Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/140

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de hacer uso de su autoridad con las comunidades, que se opusieron á la reforma de abusos, á que por desgracia estaban habituadas. De mil pasaron los frailes que, no queriendo conformarse con el restablecimiento de la disciplina, abandonaron el claustro. El episcopado, que antes servia para premiar el servilismo, y de cebo á las ambiciones políticas, no fué ya en adelante sino la recompensa del saber y de la virtud. Pero no satisfecha con haber reorganizado la administracion de justicia, y purificado el santuario, quiso preservar á su pueblo del contájio de las poéticas seducciones de la civilización oriental, que lentamente lo iban invadiendo.

Durante los desórdenes de los reinados anteriores corrieron las ciencias y las letras grave riesgo, en razon á que multitud de jóvenes españoles, despues de aprender el árabe, iban á estudiar á sus mas célebres universidades. De aquí se seguian las relaciones de amistad con ellos, y una tolerancia peligrosa para la sana doctrina. Los moriscos convidaban á sus fiestas á los católicos, y estos á aquellos, por no pecar de descorteses: palabras de su idioma pasaban al castellano, y los hijos de Pelayo imitaban en los suyos los adornos de los arneses y ropajes de los elegantes de Velez y Granada: en los historiados dibujos de los libros de rezo se veian reminiscencias del gusto de los creyentes, las divisas y los nombres de los principales guerreros eran conocidos de ambas razas, los muslimes querian simular las órdenes de caballeria, y un don Alonso de Aguilar, por no haber admitido el cartel del conde de Cabra, mereció ser arrastrado en efíjie á la cola de un caballo, conforme á lo dispuesto en el código de duelo de un rey musulmán. En los balcones de Sevilla, y en los retretes de Córdoba[1] se referían y se

  1. "Y ocupaba los ánimos de la primera nobleza." Conde. Historia de los árabes, etc., Parte cuarta, cap. XXXIV.