Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/221

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conocimiento de las Santas Escrituras, dilataba su entendimiento: se sentia destinado á la mision mas grande que recibió ningun mortal, pues iba á dar cima á un apostolado inaudito, llevando la cruz al traves de la mar Tenebrosa á rejiones ignoradas, y poniendo á los descendientes de Sem en relacion con sus hermanos de la familia de Jafet, perdidos de tanto hacia. Sepultado en el pacífico monasterio, donde tantos y tan inesperados consuelos recibiera, se abrian mas anchos horizontes á su candorosa fé ante el supremo hacedor, y ni su sabiduria, ni su ciencia impedian la espansion de su piedad y devocion. Meditanto sobre su libro favorito, el Evanjelio de san Juan, se elevaba como el águila de Patmos hasta aquel, por quien todo ha sido hecho, y su alma tierna y amorosa pasaba en la contemplacion y el rezo todas las horas que no le ocupaban los oficios del coro, porque seguia con el mayor escrúpulo la regla de S. Francisco. Así se preparaba el hombre grande para el gran viaje.


VII.


Serian las tres de la madrugada del 3 de Agosto, cuando Colon despertó al dulce murmullo de los árboles mecidos por la brisa de tierra, y su oido sutil de marinero conoció en seguida el viento deseado.

Era Viérnes. Este dia de mal agüero entre las jentes de mar, pareció por el contrario á tan fervoroso cristiano un dia providencialmente destinado, porque re-