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IV.


El P. Marchena que recibió en su convento al pobre y desconocido extranjero, estrechó ahora entre sus brazos, sobre su corazón, al amigo colmado de honores y lleno de esperanzas, que venia para pasar junto á él los primeros dias de una felicidad, cuya mayor parte le debia. De nuevo fue Colon huésped de la comunidad franciscana, y como mas adelante tendremos lugar de ver, el auxilio del guardian, no le fué entonces menos provechoso que en las precedentes ocasiones, que se habia albergado en la Rábida.

En la mañana del 23 de Mayo bajó del convento el P. Marchena[1] acompañado de Colon, y juntos pasaron á la parroquia de San Jorge de Palos, donde en medio de gran concurso de gente marinera, y ante los alcaldes Diego Rodríguez Prieto y Alvaro Alonso Cosio se dio lectura solemne, á peticion de Colon, por el escribano Francisco Hernandez, á la carta de SS. AA., que ordenaba se le entregasen dos carabelas pertrechadas y tripuladas.

No obstante que Palos debia poner á su costa los marineros, á causa de una multa de diez mil maravedis, que adeudaba á los reyes, se dignaron los soberanos concederles igual paga que en los buques de guerra, y abonarles cuatro meses adelantados. Ademas, si á la vuelta del viaje, presentaban un certificado de

  1. Provision registrada en el sello de corte en Simancas, Docum. diplom., núm. VII.