofrecieron una gran suma de dinero para escapar al menos del último suplicio, lo que no impidió que los comisarios cumplieran con su deber, y que el oro no purgase sus maldades sino su sangre, que corrió en el cadalso, en espiacion de la que por su causa se habia derramado. Fué tan saludable esta leccion, que en tres meses abandonaron el país mas de mil y quinientos ladrones y asesinos.


IV.


No se habian arraigado tan graves abusos sin detrimento de los intereses de la relijion. La relajacion de las costumbres iba á la par de la ignorancia del clero, y penetrando en los conventos.

Isabel, que atendia con tanto esmero á la firmeza de la fe y dignidad de la Iglesia, no pudo menos