Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/234

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nura del mar al reflejarlas, deslumbra con sus destellos, cual si fuera el manto de Anfitrite recamado de diamantes, esmeraldas y turquesas. Estrias de ulva y de ova sobrenadan en la superficie, mezcladas y confundidas con criptógamos pelásjicos, moluscos estraños, tetises y manadas de medusas con visos de amatista; y al traves de las cristalinas ondas pueden seguirse las emigraciones de los pueblos submarinos. Tríbus enteras de ejocetos y de triglas, acosadas por ejércitos de atunes, van saltando aquí y allá, y cayendo algunas en los bajeles mismos, doradas revestidas de escamas brillantes, langostas descomunales, lijas armadas de terribles sierras, reñidores espadartes, flemáticas tortugas, emperadores despóticos, y de tiempo en tiempo tiburones homicidas, escoltados por sus testarudos pilotos, nadan en silencio y procesionalmente, dando vueltas en torno de las naves. Por intérvalos rabihorcados de anchas alas, paviotas y dámias vuelan como saetas al horizonte, vuelven balanceándose sobre las espumas, se desploman de repente, zambullen, desaparecen, y salen de nuevo, remontándose hasta las nubes con su pesca.

Mas hay dias en que el Océano está silencioso é inmoble, con la misma paz y reposo que el desierto, y en que la presencia de su calma y tranquilidad, imájen la mas sensible de lo grande y lo sublime, traen á la memoria el recuerdo de lo eterno, eclipsándose entónces en el pensamiento la hermosura de los continentes, la soberbia elevacion de las montañas, el murmullo de los arroyos, la riqueza de la vejetacion, lo pintoresco de las perspectivas y la infinita variedad de los fenómenos terrestres; porque ante la escelsitud del mar se inclina con respeto la frente del hombre.

No bien se estingue la rojiza iluminacion de la postura del Sol, comienza á estender la noche su negro y estrellado velo, dejándolo todo envuelto en sus inmensos pliegues, y el seno de las aguas, dulcemente levantado por la brisa, va sosegando poco á poco, como el de